11.

233 27 0
                                    

11.

Me bajo en suelo mexicano y lo primero que hago es respirar profundamente. No vi a Arthur antes de irme al aeropuerto.

No me quito las gafas de sol ni cuando me subo al todoterreno que conduce Brian y nos dirigimos al hotel.

Estamos en la otra punta de donde se encuentra la finca de los Díaz y la casa que Félix nos compró a Arthur y a mí como regalo de bodas, pero el último concierto es cerca y me quedaré unos días antes de volver a San Diego.

Paso los días entre ensayos, conciertos, conversaciones con la televisión, radio y periódicos y llamadas de mi familia y la familia de Félix.

No le digo a nadie que estoy embarazada, y al parecer ellos no se han enterado tampoco por Arthur.

Claro, si lo que quiere es que me deshaga del bebé, dudo que se lo cuente a su familia.

Cuando Félix me da la llave de la habitación que me han reservado en un hotel cercano al auditorio donde daremos el último concierto, me sonríe y dice:

—Arthur también está aquí, pero supongo que ya lo sabes ¿no? Me ha parecido raro que se quedara el resto de la semana en España, pensaba que sus negocios ya estaban cerrados.

Aprieto los labios y entro al ascensor junto a él y Brian.

—Ya conoces a tu hijo —es lo único que digo y me encojo de hombros.

El mexicano me dedica una mirada confundida y sonrío levemente, pero mi corazón se quiere escapar de mi pecho ante la noticia de que Arthur está aquí, tan cerca.

No voy a seguir contigo si decides seguir adelante con ello.

Supongo que ya no vale eso de "te amo, no te amo". Ahora es peor, es "te amo, pero no puedo estar contigo porque estás esperando un bebé". Su amor por mí no es suficiente para superar esos miedos que el trauma que sufrió hace seis años le provocó.

Ni siquiera la promesa que nos hicimos al casarnos es lo bastante fuerte para cambiar su mentalidad.

Me duele, me destroza el alma, el pensar que, aunque lo amo con todo mi ser, aunque daría mi vida por él, Arthur ha decidido alejarme y decirme cosas horribles antes de enfrentarse a esta situación.

Sé que tiene miedo, sé que está completamente aterrorizado de volver a vivir una pérdida igual, pero no puede pasar dos veces. Estoy segura de que no nos pasará, pero él está cegado por el pánico.

Tanto, que prefiere huir antes de dar la cara.

No sé qué pasará, pero espero que estos días en los que hemos estado separados le hayan ayudado a recapacitar y pensar las cosas varias veces. Espero que me encuentre y me diga que me ama, que estará a mi lado en esta hermosa experiencia que nos cambiará la vida.

Le perdonaré esas espantosas palabras, le perdonaré los gritos y el asco con el que me increpó. Le perdonaré todo si regresa al lado de su bebé y su mujer.

Yo voy a seguir adelante con el embarazo, pase lo que pase. No voy a renunciar y ahora ya es tarde para hacerlo, pues la intervención es riesgosa para mí.

—¿Vendrá Evolet esta noche? —pregunto y Félix asiente con una sonrisa.

—Sí, y mis hijos también estarán. Tu madre no podrá, bikina.

—Lo sé —susurro asintiendo y sacudo la cabeza—. Necesita prepararse para la gira de Navidad.

—Sí, y yo también —exclama y nos reímos—. Pero seguramente vendrá para mi cumpleaños. Tú también te quedarás ¿verdad?

Enamorada de ti (NTEDM 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora