Tras una semana de celebración y tranquilidad, el fin de semana se fue acercando. Diana había tenido, por fin, unos días libres para poder pasarlos con Lorena y con Chris, lo agradeció bastante, ya que era algo que llevaba necesitando desde hacía semanas.
El miércoles Chris estaba encerrado en una reunión, por lo que los planes de acompañarla para que se comprara el vestido de la gala, tuvieron que cancelarse. Sin embargo, le dio dinero y el nombre de un par de tiendas para que ella fuera con Lorena. En cierto modo, aquella idea también le gustaba. No sabría qué se pondría hasta la noche del evento.
El sábado llegó sumamente rápido. Lorena se había quedado junto a su amiga para ayudarla a prepararse, como siempre. Cuando se miró en el espejo, se sorprendió a sí misma. Ni siquiera parecía ella. El vestido, de un color azul eléctrico, era pegado a su cuerpo y una caída ligera, el escote resaltaba sus pechos y su cuello, lo cual le encantaba. Diana temía que el recogido completo, en moño, le diera una apariencia demasiado viejuna, pero se equivocaba. Le encantaba lo que estaba viendo.
Lorena se despidió de su amiga y le deseó suerte mientras tomaba asiento en el sofá. Pensaba quedarse un rato, para acabar de ver el programa de talentos que habían empezado a ver horas antes, y después marcharse de vuelta a casa; algo con lo que Diana estaba de acuerdo, siempre y cuando no descolocara nada.
Chris le había mandado un mensaje minutos atrás, avisándole de que la estaba esperando abajo. Salió del ascensor con paso acelerado y apretó con fuerza su bolsito de noche antes de cruzar la puerta del portal y encontrarse con él. Sus ojos se perdieron en ella en cuanto la vio, parecía una princesa. Era su princesa.
Ella sonrió al verlo de aquella manera y se acercó a él para darle un pequeño beso en los labios. Chris lo respondió al instante. Se desabrochó la americana de su traje gris, mostrando una camisa blanca.
—Sé que no estoy a la altura pero, ¿me permite acompañarla? —Diana rió y asintió, montándose en el coche.
Tras ella, él se montó también. Arrancó su Jaguar, el motor del cual rugió, y se dispusieron a marcharse camino al hotel donde se celebraba la gala.
Debía reconocer que estaba nerviosa, apenas había comido y lo poco que había ingerido iba a vomitarlo en cualquier momento. Chris también estaba inquieto a su lado, aunque él lo disimulaba un poco mejor. Tras la comida con sus padres, no había vuelto a hablar con su padre, exceptuando de aquel mediodía. Le había comentado asuntos de la gala y el hecho de que prefería que fuera solo. Pero una vez que había comenzado a tomar decisiones por sí mismo, no podía parar. Quiso llevar a Diana para demostrar lo orgulloso que estaba de tener a una chica como ella a su lado y ella se merecía ir. Era su novia.
Se introdujeron en el edificio, acompañados de mucha más gente que iba igual, o mejor, vestida que ellos. Chris apretó su mano con fuerza hasta que llegaron al gran hall del hotel. A lo lejos, pudo ver a Kristen. Ella parecía no haberle visto, pero el simple hecho de saber que ella estaba allí le hizo tensarse en el momento. Diana no lo notó, ya que ella estaba incluso más tensa que él.
Chris había saludado a un par de personas, aunque de forma superficial y sin mostrarse efusivo.
Cuando por fin fueron invitados a pasar al comedor principal, Diana dio un brinco de alegría. Estaba nerviosa, pero estaba muerta de hambre. Él sonrió al verla, aunque sabía que aquella alegría desaparecería en cuanto viera la comida. Ya había estado allí años anteriores, y era la gala con peor comida con creces, no por calidad, sino por cantidad -tampoco podía medir muy bien la calidad con lo poco que les daban a probar.
La noche avanzó sin grandes sorpresas, tras la cena se dirigieron a una gran sala en la que todo el mundo se limitó a beber y socializar. No volvió a ver a Kristen y Diana parecía estar pasándoselo bien. Por un segundo, Chris se ausentó y la dejó solo, uno de los clientes quería hablar con él a solas. Antes de marcharse, se aseguró de que ella estuviera de acuerdo.
