Diana miraba el edificio desde afuera. Se esperaba que él trabajara en ese tipo de edificios de la City, pero aún así se sentía impresionada e incluso algo intimidada: un edificio alto con grandes cristales, con una puerta rotatoria que te invitaba a entrar y de la cual solo salía gente trajeada y perfectamente arreglada. Sí, quizás era eso lo que la intimidaba.
Ella iba vestida lo más simple posible con unos vaqueros algo rasgados, unas zapatillas blancas algo sucias -por no decir bastante- y una camiseta a rayas de lo más normal. Se agarró a la tira de su bolso con fuerza antes de suspirar y disponerse a entrar sin pensárselo más de una vez, ya que si seguía dándole vueltas, lo más probable era que saliera huyendo por patas.
Mientras avanzaba hacia los ascensores, uno de los guardias la detuvo -probablemente por su vestimenta algo inapropiada-. No sabía qué hacer ni qué decir, aparte de repetir una y otra vez que Chris la estaba esperando. Aunque con el tono de niña intimidada, cualquiera la hubiera tomado en serio. Parecía una chica que se había colado en la zona backstage de algún concierto y a la que acababan de pillar con las manos en la masa.
—¿Así vestida? —Diana alzó una ceja, impresionada, pero incapaz de decir en voz alta lo que pensaba— El señor Evans es lo suficientemente serio como...
—¿Qué está pasando aquí? —inquirió una voz desde los ascensores.
Diana se giró y se quedó embobada por unos segundos. Era increíblemente guapo. Ese cabello castaño peinado de manera cuidada hacia atrás, unos ojos azules que mostraban una seguridad implacable, unos labios gruesos, que parecían tan suaves al mismo tiempo; por no hablar de lo bien que le quedaba el traje azul marino que llevaba puesto. Sin duda había tenido mucha suerte de que él se fijara precisamente en ella.
—Esta chica pretendía colarse. Dice que usted la ha citado aquí...
—Y es así —le cortó.
El guardia lentamente suavizó el agarre sobre el brazo de Diana, la cual seguía mirando fijamente a Chris.
—Que sea la última vez que tratas a alguien así en mi empresa, sea quien sea, o como vaya vestido, me da igual —dijo sereno y con tranquilidad—. No quiero tener que despedir a nadie por tonterías como esta, ¿entendido?
El guardia asintió rápidamente y finalmente soltó el brazo de Diana, quien se lo sobó con la otra mano mientras caminaba hacia Chris. Tenía la mano estirada hacia ella, invitándola a caminar a su lado. Por un instante él colocó su brazo alrededor de sus hombros y le acarició el brazo de una manera bastante cercana antes de volver a separarse.
—Lo siento, de verdad —se disculpó una vez dentro del ascensor—. No suelo tolerar este tipo de comportamiento hacia gente que no pertenece a la empresa. Me gusta que se tenga pleno control de quien entra y sale, ¿pero tratar a alguien como si fuera a robar solo por la forma en que va vestido? Tiene mucha suerte de haberme pillado de buenas.
Y Diana estaba de acuerdo con todas y cada una de las palabras que salían de su boca, pero tampoco iba a crucificar al guardia por haberse tomado el asunto más en serio de lo que tocaba.
—No importa —logró decir—. En realidad solo estaba haciendo su trabajo —se encogió de hombros.
Chris la miraba intensamente, estaba tan serena y apaciguada tras lo ocurrido. Cualquier otra chica con la que hubiera dado se habría vuelto loca y se lo habría echado en cara, lo que habría supuesto comprarle algo para intentar arreglarlo. Aunque pensándolo mejor, con cualquier otra no habría sucedido porque las anteriores Sugar babies que había contactado tenían un presupuesto bastante elevado como para ir vestidas tal y como iba Diana. Aunque no le molestaba, en absoluto.
Ella no pudo evitarlo, se detuvo tras haber salido del ascensor. Aunque fuera disimuladamente, ella sentía muchas miradas puestas sobre ellos. Chris también lo notó, así que no dudó en tomarle de la mano para guiarla por el pasillo, deteniéndose frente a una puerta.
Justo cuando iba a abrir, alguien le detuvo. John era, quizás, una de las piezas fundamentales en su empresa, ya que sus ideas hacían que todo siguiera rodando de manera perfecta. Empezaron a hablar de algunos asuntos, hasta que John se cercioró de la presencia de Diana.
—No sabía que estabas acompañado —se disculpó—. Te llamaré más tarde para darte más detalles —el hombre sonrió a Diana antes de seguir caminando por el pasillo.
Gentilmente Chris colocó su gran mano en la espalda de Diana, invitándola a pasar. Ella dio unos cuantos pasos y se quedó impresionada ante el tamaño de aquel lugar y las increíbles vistas que tenía de toda la zona.
—Arreglaré un par de cosas y nos vamos —caminó hacia su gran sillón y se sentó antes de comenzar a teclear—. No te cortes si tienes sed, hambre, si quieres sentarte...
—¿A dónde iremos?
—A mi casa —le sonrío—. Creo que tengo más recursos para poder darte esas clases de protocolo, y me sentiré más cómodo.
Diana frunció el ceño. ¿Acaso no podía llevarse los cubiertos o lo que tuviera que usar a su casa?
Rodeó los ojos. Claro que no.
Se mordió el labio y miró a través del ventanal, y se giró a mirarle a él. ¿Cómo alguien como Chris tenía la necesidad de tener una Sugar Baby? Podía tener a cualquier mujer sin tener que pagar nada, sin tener que actuar como un hombre en plena crisis de mediana edad. No creía que conquistarlas fuera un problema. Era un hombre bastante amable y educado, por no decir que era extremadamente atractivo y encantador.
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SD | CHRIS EVANS
FanfictionSUGAR DADDY Él no pensaba permitir que a ella le faltara de nada y ella a cambio debía estar completamente disponible para él. Un contrato mutuamente beneficioso, lo llaman. NOVELA REGISTRADA Y CON TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS