17: Fermentación

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Después de enfriar, se traslada el mosto a unas cubas grandes donde fermenta con levadura, convirtiéndose en un líquido de baja riqueza alcohólica.

Destilando la historia del Whisky.

L.R

El pequeño grupo de investigadores trabajaba arduamente, habían logrado entrevistar a varias de las personas más ancianas e influyentes de la población. Lucrecia había casi terminado el primer y segundo tomo de los libros incunables de la familia MacLeod, y todos los relatos la tenían completamente fascinada. En el presente libro encontró un extraño y triste relato que llamó sumamente su atención, la historia se desarrollada alrededor del año 1456; un amor inconcluso, cuyo destino era el de un par de almas que debían permanecer unidas, pero que fueron abruptamente separadas por la maldad, la codicia y el rencor. Dejando dos almas gemelas no solo separadas, sino una maldición lanzada a los MacLeod para todos los tiempos.

- Qué extraña historia. – hablo Lucrecia narrándole a Samantha, mientras tomaban un descanso. – demasiado fantasiosa, como para haber merecido ser escrita en los libros de la familia.

Samantha se encogió de hombros, como si fuere algo normal, mientras limpiaba uno de los lentes de su cámara. Se encontraban sentadas en una mesa en el jardín frente a la casa, bebiendo un chocolate caliente, cortesía de Brena. Con la llegada de la primavera el clima empezaba a aumentar un par de grados y el sol calentaba cada vez más, por lo que invitaba a permanecer más tiempo a la intemperie.

- Pero recuerda que estamos en Escocia, y aquí todos son supersticiosos. – aseguró Samantha. – Y creen en cuentos de hadas, posiblemente se trate de esto.

- No lo creo. – contestó Lucrecia. – En ninguno de los otros dos tomos, se hablaba de ninguna leyenda, solo hechos históricos del clan. Y mira, que los he constatado con los reportes de otros libros. No veo la razón de incluir esa leyenda.

- Deberías preguntarle al señor MacLeod. Posiblemente él lo sepa.

Lucrecia afirmó en concordancia con un movimiento de cabeza.

- Sí, eso haré. No puedo sacarme la historia de la cabeza.

En ese preciso momento el aludido caminaba con determinación hacia el carrito de golf, que ellas sabían que utilizaban para ir y venir desde la destiladora hasta el castillo. Lo vio encender el carrito y empezar a transitar por la delgada calle pavimentaba que unía las dos propiedades.

- Sabes. Lo haré ahora mismo. – dicho esto, Lucrecia se encaminó hacia la destiladora, recorriendo el camino a pie, pues el único transporte disponible lo había utilizado Liam.

- Espera, te acompaño – ofreció Samantha. – iré tomando fotografías por el camino.

Las dos mujeres emprendieron la caminata, Samantha disparaba fotografías por doquier; gotas de rocío en el césped, el brillo del sol sobre las ramas, pajaritos apostados recibiendo el sol, un perro andariego, unas ovejas pastando, la cúpula de una construcción lejana. El trayecto que a pie no debió durar más de 15 minutos, tardo el doble de tiempo. Para cuando llegaron no había ni rastro de Liam, por el lugar, por que empezaron a buscarlo por varios sitios de la fábrica destiladora.

Las dos mujeres ingresaron a la zona de cargue, justo en el momento en que estaba ingresando un camión trayendo grano. La gran cantidad de grano transportado impresionó a Lucrecia, Samantha mientras tanto se entretuvo fotografiando los viejos edificios desde fuera.

Lucrecia observaba atentamente como el grano era vertido en unos grandes contenedores, los cuales eran trasportados hacia un piso superior, e ingresaban a lo que parecía una habitación, en una especie de guardilla. Era tan interesante la sincronía coordinada con que trabajaban los varios empleados, que no se percató que uno de los camiones que habían ingresado, ahora estaba tratando de salir del sitio dando reversa justo en dirección hacia ella. El conductor del vehículo, mecánicamente seguía los mismos pasos que siempre hacia durante su trabajo, conociendo exactamente donde estaban todos sus compañeros, simplemente confiado de su labor solo ejecutaba su habitual rutina.

- ¡CUIDADO!

A pesar del continuoruido del ambiente, la advertencia fue expresada a grito en voz fuerte y clara.Todo paso de repente, Lucrecia volvió su cuerpo hacia el lugar donde proveníael grito, pero solo pudo ver la parte trasera del camión que se precipitabarápidamente hacia ella dejándola totalmente congelada. Sintió que un fuertebrazo la tomó de la cintura en un violento movimiento que terminó en una é dolorosacaída en el duro suelo. De ahí en adelante todo fue negro.

Destilando Historia *** En Curso***Donde viven las historias. Descúbrelo ahora