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Me despierto cuando me da un beso en la nariz y sonrío, abriendo los ojos para verlo arrodillado en el suelo al lado de la cama. Besa los nudillos de la mano que tiene agarrada y me doy cuenta de que no sonríe de vuelta.

—Buenos días, reina.

—Buenos días, cariño —susurro y le doy un apretón antes de sentarme sobre el colchón. Él se levanta y observo que ya está vestido—. Solo me hace falta cambiarme de ropa y nos iremos.

Arthur asiente después de tragar saliva y cierro los ojos cuando se agacha para dejar un beso en mi frente.

—El bebé ya está con mi madre, ¿te molesta?

—No, no, está bien, ya hablamos ayer con ella para que se quedara con Jaime.

—Me refiero a que no te desperté para despedirte de él.

—Ah —mascullo y niego con la cabeza—. No te preocupes, lo veré cuando volvamos.

No es que me moleste, pero sí es verdad que me hubiera gustado darle un beso a Jaime antes de que lo hubiera llevado con Evolet. Sin embargo, algo me dice que tengo que hacerle este día más fácil a Arthur, así que me lo guardo para mí.

Además, solo hace un poco más de una hora que le di la última toma y no es que haya estado mucho tiempo sin verlo, por lo que podré aguantar hasta que terminemos lo que vayamos a hacer hoy.

Me levanto y Arthur me dice que irá a prepararme el café mientras me quito el pijama para ponerme un vaquero, una camisa de manga corta y las zapatillas. Me peino, me cepillo los dientes y me lavo la cara antes de salir de la habitación y me bebo el café con rapidez y la mirada de Arthur sobre mí.

—¿Le pusiste comida a Malote? —le pregunto cuando nos dirigimos a la puerta principal y con un gesto de cabeza me dice que sí.

Nos montamos en el coche y el silencio domina el habitáculo con música en volumen bajo de fondo. Deslizo mi mano por su muslo y él me mira de reojo, aflojando su agarre alrededor del volante.

Me ha pedido que no pregunte y estoy haciendo de tripas corazón para mantener a mi parte curiosa en un rincón.

Contengo el aliento cuando aparca y mis ojos dan con nuestro destino. Trago saliva y escucho que Arthur se quita el cinturón, quedándose luego callado. Lo imito y abro la puerta para bajarme.

Espero fuera a que él haga lo mismo y lo contemplo cuando rodea el vehículo para ponerse a mi lado. Alzo las cejas cuando le ofrezco mi mano y sonrío ligeramente al entrelazar nuestros dedos.

Me está agarrando con fuerza y me duele, pero me sigo callando. Arthur me necesita, me ha dicho que solo quiere mi compañía y que no cuestione sus acciones, y eso estoy haciendo. Lo apoyo en silencio, estoy aquí para todo lo que él desee y me siento orgullosa de que me esté incluyendo.

Entramos en el cementerio y oigo que la respiración de Arthur se acelera levemente. Me acerco para abrazar su brazo y seguimos caminando recto hasta que gira a la derecha al fondo del lugar.

Casi tropiezo con él cuando se detiene abruptamente en mitad del pasillo y dirijo mis ojos a su rostro. Tiene los ojos vidriosos y llenos de tristeza, su pecho se mueve entrecortadamente y sé que está asustado.

—Arthur, cariño... —musito y beso el dorso de la mano que estoy sujetando.

Cuadra su mandíbula y me mira con los ojos muy abiertos, comenzando a temblar imperceptiblemente. Miro hacia delante y me doy cuenta de que su tumba está justo ahí. Desvío mis ojos a los suyos y coloco mi mano justo en el centro de su pecho, notando los apresurados latidos de su corazón.

Enamorada de ti (NTEDM 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora