18: Fermentación 2

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Lentamente empezó a disiparse una neblina que cubría la conciencia de Lucrecia. El lado derecho de su cuerpo recibió el mayor impacto; el brazo, la pierna, la cadera y la cabeza a la altura de la frente, le dolían tremendamente, pero fue el golpe en la frente lo que la dejó completamente aturdida.

No sabía lo que pasaba, solo escuchaba muchas voces alrededor, Lucrecia cerró fuertemente los ojos, tratando de encontrar la lógica de la situación.

- Abre los ojos bonita. Despierta. – la gruesa voz, impregnada de ternura la atrajo de nuevo a la realidad.

Lucrecia abrió lentamente los ojos tratando de enfocar su visión, obligándose a salir de su aturdimiento. Observó a su alrededor, encontrándose en una especie de oficina. Era bastante vieja por el mobiliario y color de las paredes, pero se sentía agradable y limpia. Luego enfocó su miraba al frente, encontrándose reflejada en los ojos más verdes que había visto en la vida, y de inmediato supo a quién pertenecían. Después de haber viajado por numerosos países, el tono de sus ojos, solo se comparaba con las verdes praderas de escocia en primavera.

- ¡Och Muchacha! - exclamó Liam, retirándole tiernamente el cabello del rostro.

- Mmmm

- ¿Te encuentras bien? ¿sabes quién soy?

- Si.

- Te diste un fuerte golpe en la cabeza, pronto veremos al médico. – aseguró Liam. – no respondiste a mis preguntas.

- Sí, estoy bien Liam.

Era la primera vez que Lucrecia lo llamaba por su nombre de pila, y aquello lo sorprendió. Su nombre en los labios de ella, le sonó diferente.

- Muy bien. Ahora déjame revisarte esas heridas, Lucrecia.

Liam le ayudó a incorporarse, mientras ella observaba toda la estancia, el empezó a destapar varios frascos pequeños y a untar algunos algodones con los líquidos que había dentro de ellos.

- Bien. Bonita. Esto escocerá un poco. – advirtió antes de ponerle un poco de este líquido en la frente.

- Auch. – se quejó ella tratando de retirarse del contacto.

- Lo sé, lo siento. Pero debo desinfectar la herida.

- Lucy. – Dijo ella.

- ¿Eh? – preguntó Liam confuso.

- Mi nombre, me llamaste por mi nombre, pero me gusta que me llamen Lucy, como me llama el abuelo.

- Ah, bien... Pensé que tenías una contusión, o algo ¿lo recuerdas? Ingresaste a la fábrica y por poco te atropella uno de los camiones.

- Tú me quitaste de en medio. – aseguró.

- En efecto, pero caímos como un saco de patatas al suelo. – contestó. – Lamento no haber evitado que te golpearas la cabeza.

Tras estas palabras Lucrecia fue consiente del dolor que sentía, mientras Liam continuaba limpiando con el líquido desinfectante, los raspones que tenía en varias partes del cuerpo.

- Tú también estas lastimado. – aseguró ella.

- No es nada.

- Si. Sí, es algo, déjame ahora yo te atenderé.

Lucrecia repitió las acciones de él. Tomó una mota de algodón y lo humedeció con el líquido desinfectante y limpiando la fea raspadura que Liam llevaba en el codo.

Destilando Historia *** En Curso***Donde viven las historias. Descúbrelo ahora