Cuando el ruido de la lluvia despertó a Natalia aquella mañana de domingo, pensó que sería tan temprano que no habrían puesto ni las calles y se removió con cuidado para no despertar a Alba que dormía a su lado boca abajo y con su mejilla espachurrada contra la almohada. Aquella estampa era para morirse de amor o eso pensó Natalia cuando se le escapó un suspiro.
Habían llegado pronto de urgencias la noche anterior. Como bien sabía la morena, todo se había quedado en el dramatismo de la rubia y un vendaje más bruto que otra cosa.
Quería dejar descansar un par de horas más a la más bajita y se quedó allí en silencio escuchando rugir la lluvia contra la ventana hasta volver a quedarse dormida.
Ajenas a todo, a unas cuantas calles de su tranquilidad, en un Hyundai Tucson azul, dos ilicitanas discutían mientras la más pequeña insistía en repetir las indicaciones del GPS y que su madre la entendiera, mientras un resignado Miguel Ángel en el asiento trasero, se echaba manos a la cabeza.
Y así, llevaban más de una hora intentando llegar a casa de Joan, quién junto con el pequeño Adrián y Marilia ya les esperaban despiertos y con el desayuno en la mesa para recibirlas como se merecían.
-Mamá, a la próxima conduzco yo. No sé para qué coño te hago caso. - Bufó Marina cuando volvieron a pasarse la calle por séptima vez.
-Marina esa boca, que yo no te he criado así. - Miró a todos lados, más perdida que un pulpo en un garaje y suspiró resignada antes de pararse en medio de la calle y desabrocharse en cinturón. - Dimito, yo con estas calles no puedo. Conduce tú.
-Casi dos horas después... - Protestó aguantando la risa y bajando también del coche.
-Una Reche no se hunde, no se rinde fácilmente.
Con Marina al volante, que parecía que se había aprendido el recorrido de memoria, llegaron a casa del moreno y encontraron aparcamiento enfrente de la entrada. Rafi bajó del coche a toda velocidad dejando a Marina y su padre cargando con los regalos para el más pequeño de la casa que cumplía ya los tres añitos.
-Pero bueno ¿dónde está el nieto más guapo del mundo? - Dijo Rafi emocionada al ver escondido tras las piernas de Marilia al renacuajo que no paraba de crecer y corría hacia ella que le esperaba con los brazos abiertos.
-Voy a ayudar a Marina y a papá. - Dijo Joan al ver a su hermana con varias bolsas grandes y se acercó al ascensor a por ella. - Dejad de malcriarme al niño. - Protestó cuando vio los dos enormes paquetes.
-Si no lo malcriamos nosotros ¿quién lo hará? - Dijo la rubia antes de soltar las bolsas y abrazar al mayor. - Te quiero melón.
- ¿Qué tal el viaje? - Preguntó mirando a su padre antes de abrazarle.
Rafi no perdió detalle de la escena. Ver a su familia junta era algo que le llenaba el pecho de amor, pero le faltaba alguien ahí. Volvió a comprobar los mensajes de su móvil y nada. Ni pelo ni humo de Alba. Volvió a llamar a su hija y esperó con toda la calma que pudo a que respondiera.
- ¿Mamá? - Escuchó una voz somnolienta al otro lado.
-Alba ¡por fin! - Gritó aliviada. - Ya hemos llegado a casa de Joan, Adrián está enorme. ¿Tardáis mucho?
Alba, que de primeras no entendió nada se hundió en la almohada cuando cayó en la cuenta de que ya había llegado el domingo del cumpleaños de su sobrino.
-Pues un ratito estaremos ahí. - Se limitó a contestar y miró pidiendo ayuda a Natalia que tampoco entendía nada y se encogió de hombros a su lado en la cama esperando que la rubia colgara la llamada.
ESTÁS LEYENDO
Vulnerable
FanfictionLos comienzos siempre lo pone todo patas arriba y eso a veces, no es del todo malo.