3: Recogiendo el grano

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Se reconoce que el trigo llega a su estado de madurez, cuando la planta cambia su color verde por el blanquecino o amarillento y el grano no se deja cortar transversalmente con la uña. Anteriormente la cosecha se recogía realizando la "siega" manualmente con la tradicional Oz. Sin embargo, la perdida de granos producto del desgrane, y pájaros en búsqueda de comida, era bastante alta.

Actualmente se utiliza avanzada maquinaria automotriz que permiten una operación rápida y económica, disminuyendo además las perdidas. Sin embargo, y aunque con nostalgia la tradición manual se fue aboliendo, existen poblaciones alejadas en las que aún se practica de esta manera, en áreas pequeñas de cultivo. Y por supuesto tras su recolección vienen los festivales de la cosecha.

                                                                                                                     Destilando la historia del Whisky.

                                                                                                                                                                L.R


Octubre de 2018.

Lucrecia caminaba apresuradamente, haciendo malabares para no caer. Los zapatos de tacón que en pocas ocasiones usaba, la falda pitillo negra con su elegante camisa de seda blanca; que era su ropa favorita, no ayudaban mucho en la situación en la que se encontraba. En estos momentos su elegante atuendo le entorpecía un poco su apresurada carrera. Cargada de carpetas con documentación importante, se apresuraba a llegar a su destino. Muchas hojas se asomaban por los bordes de los folios, con los informes necesarios para la reunión que se llevaría a cabo. Estos amenazaban con salirse de sus lugares, a razón del vaivén de los pasos de Lucrecia. Sumando el bolso y chaqueta, Lucrecia era todo un tren de carga en este momento.

Este siempre había sido su sueño, por el que siempre había trabajado. Hasta ahora había hecho muchas investigaciones, con excelentes resultados, pero nunca había logrado la oportunidad de trabajar directamente en campo.

Llevaba un pequeño retraso. La razón, su viejo auto Toyota Corola del 87, por enésima vez en dos años, se había averiado. Y por supuesto que había salido justa de tiempo, debido a que la investigación que llevaba a cabo, sobre los aborígenes americanos que adelantaba en estos momentos la tenía tan absorta que había olvidado por completo la hora. Y era precisamente para debatir esto, que era citada a dicha reunión. Lucrecia debía convencer a sus jefes "eruditos del Smithsoniano", para que aceptaran y financiaran su investigación actual.

Finalmente llegó a su destino, tras haber subido las tres plantas desde el lobby hasta la oficina. Entro a la sala sin ninguna elegancia, sin tocar previamente, ni esperar a que la ausente secretaria la anunciara. En su afán solo abrió la puerta y entró intempestivamente, olvidando cualquier norma de educación.

- Lo siento mucho. Doctor Royers y Doctor Smith. – expresaba rápidamente mientras se apresuraba a caminar hacia la mesa de juntas, mirando fijamente por donde pisaba para evitar enredarse en la cara alfombra. - Disculpen mi tardanza...

Cuando finalmente levantó el rostro, observando realmente a su alrededor, encontró que no solo estaban sus jefes presentes, sino tres hombres más. Sentados todos en la mesa de juntas, mientras la "ausente secretaria" les entregaba carpetas con información.

Lucrecia se mantuvo estática, haciendo malabares para no dejar caer sus pertenencias, y pasar por la vergüenza de recogerlo todo. Estaba muy confundida.

- Dis... Disculpen la intromisión. – trato de continuar hablando. Abrió la boca en dos ocasiones antes de empezar de nuevo. - Pe.. Pero, pero. ¿Disculpen que día es hoy? – Preguntó para asegurarse de que no había confundido la fecha, nuevamente.

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