18.

192 27 0
                                    

18.

Dieciséis semanas de embarazo...

Ha pasado una semana cuando ocurre por primera vez.

Me despierto al escuchar la puerta, pero no abro los ojos y tampoco me muevo. Tengo el edredón enrollado en la cintura, mi piel se eriza y huelo su aroma antes de oír que se acerca por mi lado.

Intuyo que se sienta en el suelo y oigo su respiración muy cerca de mí. Tarda en hacer algo y cuando lo hace noto que aparta las sábanas lentamente.

Intento controlar mi respiración para que no se dé cuenta de que estoy despierta, pero mi corazón late con fuerza contra mi caja torácica.

La calidez de su mano sobre mi tripa traspasa la fina tela de mi camisa y hace que apriete el puño que tengo debajo de la almohada. Escucho su profundo y enternecedor suspiro y deseo abrir mis ojos para contemplar la expresión de su hermoso rostro, pero me contengo.

No lo he tenido tan cerca desde hace mucho tiempo, una eternidad a mi parecer, y tenerlo ahora solo provoca que mi cuerpo pique por su tacto.

Es nuestro bebé, quiero decirle. Pero sé que no puedo.

Y esa no es la única noche que viene al dormitorio para hacer lo mismo que la primera vez: dejar su mano sobre mi barriga durante unos minutos e irse tan silenciosamente como ha venido; sino que la situación se repite todas las madrugadas.

Llego hasta el punto en el que lo espero despierta para disfrutar de su caricia y después de irse duermo tan tranquila como si lo tuviera toda la noche abrazándome contra su pecho.

Aunque, obviamente, no es lo mismo.

A pesar de esta distancia emocional que estoy imponiendo, siento que una barrera se cae y veo un resquicio de ese amor tan inmenso que siempre nos hemos profesado.

Pero hay demasiadas como para permitirme a mí misma llegar hasta él. 

Enamorada de ti (NTEDM 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora