Capítulo 48

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  Las semanas posteriores a aquello se le habían hecho eternas y la rutina era más pesada que nunca. Lorena había avanzado considerablemente en cuanto a la rehabilitación, uno de los días pudo incluso mover un poco la pierna, aunque no duró mucho. El doctor les dijo que no se hicieran demasiadas ilusiones porque eso no quería decir nada, pero en realidad ayudó bastante a que su amiga siguiera luchando y se esforzara el doble. Seguía valorando el gran poder y fuerza que tenía su amiga para seguir adelante pese a todo. Su amiga volvía a ser la misma que utilizaba cualquier excusa para hacer una broma o que sabía cuánto le gustaba un chico tras mirarle el culo.

Aunque estaba en la situación en la que estaba, ella no dejó de vivir y sorprendió a Diana teniendo un par de citas con un chico.

—¿El doctor? —preguntó sorprendida, mirándole de reojo.

—Sí, es un encanto —sonrió ampliamente mientras realizaba los ejercicios—. Hemos quedado mañana para ir a cenar.

Y aquello sí que era extraño, era la primera vez en su vida que escuchaba a Lorena hablar así de algún hombre. Siempre había formado parte del grupo de las que no se ataban a nada. A la única persona a la que era fiel, era a su ginecólogo.

—¿Cuándo le vas a contar a tu familia esto? —preguntó por fin, cambiando de tema.

Ya hacía más de un mes desde el accidente y sentía que su familia debía ser conocedora de toda la situación. Había conocido a sus padres, y sabía que pese a que eran un tanto egoístas con su dinero, a su hija la querían con su vida y, por tanto, la apoyarían tanto como pudiesen.

—Necesito esperar un poco más —suspiró—. Quiero que vean que todo está bajo control y que no necesito nada de nadie —se encogió de hombros—. Si les digo que estoy así, lo primero que harán será venir a Londres para llevarme a rastras de vuelta a España. Y yo no quiero eso.

Diana asintió, no iba a ser ella quien faltara a la decisión de su amiga, y mucho menos sobre un tema que no le incumbía del todo.

—Bueno, por ahora tienes la buena compañía del Doctor Bombón —bromeó.

—Pues claro —rió—. ¿Y tú? —Diana le miró sin entender— ¿Qué hay de Chris?

Desde la última vez, no se habían dirigido la palabra. Él iba con más asiduidad a la empresa de Jeff. Llegaba, barría con la mirada todo el lugar mientras avanzaba hacia la sala de reuniones y se encerraba allí con Jeff y un grupo de personas hasta la hora de comer. Ella estuvo presente en una de aquellas reuniones, a petición de Jeff, aunque apenas estuvo pendiente de lo que ocurría, estaba demasiado pendiente de Chris y su forma de hablar; incluso uno de los presentes llegó a llamarle la atención por no servirle agua cuando se la estaba pidiendo.

—Nada —negó con la cabeza.

—¿Crees lo que esa tía te dijo?

—Al principio no, no del todo —se corrigió—, pero él me lo confirmó y me lo sigue confirmando. Me utilizó. Fui la típica mujer trofeo que enseñas para joder a alguien y de la que luego te olvidas en cuanto lo consigues.

—No parece haberte olvidado, al menos eso no era lo que parecía el otro día —se encogió de hombros, Diana la miró confundida—. Hablamos por Facebook, de vez en cuando. Siempre de ti.

No podía creerse que incluso su mejor amiga estuviera jugando en el bando contrario. Bufó fastidiada, no podía enfadarse con Lorena y no estaba dolida, mucho menos sentirse traicionada, pero no le gustaba. Después de todo lo que le había contado...

—Está tan mal como tú —prosiguió—. Solo quiere arreglar las cosas, Diana —consiguió que su mejor amiga la mirara—. Al menos habla con él como personas adultas. Por el amor de Dios, te presentó a su familia y ha compartido muchísimas cosas de su vida contigo —la regañó—, si solo te hubiera utilizado, ¿creerías que habría actuado así? —suspiró con cansancio— Te he intentado dejar a tu aire para ver si tú dabas el empujón y hablabas con él, pero le rehúyes y luego le pones a parir en cuanto puedes. Déjale hablar y darte su versión de las cosas.

SD | CHRIS EVANSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora