Capítulo 11

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Lo único que veo son sus piernas. Va caminando de un lado para otro. No para de mirar a todos lados. Está preocupado y no logro hacer que me miré o que siquiera me escuche cuando lo llamo.

Hemos salido de Michael’s en cuanto finalicé la llamada y hemos venido hasta a su casa donde estamos seguros.

Bueno, ahora no me siento segura en ningún lado.

-¡Asaiah! –Grito por quinta vez. Pero ahora si me mira. –Cálmate por favor, que me pones más nerviosa de lo que ya estoy.

Él suspira dejándose caer al lado de mí en el sofá. Sacude la cabeza con fuerza y pone su mano en mi rodilla.

-Quiero que sepas que mi intención nunca fue involucrarte en toda esta mierda. –Cubro su mano con la mía.

-Lo sé. –Suspiro. –Pero ahora hay que ver cómo solucionar todo esto.

Su rodilla comienza a moverse de arriba para abajo y lo miro a los ojos, que están llenos de desesperación y angustia

-No tengo idea de cómo manejar esto. No entiendes, nunca habían estado tan empeñados.  –Puedo ver como su manzana de Adán se mueve por su cuello al tragar saliva- Tengo miedo que te pasé algo.

-No me pasará nada. –Digo para tranquilizarlo.

-Estos meses sin ti. –La voz se le va. –He sufrido más que nunca. El tan solo recuerdo de tus ojos cuando me viste. El saber que ya no te tendría de nuevo. Todo me estaba matando de a poco.

Encuentro la forma de hacer una media sonrisa y tomo su mejilla en mi mano y lo miro a los ojos. Solo con nuestras miradas nos decimos todo. Le digo que voy a estar bien y que no me voy a ir. Él ahora es mi todo y yo soy el suyo. Estaremos juntos hasta donde me alcance la vida.

-Tendremos que idear algo para que nos dejen en paz. –Susurra.

-Lo sé.

Asaiah se pone de pie y camina a la cocina con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón. Del refrigerador saca una botella de lo que parece es whisky y se lo sirve en un vaso. Me levanto y camino hasta la cocina, donde me recargo en el arco de la pared. Comienza a caminar frenéticamente por toda su casa y parece que está buscando algo, pero yo me quedo en silencio. Entra a su habitación y se queda ahí, así que voy a verlo.

Me quedo pasmada.

Asaiah está sentado en el filo de su cama con un cigarro entre los labios. Puedo ver cómo le tiemblan los dedos cuando baja el cigarro y expulsa el humo por sus fosas nasales.

-¿Fumas? –Digo con los ojos muy abiertos.

-Lo había dejado. –Me contesta pero con la mirada al suelo.  –Lo siento.

-¿Lo necesitas?

-Era la única cosa que me calmaba hace años. –Le da una calada al cigarro –Ahora en serio lo necesito.

Me acerco y me siento al lado de él.  Le quito el cigarro de los dedos y me lo llevo a la boca para fumarlo un poco yo. Él me mira con los ojos muy abiertos.

-Hay algo que no sabes de mí. –Susurro. 

-¿Qué? –Él arquea las cejas y me quita el cigarro.

-Poco después de que mi padre murió mi madre entro en depresión. Yo tenía doce años y perdí un año de escuela, en ese año me creía una chica rebelde de diecisiete. Y pues, me hice de amistades no muy buenas e hice cosas no muy buenas. Pero me di cuenta pronto de lo que hacía era una estupidez. –Me encojo de hombros. –Así que maduré y me enfoqué en otra cosa.

Demonio (secuela de Bestia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora