Dolor

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Sus mejillas estaban rojas, la vergüenza y su corazón latiendo como loco definitivamente no le ayudaban en nada, haber besando la mejilla del rubio le había causado un cierto cosquilleo. Al entrar a su salón, los murmullos no se hicieron esperar, de un segundo ya estaba siendo insultado y golpeado de vez en cuando en su cabeza por las manos de los otros, de nuevo estaba pasando por eso, las lágrimas no tardaron en aparecer y comenzar a descender por sus mejillas, su alma dolía de una manera terrible, sus recuerdos no lo dejaban tranquilo.

Caminó rápido hacia los baños y soltó a llorar, no le importaba tener que saltarse una clase; de todos modos era una muy aburrida que no quería tener, respiró profundo mientras se miraba al espejo, estaba hecho un desastre total, sus ojos rojos de tanto llorar y su piel más pálida de lo normal no le daban un buen aspecto. Dio un suspiro y se sentó en el piso con sus rodillas pegadas a su pecho, estaba cansado, la puerta del baño se abrió y levantó la mirada, lo vio ahí parado, tenía tanto miedo que se levantó rápidamente cuando notó que se acercaba lentamente hacia su persona.

-¿Q...qué haces tú aquí?-Preguntó con la voz nerviosa.

-¿Por qué? No puedo visitar a mi amado novio de vez en cuando-Mencionó el contrario encarcelando al menor en la pared con ambos brazos para que no escapara.

-Tú y yo ya no somos nada-Se atrevió a decir San ocasionando que el mayor le tomara con una mano del cuello llegando así a apretarlo un tanto fuerte.

Por consciente, San tomó con ambas manos la muñeca del mayor para tratar de aflojar el agarre, sus latidos comenzaron a surgir de la nada pues el miedo se estaba apoderando de él.

-Sólo mirate, no eres nadie para ninguna persona, simplemente un chico común y corriente que nadie quiere-Dijo el mayor apretando más su agarre en el cuello del peliverde.

-N...no es v...verdad-Fue lo único que logró articular pues comenzaba a faltarle el aire.

El chico que lo tenía arrinconado sólo se rió con fuerza como si se tratase de una broma, aunque para él lo era, pero para San no.

Sabía que algo así pasaría, y peor aún, no tenía escapatoria ante la garras del chico peliazul que estaba tan cerca de su cuerpo y que lo observaba con una mirada penetrante, una muy fuerte, cerró sus ojos y se resignó, sabía de ante mano que si el contrario apretaba más su agarre en su cuello, moriría.

Sintió como el peliazul se acercaba de apoco a su rostro, estaba total y completamente nervioso pues no sabía lo que el otro tenía planeado hacer. Silencio, eso se escuchó por un breve instante, luego un golpe seco para terminar con un sonido fuerte en el suelo, el peliverde comenzó a respirar con normalidad y abrió los ojos y, para su sorpresa, un Wooyoung muy enojado, y con su respiración muy rápida, estaba frente a él mientras el peliazul estaba tirado en el duro suelo sobando su mejilla y boca, de las cuales esta ultima tenía sangre.

-¡Te dije que dejaras de molestar!-Gritó el rubio con rabia, lo que le sorprendió a San.

-Vaya, no sabía que aún te quedaba fuerza Jung Wooyoung-Se burlo el peliazul una vez que estaba de pie otra vez.

-Mejor cierra la puta boca y deja de estar ladrando-Advirtió Wooyoung señalándolo-deja tranquilo a San, Hongjoong-Finalizó tomando al mencionado del brazo para salir con él de los baños, realmente estaba molesto, además de cabreado.

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Ambos se encontraban sentados en las sillas de una mesa de la cafetería en un silencio incomodo, por fortuna San no tenía clase, ninguno hablaba; uno por miedo a que él otro le preguntara si lo conoce, y el otro por temor a ser regañado o juzgado injustamente.

Todo había pasado tan rápido, de un segundo a otro el peliverde se encontraba llorando en los brazos del rubio, a este no le molestaba en absoluto, pero lo que si no toleraba era esa imagen de San siendo besado por el peliazul.

The secret // WoosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora