Capítulo 17

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Chris se despertó primero, encontrándose a Diana durmiendo tranquilamente sobre su pecho y su brazo izquierdo. Esa chica había ocupado más de la mitad de la cama.

La miró durante unos segundos antes de decidirse a levantarse. Se arrastró por la cama con lentitud para no despertarla hasta que su pie derecho tocó el suelo.

Salió de la habitación, cerrando la puerta con cuidado. Buscó su ropa por la sala de estar, encontró su camisa en el respaldo del sofá y sus pantalones tirados por delante -se los había quitado antes de intentar dormir en el sofá, recordó- junto a sus zapatos y calcetines. Comenzó a vestirse, poniéndose los pantalones primero.

—Buenos días —saludó ella, saliendo de la habitación—. ¿Te vas? —pasó por su lado.

—Sí, tengo algunas cosas que hacer —se abotonó la camisa—. ¿Vas a hacer algo este fin de semana?

—No creo. Si siguiera teniendo coche, saldría de Londres y haría un pequeño viaje por las afueras con Lorena, como antes —se encogió de hombros—. Así que estaré aquí y haré maratón de películas —sonrió—. ¿Y tú?

—Tengo que salir del país —miró su móvil, tenía un mensaje de Kristen—. Que tengas un buen fin de semana —dijo mientras caminaba hacia la puerta.

—¿No desayunas? —inquirió ella, recibiendo un "no" por parte de él.

—Por cierto, necesito que me acompañes a una cena el martes —se giró hacia ella, quien asintió.

—Que tengas un buen fin de semana —se despidió de él antes de cerrar la puerta.

Lo primero que hizo Chris nada más salir del apartamento fue mirar el mensaje que su ex prometida le había mandado. "Ya me han contado que estás con una cría. Qué rápido lo has superado todo. Y yo que pensaba en darte una segunda oportunidad".

Guardó el móvil, ni siquiera había pensado en Kristen desde que conoció a Diana. No tenía ganas de hablar con ella.

Mientras bajaba las escaleras, pensó en el mensaje. ¿Acaso no era eso lo que pretendía? ¿Fastidiarla? ¿No quedar en ridículo delante de sus socios y clientes, y sus padres? En ese momento le importaba bien poco todo lo que ellos pensaran, solo podía pensar en lo mucho que aquella chica le interesaba y las ganas que tenía de volver para besarla. ¿Qué demonios? Volvió a subir los escalones que ya había bajado y caminó hacia su puerta. Aunque, ¿qué iba a hacer? ¿Besarla a traición como hizo la anterior noche?

Ella abrió la puerta, encontrándose con él de frente. Le sonrió y él no pudo evitar devolverle la sonrisa. Se acercó a él a paso rápido y le besó fugazmente. Él la agarró de la espalda, deseando alargar el beso, aunque solo fueron un par de segundos más.

—Hay que dar los buenos días en condiciones —se justificó.

—Completamente de acuerdo —sonrió él.

—Nos vemos el martes por la noche, entonces —se separó de él.

—Hasta entonces —le sonrió de lado mientras veía como cerraba la puerta tras ella.

Se dio la vuelta y volvió a bajar las escaleras. Tenía que coger un vuelo en tres horas y todavía tenía que ducharse y cambiarse de ropa.

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Ya era por la tarde y en lo único que podía pensar era en verle. Aunque Lorena fuera muy buena compañía y se lo pasara genial con ella, solo podía pensar en él.

—A ese le daba un repaso de los buenos —Diana se carcajeó mientras señalaba al protagonista de la película—. ¿Me vas a decir que no? Tiene un culo que invita a que lo manoseen y yo que llevo meses a dos velas.

—Qué desastre —rió.

De pronto, oyó el telefonillo de su casa sonar. Le hizo un gesto a Lorena para que parara la película mientras se levantaba para responder.

—¿Diana Davis? —inquirió una voz masculina desde el otro lado.

—Sí —respondió extrañada.

—El señor Evans me ha pedido que le traiga una cosa.

—Vale, ahora bajo —frunció el ceño.

—¿Qué pasa? —preguntó Lorena.

—Que me han dicho que hay algo para mí abajo —dijo confundida.

—¡Venga, vamos! —se levantó del sofá.

—Pero si vamos en pijama —la detuvo.

—¿Y qué más da? Es sábado por la tarde. Esto es lo más normal del mundo. Vamos.

Lorena tiró de ella, aunque Diana se detuvo un segundo para coger las llaves. Lo último que quería era quedarse encerrada fuera en pijama. Bajaron las escaleras deprisa y cuando llegaron al portal, Diana no se lo pudo creer.

—¿Diana? —preguntó el hombre trajeado, señalándola. Ella asintió rápidamente—. Esto es suyo —le entregó unas llaves.

No podía dar crédito de lo que estaba viendo. Tenía delante de ella un Honda Civic Type R azul, completamente nuevo.

—¿Se va andando? —preguntó preocupada.

—No se preocupe —le restó importancia y se volvió a girar para marcharse.

Diana y Lorena se miraron entre ellas, no daban crédito a lo que acababa de suceder, aunque solo tenía una respuesta: Chris Evans. 

SD | CHRIS EVANSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora