—¿Qué te has acostado con él? —gritó incrédula, haciendo que todo el mundo se girase hacia ella.
—Shh —le hizo un gesto para que bajara el volumen—. Sí, ayer.
—Por eso tenías tú tanta prisa por volver —Lorena empezó a darle golpes en el brazo.
—No, ni siquiera sabía que me estaba esperando —se encogió de hombros—. Me vino a traer el móvil —se lo enseñó—. Y lo que pasó, pasó.
—Entre tú y yo —cantó divertida—. ¿Y cómo fue?
—Bien —avanzaron por la tienda.
—¿Solo bien? Así que, lo que tiene de guapo lo tiene de desastre en la cama —dedujo.
—¿Y qué quieres que te diga? —se escondió tras el perchero de vestidos—. Y además me dijo que fui la primera.
—¿Era virgen? —exclamó incrédula.
—¿Quieres dejar de pegar esos berridos cada vez que te digo algo? —la riñó— Soy la primera Sugar Baby con la que se acuesta.
—Hostia —Lorena se puso a su lado—. Entonces, ese tío se está pillando —Diana rodeó los ojos mientras miraba entre los vestidos—. ¿Y qué tal por la mañana?
—Él ya se había ido cuando me he despertado, así que ni idea —se giró hacia Lorena.
Siguieron mirando ropa para la cena de aquella noche. Aunque no estaba segura de por qué, ya se había comprado algo de ropa la vez anterior.
—Necesitas algo recatado —sacó un vestido negro con falda de tubo— y unos tacones tipo Stiletto —se agachó para cogerlos.
—Esta no es mi talla —dijo al cerciorarse de que el vestido que había sacado era 2 tallas más pequeña.
Volvió a dejar el vestido y buscó su talla. Lorena se volvió a levantar con los zapatos de tacón en la mano. Se los dio y casi la empujó al probador para que se lo probara todo.
—Y tranquila que del maquillaje me encargo yo —aseguró Lorena desde el otro lado del probador—. A ver si aprendes a maquillarte de una vez, por cierto.
Cinco minutos después, Diana ya estaba fuera. No podía negar que el conjunto le encantaba e incluso hacía que su barriga pasara desapercibida. Se dirigieron a la caja, donde una dependienta forzosamente simpática les atenció. Todo lo que había comprado no había llegado ni a las cincuenta libras, aunque todo el conjunto podría pasar perfectamente como si fuera de una tienda de prestigio.
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Llegó el momento que Diana tanto odiaba: el de maquillarse. Lorena se puso en pie frente a ella, esperando a que se apartara el cabello con una diadema. Diana no sabía qué le iba a hacer a su cara, así que simplemente se dejó hacer. Cerró los ojos y quedó a su merced, como una muñeca. Ese momento de tranquilidad no duró mucho. Sintió un gran dolor en sus cejas que hizo que se irguiera y se separara.
—¿Cuánto hacía que no te hacías las cejas? —inquirió con seriedad.
—No lo sé.
Lorena negó con la cabeza, tomó a su amiga de la frente y la echó un poco hacia atrás para tener plena vista de sus cejas. Las retocó a su antojo, perfilándolas. Bajo ella, Diana estaba deseando que aquella tortura acabara, aquel dolor era insoportable.
Sintió algo húmedo y frío en esa zona, aliviándola. Por fin había acabado.
—¿Te has depilado? —sintió terror cuando escuchó esa pregunta.
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SD | CHRIS EVANS
FanfictionSUGAR DADDY Él no pensaba permitir que a ella le faltara de nada y ella a cambio debía estar completamente disponible para él. Un contrato mutuamente beneficioso, lo llaman. NOVELA REGISTRADA Y CON TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS