16. Y ya está

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De vuelta a casa, ahora cantaban juntas haciendo el tonto en el coche con Por la boca vive el pez de Fito y Fitipaldis. Natalia no había dejado de sonreír desde que se separaron de aquel último beso y solo tenía ganas de aparcar para volver a perderse en aquella boca una y mil veces más. Se sentía más valiente que de costumbre y quería que aquella sensación, se quedara con ella por mucho tiempo e ir avanzando poco a poco.

Alba podía disfrutar de las vistas que le regalaba la morena mientras conducía. Era de noche y las luces de la calle iluminaban a su paso el perfil de la morena, haciendo que la rubia se quedara sin aire por perderse en aquella mandíbula. Poco tardó en aparcar en la plaza de garaje que había alquilado desde que en su último cumpleaños su familia le había regalado aquel coche que tanto le gustaba usar, pero no hacía tanto como le gustaría.

La voz de Fito en Rojitas las orejas seguía resonando por los altavoces mientras Alba cantaba a la par.

Tú eres mi verso
Pluma, papel y sentimiento
La noche yo y tú la luna
Tú la cerveza y yo la espuma

Se me ponen si me besas
Rojitas las orejas.

Se quedó embobada escuchándola y no pudo evitar sonrojarse cuando la rubia había dicho aquella última frase con una sonrisa divertida y sin apartar la mirada de la suya.

-Que yo me quedaría aquí escuchándote siempre pero... - Dijo Natalia atropelladamente cuando la canción terminó.

-Ya podrías cantar tú, guapa. - Dijo Alba bajándose del coche.

-En casa te toco alguna canción y te compenso el conciertazo que has hecho. - Comentó divertida. - ¿Una carrera? La última que llegue, paga la cena?

Alba asintió satisfecha y salió del garaje la primera corriendo hasta el portal, pero no pudo hacer nada contra las largas piernas de la morena que la adelantaron en las pequeñas escaleras dejándola por detrás. Pero no se iba a quejar. Junto a la puerta, la morena la recibía con los brazos abiertos y una sonrisa que desprendía victoria por todos los costados y Alba, fingiendo tristeza, se dejó abrazar una vez más.

-He estado pensando que como yo pago la cena, yo elijo la película, para compensar el sustito a la tarjeta de crédito. - Dijo saliendo de su habitación con el pijama de abuela que tanto le gustaba usar. - ¿Qué opinas?

Natalia ya la esperaba en el sofá, también en pijama, aunque ella llevaba un pantalón de chándal y una camiseta de publicidad tres tallas mayor. Y rio cuando escuchó a la rubia. No iba a negarse al igual que no quería perderse la carita de ilusión de la rubia cuando se salía con la suya. A veces parecía una niña pequeña.

Había preparado en el sofá una especie de paraíso para ver películas. El sofá cama lo había desplegado y había colocado sobre él un par de almohadones y cojines junto a un par de mantas. Alba se sorprendió al ver eso y miró a la morena que estaba sumergida en su portátil.

- ¿Se va a unir María? - Preguntó al ver tanto espacio.

-No, me ha mandado un mensaje de que se pasa el finde con África. - Respondió sin darle importancia. - Creo que vamos a tener que buscar una nueva compañera de piso pronto...

-O.... nos quedamos tú y yo solas, no le veo problema. - Dijo encogiéndose de hombros y sentándose cerca de Natalia que la miraba divertida.

-El problema es la parte de alquiler de la Mari. - Añadió pensativa. - Quizás pagando la mitad cada una...

- ¿De verdad crees que se mudará? - Preguntó seriamente Alba. - No sé, la Mari no suele ser la típica de relaciones estables y esas movidas.

-No lo eres, hasta que te llega, Reche. - Respondió Natalia muy convencida. - Y ellas, al menos de puertas para fuera, parecen tal para cual.

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