29. ¿Me vas a dejar?

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|Dos meses después|

- ¡Naaaat! No le hagas eso a Queen. - La peleó desde la cama cuando la morena volvió a entrar en la habitación bailando con la gata en sus brazos.

-Mmcha, mmcha, mmcha. - Canturreó con un ritmo aleatorio mientras movía con cuidado las patitas delanteras del animal haciendo reír con resignación a la rubia.

- ¿Qué hago contigo, Nat? - Dijo entre risas y poniéndose de rodillas en la cama para acercarse y coger a Queen. - Ven aquí, mi amor. - Le dio un beso al animal y la dejó sobre la cama para centrarse en Natalia que la miraba con un puchero. - Ven aquí, mi amor grande. - Tiró de la camiseta enorme que cubría el cuerpo de la morena y dejó un casto beso en los labios de la morena.

-Queen, no mires. - Murmuró sobre los labios de la más bajita y esconder sus manos bajo la camiseta de Alba que se estremeció al sentir las manos frías de la morena por su abdomen.

La gata seguía en una esquina de la cama mirándolas fijamente pero con indiferencia. Y eso Natalia, que solo quería concentrarse en dejar un reguero de besos húmedos en el cuello de la rubia que estaba tumbada bajo su cuerpo, lo estaba sintiendo en sus huesos. Dejó de besar a Alba y miró a Queen.

-Venga, vamos a desayunar Queen. - Se levantó y cogió al animal en brazos para irse a la cocina.

- ¿Me vas a dejar así? - Protestó Alba desde la cama cuando la vio acercarse a la puerta. Y Natalia se giró para mirarla muy seria.

-Voy a darle el desayuno y ponerle un par de capítulos de Tom y Jerry. No te muevas que en nada vuelvo. - Respondió rápidamente antes de salir de allí.

Y eso hizo, corrió hasta la cocina. Le puso su ración de friskis y corrió hasta la habitación de nuevo, cerrando la puerta a sus espaldas.

Alba se había quedado sobre el colchón sin poder evitar reírse por las ocurrencias de la morena y la miró divertida al verla de nuevo allí.

-Casi no elige que capítulo quería ver. - Se quejó Natalia mientras se acercaba a la cama y volvía a escalar por el cuerpo de la rubia, para quedar sobre ella.

Pero Alba, aquella mañana tenía otros planes, cuando en un movimiento que pilló a Natalia desprevenida, quedó ella sobre la más alta que jadeó al caer de espaldas en el colchón y perderse en la miel oscura de los ojos de la rubia.

-Oye, no es justo. - Protestó como pudo antes de que Alba se acercara a su cuello y dejara un par de besos y mordidas que erizaron su piel.

- ¿No es justo? - Habló sobre los labios de la morena mientras le quitaba la camiseta de un tirón y quedarse observando con detenimiento el cuerpo de la morena.

Natalia no perdía detalle de los movimientos de la rubia que no le quitaba la vista de encima. La mirada oscura que cargaba su chica en aquel momento, podía hacerla derretirse allí mismo. Pero no se lo quería poner tan fácil y luchando contra los calambres que le estaba provocando el juego que se traía Alba en sus pechos, intentó volver a quedar ella encima sin ningún éxito y haciendo reír victoria a la rubia.

- ¿Te vas a estar quieta? - Preguntó con una voz rasgada que sorprendió a ambas.

-Nunca. - Dijo muy confiada la morena sin ver venir las intenciones de la otra, que bajaba a traición una mano hacia su entrepierna y la acarició, lo que ella misma sentía como un volcán a punto de explotar, por encima de la ligera tela de aquel tanga negro que llevaba. - Vale, me estoy quietita.

Y cumpliendo con su palabra y controlando todo lo que pudo su cuerpo alterado al igual que su respiración bajo los besos que la rubia iba dejando por todas partes, se sintió morir cuando Alba llegó al límite de su ropa interior.

VulnerableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora