-¡Christina! –Su voz retumbó en mis oídos y provocó que todo mi cuerpo diera una sacudida. -¡Estas bien!
Me quede quieta un segundo. No sé qué decir, ni nada. Le lanzo una mirada a Asaiah y él permanece indescifrable, lo miro a los ojos pero no me dicen nada. Mierda. Dejo que mi respiración se oiga por el micrófono para consolar a Clarisa y que pensara que sigo viva y que la oigo del otro lado de la línea.
-¡Habla! –Volvió a gritar. -¡Habla imbécil! ¡Puedo oír tu respiración!
Parece que las palabras se atoran en mi garganta. Puedo sentirlas por debajo de la piel de mi cuello y queman al no poder salir. Quiero gritar, quiero llorar, quiero patalear. Simplemente quiero que nada de esto hubiese pasado. Suelto aire y me armo de valor para decir una palabra, una sola y estúpida palabra. Pero sale a borbotones de mi lengua.
-Hola. –Susurro. Clarisa chilla del otro lado de la línea en respuesta.
-¡Mujer! –Se puede distinguir el alivio en su voz.- ¡Estaba demasiado preocupada por ti!
-Lo sé. –Mi voz es apenas audible.
-¿Estas bien?
-¿Quieres una mentira piadosa o la verdad?
-La verdad, nena.
-No estoy bien, sigo muerta del miedo.
-Lo sé, cariño lo sé. –Oigo un suspiro. –Pero lo importante es que estas bien.
-Supongo. –Me encojo de hombros.
-Bueno… -Susurra. –No te perdiste de mucho, en la escuela no ha habido nada bueno. –Comienza para distraerme y logra sacarme una media sonrisa. –Oh, de hecho sí. No adivinarás que pasó el viernes.
-¿Qué paso? –Digo con falso entusiasmo.
-Hoy me enteré que encontraron a Lexie y al profesor de Física en el armario de suministros el viernes.
No es que quiera desearle el mal a nadie pero esa chica en serio que me caía en el hígado. Es la chica con más fama de zorra de toda esta ciudad y estoy segura que alguna prostituta que trabaje aquí se sentiría insultada si la compararan con ella ya que por lo menos ella cobra por sus servicios. Ahora que lo pienso Lexie podría tener una enfermedad venérea, pobrecilla. Y otra de las razones que no me agrada es por lo que pasó con Asaiah, y sé que no es su culpa ya que él solo la usó pero aun así no me agradaba que me restregara en la cara su supuesta relación.
-¡Vaya! ¡Hasta que alguien se dio cuenta! –Digo. –Física era una materia que necesitaba pasar para poder graduarse.
-Por más que odie estudiar para los exámenes yo nunca me rebajaría a tanto.
-Claro que no.
-Y se me hace increíble que el señor Fox se haya dejado influenciar por esa chica.
-Seguramente vio su tanga rojo. –Digo y enseguida ambas soltamos una risotada. Después de recomponernos se hace un silencio desde los dos lados del teléfono. -¿Cómo esta Trevor?
-Está bien… -Puedo oír como suelta aire. –Bueno, preocupado, como todos nosotros.
-Lo supuse.
-Pero no está enojado con Sat.
-Lo sé.
-Por cierto, ¿Cómo saliste? –Siento una punzada en la boca del estómago de tan solo recordar lo que sentí. Lo pequeña e indefensa que estaba. Mis sentimientos y mis pensamientos, por un tiempo pensé que no habría salvación.
ESTÁS LEYENDO
Demonio (secuela de Bestia)
Teen FictionDespués de todo, Christina trata de seguir adelante. Aunque para ella sea imposible olvidar lo que pasó antes, imposible de olvidar a quien conoció y de quien se enamoró profundamente. Olvidar el dolor causado por una sorpresa que no se esperaba. P...