10.

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10.

Me despierto por la luz del sol y lo primero que hago es ver si Arthur se ha levantado también, pero tiene su rostro metido en el hueco de mi cuello y no se ha enterado de nada.

Gracias a Dios, pues nos hemos destapado durante la noche y mi cuerpo desnudo y embarazado se ve con claridad.

Me levanto con lentitud para no despertarlo y solo suelta una pequeña exhalación cuando deja de sentir mi calor. Corro a cerrar las cortinas y la habitación se sume en una profunda oscuridad.

Rodeo la cama y me dirijo al cuarto de baño. Hago pipí y luego me meto en la bañera para ducharme. Cuando salgo y me seco, me doy cuenta de que no me he traído bragas y salgo para buscarlas.

Estoy husmeando en la gaveta cuando escucho que Arthur se mueve sobre el colchón.

—¿Nira? —me llama somnolientamente y cojo las primeras bragas que encuentran mis dedos.

—Estoy aquí, cielo. ¿Te he despertado?

—¿Eh? No, ¿pero qué haces? —pregunta y camino de nuevo hacia el baño para ir a buscar mi albornoz—. ¿Por qué está la habitación a oscuras?

La luz incide de repente en la habitación justo cuando me meto en el cuarto de baño y rescato la bata del lavamanos. Me la pongo con celeridad y Arthur aparece en el umbral. Sonríe levemente y me mira de arriba abajo.

Inspiro profundamente para controlar mi respiración y pulso acelerados y le devuelvo la sonrisa.

—Buenos días. —Saludo y me acerco a él para darle un ligero beso en la boca—. ¿Cómo has dormido?

—Mmm, mejor que bien, reina, después de todo lo que hicimos anoche —responde agarrando mi nuca con delicadeza—. ¿Y tú? Al parecer ya no tienes esas pesadillas con las que te fuiste.

En realidad, las tuve hasta anoche, donde mi estado de ánimo cambió después de las canciones que escribí y de volver a ver a Arthur, pero no se lo digo.

—Dormí como una niña —admito y paso por su lado para recoger nuestra ropa del suelo, pero su mano agarra mi brazo con suavidad y sus ojazos color miel se clavan en los míos.

—¿Por qué noto que algo va mal, Nira? —inquiere contemplándome con intensidad y me hago pequeña por un momento.

—Todo va bien, cariño —miento y alzo mi mano para apoyarla en su mejilla. Sonrío un poco y acaricio su pómulo con el pulgar—. Sabes que todo va bien cuando estoy contigo.

Su expresión se relaja y sonríe de lado.

—¿Entonces por qué no te has despertado desnuda a mi lado? —pregunta y trago saliva, sintiendo que mi cuerpo reacciona instantáneamente a sus palabras.

—Porque necesitaba ir al baño y noté que ayer estabas muy cansado, así que no te quise despertar.

—No te preocupes tanto por mí, reina —replica con desenvoltura y coloca su mano sobre el dorso de la mía—. Ven aquí.

Apoya la otra en la parte baja de mi espalda y me empuja contra su pecho. Agacha su cabeza para buscar mi boca y yo levanto mi barbilla para darle acceso libre hacia ella.

Suspiramos y me guía hacia la pared de la habitación para apretujarme entre ella y su cuerpo. Siento que sus manos bajan al nudo de mi albornoz y mis cinco sentidos chillan.

—Espera, Arthur... —susurro separándome y él sacude la cabeza.

—Nira, te deseo —exige y vuelve a tapar mi boca con la suya.

Enamorada de ti (NTEDM 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora