Capítulo 6

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  Leía con atención lo que la carta decía: su transferencia se había llevado a cabo correctamente, a esto le seguía una larga lista de asignaturas que había elegido un mes antes. No quedaba mucho para que el plazo disponible para pagar se acabara, pero Chris había conseguido hacerlo justo a tiempo. Por primera vez en mucho tiempo, podía respirar con tranquilidad. No solo había conseguido seguir con su carrera, sino que también había sido capaz de efectuar los pagos de alquiler, luz y agua a tiempo. Bendito Sugar Daddy, y bendita Lorena por darle aquella idea. Aunque sabía que, como todo, algo bueno siempre traía dos cosas malas; pero ya pensaría en ello más a fondo cuando se le pasara un poco la alegría. Por ahora, solo le quedaba celebrar.

Se preparó para salir e ir a ver a Susanne para comunicarle su dimisión. Debía hacerlo, no podía dejar que su jefa siguiera dependiendo de alguien que la mayoría de las veces no estaba disponible, y que desde días antes iba a estar aún más ocupada.

Miró el escaparate de la tienda con atención antes de entrar y encontrarse a Susana moviendo cajas hacia el almacén.

—Te ayudo —le ofreció su ayuda Diana, cuyo turno tocaba empezar en una hora.

—Gracias —respondió con sinceridad.

Cuando la tarea ya estaba hecha, Diana dejó su mochila sobre el mostrador, concentrando sus ojos en los de Susana, no quería desviarse del tema como solía hacer.

—¿No has llegado demasiado pronto hoy? —interrumpió Susanne cuando ella estaba a punto de hablar.

—Sí, pero es porque tengo que tratar un asunto contigo —dijo nerviosa, su jefa la miraba atentamente—. Es que pienso que este año voy a estar muy liada con la universidad y algunas cosas más, no quiero ser un incordio para ti aquí —suspiró—. Pero gracias por dejarme trabajar contigo y ser tan flexible con todo, en serio.

—¿Cómo vas a pagar las cosas? —inquirió confundida.

Durante aquellos meses, Susanne se había preocupado mucho por ella y la había cuidado todo en cuanto podía.

—Pues... —se mantuvo unos segundos en silencio— He encontrado un trabajo que puedo hacer desde cualquier lugar, incluso desde la uni. Soy una especie de teleoperadora —dijo bastante confundida—. Así no tendré que estar faltando cada dos por tres.

—Bueno, mientras te vaya bien, me alegro —sonrió—. Pero en el momento que necesites un trabajo, no dudes en buscarme.

—Muchas gracias —estiró la mano para que Susana se la estrechara, en lugar de eso, la abrazó.

Después de despedirse de ella, Diana sintió que se había quitado un peso de encima, tenía una cosa menos que hacer. Lo siguiente era volver a casa y comenzar a preparar las cosas para la universidad, ya que no tardaría mucho en empezar de nuevo otro curso. Tenía ganas de que todo iniciara de nuevo: volver a las clases, seguir con los estudios, descubrir más cosas nuevas y conocer a más gente -la verdad era que tenía un círculo de amistades bastante cerrado-.

Mientras preparaba la comida, escuchó su teléfono sonar. Lo sacó de su bolsillo para ponerlo en manos libres y escuchar a su amiga sin problema.

—¿Salimos esta noche? De verdad que necesito despejarme esta vez —dijo Lorena sin darle tiempo a Diana de hablar.

—No tengo muchas ganas —susurró—. La última vez casi me quedo dormida en el club.

—Porque no sabes divertirte.

—Me dejaste sola —rodeo los ojos—. Salí precisamente por ti y tú me dejaste tirada para irte con un tío que acababas de conocer.

—No te enfades —pidió—. Salimos y te prometo que esta noche no te dejo tirada. Será noche de chicas, de buen rollo.

Diana sabía que cuanto más se resistiera, mayor sería la insistencia de Lorena por conseguir que aceptara la invitación. Miró la encimera y la zanahoria a medio cortar que había encima de la madera. Suspiró y accedió.

—Te paso a recoger a las diez —a lo que Diana mostró falsa emoción que Lorena notó en el momento.

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Eran las diez y doce, y ella seguía esperándola. Miraba el reloj continuamente, esperando señales de vida por parte de Lorena.

Cuando finalmente llegó, Diana decidió no pedirle explicaciones, básicamente actuó como si hubiera llegado puntual -cosa que rara vez sucedía.

Una vez en el club, las dos bailaron sin control, se lo estaban pasando realmente bien. Le hacía tanta falta despejarse de todo.

Por una vez, Lorena no se había desviado y seguía allí con su amiga, que en ese momento estaba en la barra pidiendo unas copas para las dos. A lo lejos pudo ver como un chico de su edad no dejaba de molestar a Diana, veía a su amiga cada vez más tensa; así que no dudó en acercarse para echarle una mano. Aunque alguien se le adelantó, un hombre se acercó a ellos y no tardó en intentar ayudarla.

Chris se quedó sorprendido cuando Diana le pidió que no se metiera y se mantuviera al margen porque ella ya lo tenía todo bajo control. Y era cierto, ese tipo solo había estado chapurreando tonterías, hasta que su mano se posicionó en un lugar inapropiado, tomándose unas confianzas que ella no le había dado.

Al sentir la mano en su trasero, aunque solo fueran por unos segundos, sintió que perdía el control. Sin pensárselo dos veces, Diana le dio un fuerte manotazo en la cara -que logró escucharse a la perfección a pesar de la música electrónica a alto volumen-, provocando que la cara del chico se ladeara. No llegaron ni a dos segundos cuando él se marchó.

—Gilipollas —susurró, dándole la espalda a un Chris sorprendido para pedir otra copa.

SD | CHRIS EVANSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora