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Le rogamos al taxista que apure el rumbo y que tome atajos para llegar lo antes posible al lugar. Ya me estoy desesperando, y Gisella lo notó.

– Quizás te pongan primera por ser reconocida, ¿quién sabe?

– ¿Reconocida? ¿Quién sos?– me preguntó el taxista confundido.

– Una simple youtuber, nada más– solté de una manera haciendo que no me interesara.

– ¿Te llamás... Mar?– volteó a ver hacia atrás, donde estaba.

– Sí, así es. ¿Por qué pregunta?

– ¿¡En verdad sos vos!?– mantenía su vista en mí... ¿Pero qué?– Mis hijos te ven todo el tiempo, son tus fans– miró hacua adelante para asegurarse de que todo andaba bien– ¿Podrías darles un autógrafo, por favor?

El hombre no mostraba señales de que él fuese el fan, al contrario, parecia estar lejos de mentirme. Accedí.

– Eehh, está bien.

– Toma– me dio un viejo cuaderno y una lapicera que batallaba por sacar las últimas gotas de tinta– Mis hijos se llaman Tobías y Sasha.

Anoté, y antes de poner "con amor, Mar" ya era momento de bajarnos. Debíamos correr.

– No se preocupen, yo pago– añadió el sonriente taxista.

– Se lo agradecemos. Que le vaya bien.

Sin más, corrimos como las piernas nos dejaron hasta la puerta de entrada al enorme lugar.
Nada podría detenernos ahora.

– ¡Alto ahí! ¿Qué hacen?

Retiro lo dicho.

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Perdón si notan que la historia tiene un poco de acento argentino, es que se me hace raro hablar en latino.

famous luv; kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora