7. A por todas

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Acariciaba con una delicadeza de delito el abdomen erizado que respiraba agitado bajo ella y sus manos, que se movían con destreza sobre aquel nuevo mapa que estaba descubriendo. Dejó besos pequeños por la zona del cuello y la comisura de aquellos labios que no habían casi parado de destrozar los suyos minutos antes de tomar las riendas de aquello que estaba empezando a empañar las ventanas de la habitación.

Fuera de la habitación, alguien había llegado dando un portazo, algo cayendo al suelo y unos pasos cerca de la puerta de la habitación, tensó a las dos chicas que se quedaron prestando atención. Lo que les faltaba. El manillar de la puerta se movía lentamente bajo la atenta mirada de Alba que ya estaba estirando uno de sus brazos libres para buscar la sábana que se había perdido un poco.

- ¡María, no abras...! Me cago en tu vida. - Gritó desde dentro, pero no logrando su objetivo, al ver a María colándose por la puerta con cara de victoria. - ¿Qué quieres?

-Ay, hola Julita no sabía que estabas. - Dijo con una sonrisa socarrona y miró a Alba, levantando las cejas insistentemente. - Luego tenemos que hablar, cosas del piso.

-Vale, luego hablamos. - Se quedaron mirando por unos momentos, que le lucieron demasiados incómodos a la gaditana sobre todo. - ¿Puedes cerrar?

-Sí, feliz polvo, cabronas. - Dijo antes de cerrar de golpe y desaparecer de allí.

-La mato, te juro que la mato. - Bufó Alba tapándose bajo las sábanas.

-No te preocupes, Alba. - Se acercó a la rubia y con una sonrisa, dejó un par de besos por sus hombros. - Podemos volver a donde estábamos. - Movió la sábana que las cubría y colocándose sobre ella, con una pierna a cada lado de sus caderas, observó el medio torso desnudo de aquella obra de arte de ser humano que tenía a centímetros.

******

Se tiró en el asiento de su coche como si hubiera corrido una maratón, dejando salir todo el aire de su cuerpo y dejándose desinflar poco a poco. Su tercera visita a Mamen, había sido un éxito pero a la vez un viaje de emociones. Estaban entrando en materia y Natalia lo estaba sintiendo un poco más. Aquella semana, había ido sola por primera vez y contra todo pronóstico no le pareció para tanto. En la recepción, Vicky le hizo la espera más amena calmando un poco su nerviosismo inicial.

Conectó Spotify a su coche y tras dudar por cual canción que pudiera calmarle un poco aquel revuelo de emociones que llevaba por dentro, se decantó por Why Do You Love Me de Charlotte Lawrence. Y salió de aquella plaza de parking, para tras dar un paseo largo por las calles lentas y llenas de coches que también volvían a casa aquel atardecer anaranjado de Madrid, logró calmarse un poco más y tras una parada exprés en el supermercado de la esquina, subió a casa deseando meterse en la cama y comerse aquel nuevo paquete de cereales mientras veía alguna película.

Abrió la puerta de su habitación y se sorprendió al ver a María tirada en su cama que la miraba con una sonrisa de oreja a oreja.

- ¿Cómo te ha ido? - Preguntó sentándose bien en la cama. - Te veo buena cara, jo.

-Muy bien, cada vez me gusta más hablar con ella y me siento un poquito mejor, la verdad. - Se quedó pensando un momento, buscando las palabras que necesitaba. - Más liberada y eso que no lo he soltado todo aún.

-Estás hecha una fiera. - Le dijo orgullosa y acercándose a ella para darle un abrazo. - Estoy super orgullosa de ti.

-Mari, no me digas esas cosas que lloro, joder.

- ¿Vas a cenar eso? - Preguntó María mirando la caja de cereales que había dejado sobre la cama. - Deberíamos irnos a cenar fuera o pedirnos algo sabroso, grasiento....

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