21. El nuevo Grinch

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Natalia estaba sacando la empanada del horno y con cuidado de no quemarse, la emplató para llevarla a la mesa donde la esperaban Alba, María y África. Su amiga parecía nerviosa, casi no había probado la cerveza y eso ya era para preocuparse. La cena fue amena, charlaban animadamente a la vez que disfrutaban de aquel manjar que había preparado la morena.

María terminó de comer a duras penas. Estaba realmente nerviosa. No sabía cómo sus amigas iban a reaccionar a la noticia porque ni ella lo vio venir y no cree que aquellas dos tampoco. Se bebió la lata de cerveza de golpe y la dejó sobre la mesa para agarrar por debajo de la mesa la mano de África que descansaba en su rodilla para tranquilizarla un poco.

-Nos vamos a casar. - Soltó María con una sonrisa temblorosa sin más haciendo que a Alba se le resbalara la lata de cerveza ya vacía de las manos.

Se hizo un silencio que dolía. Natalia estaba asimilando la noticia casi boqueando como un pez fuera del agua. Se esperaba una noticia pero ni de coña era esa. Se tocó el pelo nerviosa y miró a Alba que estaba sentada a su lado empezando a reaccionar.

- ¡Mari coño! - Gritó más emocionada y se puso en pie para ir a abrazar a las dos chicas. - Perdón por el shock inicial. - Le susurró cuando la abrazó. - No puedo alegrarme más.

-Voy a por el vino bueno, la ocasión lo merece. - Dijo Natalia poniéndose en pie.

- ¿Tenemos vino bueno? - Preguntó María. - Pensaba que solo teníamos el barato del Mercadona.

-Lo tengo escondido para que no te lo bebas un miércoles cualquiera. - La chinchó mientras rebuscaba en los armarios de la cocina.

Cuando encontró la botella, la agarró con cuidado y se quedó observando la escena. Alba charlaba emocionada con las dos chicas, desde allí podía verle los ojitos brillosos que tenía. Y es que la ilicitana no podía evitar estar emocionada una vez fue tragando la noticia. Nunca había pensado que María haría esas cosas. Pero una vez más, la vida le demostró todo lo contrario.

-Vamos a brindar. - Dijo con una gran sonrisa entregándole una copa a cada una. - Joder Mari... - Cabeceó aún sorprendida y la abrazó. Al igual que se acercó para ser lo mismo con África que se sorprendió. - Cuanto me alegro por vosotras.

-Venga, un chinchin. - Animó Alba cuando ya tenían las copas preparadas y se puso en pie. - Por las futuras novias y que os vaya muy bonito.

María les contó cómo había sido, porque encima ella fue la que decidió dar el paso y sus amigas se sorprendieron más aún. Lo había preparado todo tres días atrás. Compró la cena en el mejor chino de Madrid y preparó todo en casa de África, mientras ella estaba trabajando. Y el resto era historia. Allí estaban. Contándole a sus amigas que iban a dar el paso más grande y que tenían muchas ganas, aunque la boda tardaría bastante en llegar. Quería organizarlo con calma y no tirarse de los pelos en el proceso.

Alba y María se encargaron de recoger todo lo de la cena mientras África y Natalia se habían quedado en la terraza charlando. Llevaron todo a la cocina y Alba miró a María que parecía muy seria.

- ¿Crees que he hecho bien o me he precipitado? No llevamos juntas ni un año. - Preguntó algo nerviosa mientras fregaba los platos.

-Lo de los tiempos es tan relativo... - Dijo pensativa. - Sí lo hiciste fue por algo y tú, nunca habías estado tan... - No sabía que palabra utilizar.

-Enamorada, dilo. Lo asumo. - Añadió con una risa. - Estoy como una cabra...

- ¿Ya te estás arrepintiendo?

-Ni de coña. Si ves su carita de emoción cuando vio el anillo....

-Pues si ves la tuya hablando de ella... - Dijo Alba con una sonrisa.

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