Natalia escuchaba con completa atención lo que le contaba Alba. Había ido a Madrid para tener mejores oportunidades en las prácticas de la carrera. Ya estaba en el último año de psicología y le esperaban unas prácticas que se moría de ganas por hacer en la capital. Y la morena realmente se sorprendió porque ella tampoco se pensaba que pudiera estudiar algo así.
-Vaya, vaya con la Reche. - Se burló divertida. - Seguro que te va a ir genial, ya lo verás.
- ¿Tengo pinta de psicóloga? - Preguntó curiosa.
-Quizás tanta como yo de chef.
Alba soltó una carcajada y desvío su atención a los ojos achinados de la morena que reía. Podía ver todos sus dientes y verlos tan chiquitos en alguien tan grande como ella, murió de ternura en el instante.
- ¿Y qué te pensabas? - Se atrevió a preguntar.
Esperaba inquieta mientras Natalia le echaba un ojo a la lasaña del horno. Se volvió a sentar a su lado y haciendo una pausa dramática, la morena soltó una carcajada, desconcertando a Alba que la miraba con el ceño fruncido.
-Quizás profesora de arte o enfermera. No estoy cien por cien segura. ¿Y tú de mí, qué pensabas? - Se decantó y Alba sonrió.
-Tú tienes pinta de coctelera, artista de la noche o banquera. - Soltó de carrerilla.
-No tiene ninguna lógica, Alba Reche.
-Lo que tú has dicho tampoco, Natalia Lacunza.
El timbre sonó, haciendo que su conversación parase. Natalia antes de levantarse hacia la puerta, le enseñó la lengua como si de una niña pequeña se tratase haciendo reír aún más a Alba. Negando con la cabeza y una sonrisa bobalicona en la cara abrió la puerta. Recibiendo con los brazos abiertos a Sabela que se escondió entre ellos nada más verlos. Se habían echado mucho de menos durante aquellos dos meses que habían estado separadas cada una en sus ciudades.
-Cada día estás más guapa, desgraciada. - Dijo Sabela al separarse de su abrazo.
-Que bien te sienta el norte ¿eh?
Le devolvió el cumplido a su amiga y la guio hasta la cocina donde aún esperaba Alba en uno de los taburetes que saltó al suelo para saludar a la gallega. Dos besos y una sonrisa de cortesía super sincera.
-Ella es Alba, nuestra nueva compi de piso. - Las presentó. - Y ella es Sabela, mi mejor amiga y compañera de clase.
-Encantada. Así que ahora tengo en mi casa dos chefs, wow.
-Bueno, yo me quiero enfocar más a la repostería, pero sí. - Añadió Sabela con una sonrisa. - Tendré mi propia repostería en pleno Madrid.
- ¡Espero poder comprarte algunos dulces pronto! - Dijo feliz Alba.
Sumergidas en una charla amena, esperaban que estuviera la comida mientras Alba, que había insistido para que Natalia no ayudase, se encargó de preparar la mesa para las cuatro. María, aún seguía en la ducha, pero poco tardó en salir y unirse a ellas.
-Madre mía, que bien huele. - Dijo acercándose a la cocina. - ¡Hola Sabelis!
Se dieron un abrazo y mientras Natalia sacaba ya la comida del horno, Alba aplaudía emocionada haciendo reír a la más alta mientras llevaba la bandeja a la mesa de cristal donde comerían. Fueron todas tras ella, María ocupando la silla al lado de Alba y las otras dos enfrente. Se sentaron y siguiendo la conversación que habían dejado a medias antes, esperaban a que reposase un poco la comida.
-Deberíamos irnos de fiesta de bienvenida para la Alba. - Propuso María sirviéndose una porción de lasaña. - Hay un local nuevo que dicen que merece la pena.
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Vulnerable
FanfictionLos comienzos siempre lo pone todo patas arriba y eso a veces, no es del todo malo.