Mientras él se encontraba atrapado en uno de los balcones con el cliente, Diana estaba sentada en la barra, esperando a que él llegara cuanto antes. No conocía a ninguno de los presentes, y eso le ponía algo nerviosa. Una mujer alta morena y de tez pálida se colocó a su lado, dirigiéndole varias miradas. Estaba a punto de decirle de malas maneras si quería algo, pero se le adelantó.
—¿Eres la novia de Chris? —dijo con una sonrisa. Diana confundida asintió— Qué bien, al fin te conozco.
—Igualmente... —la miró, esperando a que se presentara.
—Kristen.
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Chris se despidió del cliente, quien salió del balcón antes que él, tras media hora de charla. Se sentía mal por haber dejado a Diana sola tanto tiempo, pero aquel trato le había costado meses de reuniones, y al fin lo tenía. Antes de poder volver a la fiesta, vio por la puerta a Kristen tirando del brazo de Diana hasta llegar donde estaba él. Casi sintió como su corazón se detenía en seco y la sangre caía a sus pies.
Kristen soltó el brazo de Diana bruscamente, haciéndola tambalear. Chris miró a la que fue su novia, retándola con la mirada.
—¿Se puede saber qué haces? —la miró enfadado y confundido.
—Has traído a una puta como acompañante —le encaró—. ¿Sabes la humillación por la que voy a pasar como alguien se entere? ¿Cómo te atreves a hacerme esto? Nos íbamos a casar —dijo alterada—. Qué asco me das.
—Tú y yo no nos íbamos a casar —respondió casi al instante—, ni siquiera estábamos juntos —dirigió sus ojos a una estática Diana—. Solo estabas tú, te lo prometo —se acercó a ella, pero ella dio un paso atrás—. Rompí con ella hace mucho.
Ni siquiera era capaz de mirarle a los ojos, no quería derrumbarse. Miró a Kristen antes de agachar la mirada y volver a pasar por todo el salón. Quería marcharse de allí cuanto antes. Chris se quedó paralizado durante unos segundos antes de tomar fuertemente a Kristen por el brazo.
—¿Qué es lo que le has dicho? —ejerció más fuerza, haciendo que ella gimiera de dolor.
—La verdad —se encogió de hombros—. Solo la has utilizado, todo este tiempo —sonrió.
Soltó su brazo antes de prácticamente correr por todo el lugar, preguntando a unas cuantas personas si la habían visto. Salió del edificio, encontrándola a punto de montarse a uno de los taxis que aguardaban en frente. La agarró del brazo, sin ejercer ninguna presión, solo quería que se detuviera.
—Diana, por favor, escúchame —pidió, acunando su rostro con sus manos una vez se había girado.
—No tengo nada que escuchar —apartó sus manos y le empujó—. Me hiciste sentir especial, me mentiste y encima he tenido que pasar la mayor vergüenza de mi vida por ti —negó con la cabeza—. ¿Para qué has hecho todo esto? ¿Para que fuera más creíble? Te ha salido de puta madre —hizo una breve pausa—. Yo... yo no necesito esto. Vuelve dentro, vuelve con tu gente, vuelve con tu prometida —señaló hacia la puerta—, vuelve a tus negocios y a las apariencias. No quiero volver a saber nada de ti —dijo con la voz temblorosa—. No quiero ni tu dinero, ni tus regalos, ni a ti.
Tras decir eso, y sin darle la oportunidad a responder, se montó en el taxi, el cual tras unos cuantos segundos, arrancó para dirigirse a la casa de Diana. Entonces, fue cuando se permitió a sí misma derrumbarse, no antes, no delante de él.
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SD | CHRIS EVANS
FanficSUGAR DADDY Él no pensaba permitir que a ella le faltara de nada y ella a cambio debía estar completamente disponible para él. Un contrato mutuamente beneficioso, lo llaman. NOVELA REGISTRADA Y CON TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS