25. ¿Se viene?

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Habían llegado al Goiko Grill de la Calle de la Princesa y allí les esperaba su mesa. Pidieron sus hamburguesas beyond meat, una opción de carne de origen vegetal a base de guisantes que estaba deliciosa y dos cervezas.

Natalia intentaba mantener sus nervios al margen o más bien la emoción que sentía por sentirse capaz de hacer lo que tenía en mente. Y Alba, sin entender gran cosa, se dejaba llevar por las ideas de la morena, mordiéndose el labio por dentro para no explotar de la ternura que le transmitía verla tan inquieta delante de ella.

-Hoy tienes el guapo subido. - Rompió Natalia el silencio que se había instaurado en la mesa, haciendo que Alba se sonrojara.

La más bajita se escondió tras el cuello de su jersey blanco haciendo reír a la morena que buscó su mano sobre aquella pequeña mesa y empezó a dejar suaves caricias sobre ella hasta que llegó su comida.

Una hora después, ya había oscurecido en Madrid, el frío hacía más acto de presencia que antes y volvían a casa, Alba escondida en el abrazo de la morena hasta que llegaron al portal y se separaron.

Entraron en el ascensor y cinco plantas después, Natalia dejó un beso en los labios de la rubia y salió buscando las llaves en el bolsillo.

- ¿Tomamos algo en la terraza? - Preguntó Natalia una vez entraron en casa y dejó las llaves en el mueble de la entrada.

-Hace frío, Nat. - Murmuró Alba volviendo a abrazarla. - Vamos a mumir. - Dijo con tono infantil.

- ¿Mumir? - La imitó sin poder evitar reír. - Eres adorable.

-Lo ché. - Le enseñó la lengua al dirigirse a su habitación. - Voy a ponerme el pijama.

- ¿Tu pijama de abuela? - Preguntó divertida también entrando en su habitación.

- ¿Algún problema? - Fingió enfadarse.

-Ninguno. Pero solo a ti te podían quedar bien esos trapos. - Dijo sin darle importancia antes de entrar en su habitación para cambiarse y dejar la puerta entreabierta para seguir hablando con Alba.

- ¿En tu cama o en la mía? - Preguntó en voz alta para que Natalia pudiera oírla.

-Mía. - Respondió antes de ponerse la camiseta para dormir junto con un pantalón de ositos que encontró en el armario. - ¿Pero vemos una peli o ya tienes sueño? - Salió de su habitación y la esperó en el pasillo hasta que la vio aparecer.

Su idea era otra. Tomar algo en la terraza, divagar hablando de la vida como siempre hacían y declararse con todas las letras, esperando que todo saliera bien. Pero ahora, estaban allí. Esperando para meterse en la cama sin charla y sin saber cómo sacarla para poder hablar con ella.

- ¿Quieres hablar? - Preguntó curiosa Alba al verla tan insistente. - Podemos hablar, no tengo sueño pero si frío.

Natalia asintió e invitó a Alba a entrar a la habitación mientras ella iba al baño a lavarse los dientes. No contaba con que Alba también iría y acabaron las dos bromeando y haciendo el imbécil delante del espejo y sus bocas llenas de pasta de dientes. La morena, concluyó su rutina con el enjuague bucal, que se metió en la boca como si de un chupito de Jägermeister se tratara.

-Madre mía, Nat. - Se sorprendió Alba al ver la gran cantidad de líquido que tenía en la boca. - Vas a morirte, que eso quema. - Y la morena negó con la cabeza.

Pero sí, si quemaba y siempre terminaba con lágrimas en los ojos.

-Eres una bruta. - Le dijo Alba al ver su cara y aguantó la risa. - Ven aquí listerine. - Le dijo antes de acercarse y darle un casto beso en los labios. - Sin duda eres un litro de enjuague andante.

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