4. Compis de sopa

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Se desperezó lentamente en la oscuridad de su habitación. La vibración del móvil en la mesilla la había sacado de su sueño no tan profundo. Un mensaje de su hermano. Una foto del pequeño Adrián jugando con un peluche de un conejillo blanco que ella misma le había regalado en su última visita antes de que terminase el verano. Entró en Instagram como rutina mañanera que ya tenía adquirida y parpadeó varias veces seguidas intentando que no se le secase la garganta.

~natalialacunza: septiembre y sus cosas 🕸️~

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~natalialacunza: septiembre y sus cosas 🕸~

Aquella publicación le había sentado como un ataque a su persona, que sabía que no lo era, pero aquella mañana estaba de lo más sensible. Se quedó mirando la publicación un par de minutos más y tras dejar un like enorme como la copa de un pino, saltó de la cama y abrió la ventana de su habitación. Iba a necesitar algo más que aire para reaccionar a aquello y salió de allí.

- ¡Buenos días! - Dijo una voz ronca desde la cocina cuando abrió su puerta.

-Hola, tú. - Dijo divertida al verla haciendo malabares con un par de naranjas en medio de la cocina. - Vaya, ¿cuándo tienes función en el circo?

- ¿Ya has olvidado mi nombre? Que decepción. - Dijo dejando las naranjas en la encimera. - Y no soy una payasa, maja. Una vez leí que mover las naranjas antes de hacer un zumo hace que las vitaminas se remuevan y quede mejor.

-Es que es muy largo para pronunciarlo, perdona. - Soltó una carcajada y miró a su compañera de piso con el ceño fruncido. - ¿Sabes que no puedes hacer caso a todo lo que lees en Google?

-Nunca me vendrá mal saber hacer malabares con naranjas para cuando mi carrera de chef se quede en la estancada y tenga que hacer algo para vivir. - Dijo casi sin respirar, bastante convencida. - Pero bueno. ¿Cómo estás? ¿Quieres un zumito recién exprimido lleno de vitaminas? ¿Una tostadica?

Estaba sonando muy enérgica y es que lo estaba después de haber logrado dormir toda la noche a rienda suelta y despertarse como nueva. Le hacía falta, más de lo que incluso era consciente. No se había despertado muy temprano, pero se había pasado casi dos horas eligiendo que foto publicar en Instagram. Ella y su indecisión, como segundo nombre. Y también era cierto, que quizás un me gusta en concreto le haya alegrado un poquito aquella mañana. Pero no quería hacerse ilusiones. Más bien no había motivos para ello, pero su mente actuaba por libre dejándola en ridículo en más de una ocasión. Siempre intensa nunca no intensa.

Pero así era ella, aunque por suerte, aunque no lo pareciera, estaba empezando a controlar sus intensidades. Como si del control de las velocidades de una batidora, como a ella le gustaba compararlo. Siempre tirándolo todo para su terreno. Porque así se sentía más cómoda cuando algo se le escapaba de su razón.

Se sentaron a desayunar juntas aquel zumo que Alba al final aceptó y unas tostadas con aguacate que había preparado la rubia, para echar una mano a la más alta.

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