4.

220 28 0
                                    

4.

Salto sobre la cama y agarro lo que me ha tocado la mejilla. Suspiro cuando Arthur me sonríe divertido y entrelazo nuestros dedos.

—Lo siento —susurro somnolientamente.

—Buenos días, asustadiza. Esta noche has tenido varias pesadillas —me dice acariciando el dorso de mi mano y restriego mis ojos con la que tengo libre.

—Buenos días —mascullo y me acerco a la calidez de su pecho—. He pasado una mala noche.

—¿Y puedo saber el motivo? —pregunta hundiendo su nariz en mi cabello y gimo levemente.

—Ni yo misma lo sé —miento.

He estado soñando toda la noche que Arthur me dejaba por el embarazo.

—Pero me sentiré mejor con una taza de café —apunto y escucho su risa.

—Agradece que te conozca tan bien —exclama y de repente tengo un vaso lleno de ese líquido celestial en las manos.

—Y por eso te amo —replico e inclino mi cabeza para acercar mi boca a la suya.

Desayunamos abrazados en la cama y nos cuesta levantarnos para continuar nuestro día.

—Tengo que ir a la farmacia —anuncio mientras me pongo la ropa interior después de ducharme con mi querido marido.

—¿Y eso? —inquiere Arthur con la camisa a medio poner y sonrío al ver su cara de sorpresa.

—La doctora me mandó unas vitaminas. No he estado comiendo bien durante los últimos conciertos —respondo y me acerco para ayudarlo a ponerse la prenda. Dejo mis manos sobre sus pectorales y clavo mis ojos en los suyos—. Luego nos vamos a almorzar con mi madre, ¿te parece un buen plan?

—Mientras sea contigo, como si es al fin del mundo. —Pongo los ojos en blanco, pero recibo su beso con gusto—. Además, tenemos que aprovechar esta semana juntos antes de que te vayas los próximos meses a esos conciertos benéficos. Y tienes que comer bien porque te espera una temporada de mucho esfuerzo y no quiero que te desmayes en cualquier escenario por no haber comido como es debido.

—Dios, ¿cuándo te has convertido en mi madre? —protesto, metiendo las piernas en los pantalones negros de seda.

—No me busques, perita en dulce —amenaza y se queda callado mientras salto para embutirme en la prenda—. Ni vuelvas a hacer eso.

Le enseño mi dedo corazón y me río sonoramente cuando corre hacia mí y comienza a hacerme cosquillas. Luego coge mis brazos, los coloca en mi espalda y acerca su rostro al mío.

—No vuelvas a hacerle eso a tu marido —advierte mirando mis labios y arqueo una ceja.

—¿Por qué? ¿Me vas a castigar, mami?

Sonríe y se pasa la lengua por el labio inferior antes de mordérselo. Me apoyo en las puntas de mis pies desnudos y pego mi boca a la suya. Suspiramos al unísono y sus manos sueltan mis muñecas para acoger delicadamente mis mejillas.

—Si es así, me portaré mal más a menudo —mascullo separándome y lamo su labio superior.

Gruñe y me rodea con sus fuertes brazos para abrazarme con efusividad. Nos reímos y dejamos pasar el calor que se acaba de establecer en la habitación porque, conociéndonos, no saldríamos de ella hasta agotarlo todo. Y eso sería nunca.

Me pongo la camisa bajo su atenta mirada y agarra mi mano para bajar las escaleras. Le pongo de comer a Malote y entorno los ojos cuando lo veo jugar con Arthur, que lo tiene mimado a más no poder.

Enamorada de ti (NTEDM 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora