El ambiente que se respiraba durante toda aquella cena, le había aligerado el peso sobre los hombros que estaba cargando Natalia desde la noche anterior cuando todo explotó.
Tenía una conversación pendiente con su familia que esperaba poder afrontar más pronto que tarde. Pero aquel no era el momento. Habían terminado de cenar y se quedaron en la mesa, charlando de todo y nada mientras Natalia y Alba tenían sus manos entrelazadas bajo la mesa y de vez en cuando se intercambiaban miradas cómplices que no pasaban desapercibidas para ninguno de sus hermanos.
Era casi medianoche cuando decidieron irse a dormir para poder aprovechar las horas al día siguiente y enseñarles un poco de Pamplona antes de que tuvieran que marcharse.
María les enseñó a Miguel Ángel, Marina y la Rafi la habitación que había preparado para ellos en lo que llegaban las pizzas.
Natalia no se había separado de Alba en toda la noche desde que llegó a su habitación. Y no lo iba a hacer para dormir. Se fue de nuevo a su habitación junto a la rubia después de despedirse de todos.
-Ahí pasa algo. - Comentó Santi viendo como las dos muchachas se metían en la habitación.
- ¿Qué te lo ha confirmado exactamente? - Le preguntó Elena divertida. - Son un poquito obvias.
-Así las compramos. - Añadió Marina aguantando la risa. - Buenas noches. - Dijo antes de perderse tras la puerta de donde iba a dormir esa noche.
En la habitación de Natalia, ya estaban en pijama. Alba miraba por la ventana de la habitación la tranquilidad de la calle, muy diferente a Madrid que parecía que no descansaba nunca.
-Oye Albi. - Dijo con tono casi inaudible Natalia desde su cama. - No te lo he dicho, pero gracias por llamar a mi padre tan rápido.
-Menos mal que vi el mensaje a tiempo. - Le dijo mientras se metía a su lado en la cama. - ¿Qué habría pasado si no lo llego a ver?
-Pues... Lo que pasa siempre, supongo. - Respondió con tristeza. - Pero lo importante es que lo viste.
-Ya...
-No le des vueltas, Albi. Ya está. - Se acercó a ella y le acarició la mejilla. - Y encima estás aquí. ¿Qué más puedo pedir?
Natalia no le había contado lo que había pasado. No quería preocuparla más. Aunque se olía que sabía algo o al menos se lo imaginaba. Sobre todo cuando se presentó en su casa. Pero no tenía fuerzas aquella noche. Solo quería abrazarla y dormirse en su pecho, como cuando estaban en Madrid.
Y Alba, sin decir nada más, cumplió sus deseos y le volvía a acariciar el pelo hasta que se quedara dormida. Ella no paraba de darle vueltas a su cabeza. En la cena, parecía que no había pasado nada. Todos estaban animados, charlando y disfrutando de aquellas pizza que podía considerar las mejores que había comido hasta la fecha.
Pero también veía la mirada apagada de Natalia a su lado, que no se separaba de ella desde que había pisado su casa. Y no se iba a quejar ni la presionaría para que hablara. Sabía que lo haría cuando se sintiera preparada. Y ella iba a ser la primera que si hiciera falta, volvería a pegarse ocho horas de carretera para abrazarla.
******
A la mañana siguiente, ninguna sabía qué hora era cuando María irrumpió en la habitación para despertarlas y subir la persiana para que el sol las despertara.
-Vamos chicas, que nos vamos un poquito de turismo. - Les dijo volviendo a salir de la habitación y sonreír al ver a las dos abrazadas y la cara de paz que tenía su hija. - Os esperamos para desayunar.
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Vulnerable
FanfictionLos comienzos siempre lo pone todo patas arriba y eso a veces, no es del todo malo.