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Taehyung

El titilante e irritante sonido del cronómetro poco a poco fue desvaneciendo, convirtiéndose en la melodía de mi despertador.
Estos son los días en los que me junto con los chicos a las tres de la mañana para arreglar asuntos con el nuevo álbum y a debatir las letras de la posibles canciones que ésta contendrá.

Detesto soñar de esa manera y que algo tan poco significante lo interrumpa.

Mar

Me despierto de golpe. Asustada, me levanto y miro a mi alrededor. Nada. Giro hacia mi derecha y me estiro un poco para alcanzar mi celular que se encontraba cargando. Lo prendí; su luz hacía que mis ojos se cierren casi por completo. Las 3:03 de la mañana.
Ya rendida por la hora que era, me acuesto de nuevo y me doy vuelta al lado contrario del que estaba. Batallaba por encontrar aquella cómoda postura que me garantice un sueño profundo y sin interrupciones. En el intento, un zapato golpea mi pierna. Evidentemente, Yon, acostada en un colchón a la izquierda, está despierta ella también. Y desde hace poco.

– Deja de hacer ruido– susurra, justo lo suficientemente fuerte como para que me pregunte si se trata en verdad de un susurro o no.

Me apoyo sobre los codos, acostada sobre la espalda.

– No puedo.

– ¡Ve a tomarte una leche tibia entonces!

Olvidé lo molesta que puede llegar a estar Yon durante la noche. No saben qué les espera si la llegan a despertar.

– Yon, ¿te acuerdas de ese chico?

– ¿Qué tiene de especial, si se puede saber?– gruñe.

– Probablemente tú lo conozcas.

Con esfuerzo se da vuelta en el colchón, con aire visiblemente interesado.

– ¿Es estúpido?

Le tiro una de mis almohadas.

– No, idiota. Es genial.

Por un instante, decido contarle la verdad, a saber, que es un idol de k-pop. Sé que a Yon lo fascinaría, que me haría un montón de preguntas. Después de todo, es una k-poper. Es uno de nuestros tantos temas de conversación. Le encanta hablar sobre diferentes tipos de bandas, pero sólo la escucho ya que aún no le dije que sólo seguía a Bangtan. Pero, claro, no le voy a decir a detalle nada de nada.

– Es un genio de la música– aclaro.

Yon se da una palmada en la frente.

– ¿Un genio de la música? ¿De verdad? ¿Es todo?

Creo que es hora de confundirla.

– ¡Sabe todo lo que hay que saber sobre jazz!

– Mar, ¡me has dicho del k-pop! ¡Y además es normal! Probablemente sea dotado en jazz. No sería el primero.

Bajo el débil rayo de luz de un camión, observo mis manos congeladas.

– Pienso que hay algo más entre él y yo.

– ¿Algo más?

– Sí... una energía.

Mi amiga se sienta sobre el colchón, cansada.

– La-magia-no-existe.

– Tú no puedes comprender...

– ¿Qué hay que comprender? Conociste a un chico, es un genio de la música y, de repente, ¡pretendes que hay una energía entre ustedes dos!

– ¿Nunca conociste a alguien que te haga sentir eso?

– Acabas de emplear el presente del subjuntivo cuando tendrías que haber usado el pretérito imperfecto. Tu gramática se deteriora– me hace notar con su sabiduría.

Por primera vez en mucho tiempo, tengo ganas de golpear a alguien. Quizás sea por la hora.

– ¿Alguna vez se te aceleró el pulso cuando estabas cerca de una persona en particular? ¿Se te hizo un nudo en el estómago, desde un punto de vista metafórico? ¿Te dio de golpe mucho calor?

Se lleva el pulgar a la boca para morderse las cutículas, pensativa.

– No. Nunca. Pero ¿lo que me estás queriendo decir es que estás enamorada?

Me enderezo bajo mi frazada, incómoda. No me gusta mucho hablar de mis sentimientos.

– Sí, creo que estoy enamorada. Pero no quiero decírselo.

– ¿Por qué?

– Porque todavía no sé si lo amo en verdad.

– ¿Todavía no estás segura?

– No es el tipo de cosas que puedas saber en un abrir y cerrar de ojos...

Me observa, perpleja.

– Pero, si se dan todos los síntomas del amor, necesariamente lo amas...

Tengo que hacer una comparación parecida; si no, no va a comprender.
Inspiro profundamente, queriendo mostrarme paciente.

– Bueno. En una tienda, ves unas zapatillas rojas talle 11. ¿Las comprarías automáticamente, sabiendo que el talle 11 te va y te encajan las zapatillas rojas?

– No, debería probármelas antes.

– ¿Por qué?

– Porque, incluso si parecen ser del talle adecuado, tal vez no me queden bien.

– ¡Exactamente! Bueno, ¡con el amor pasa lo mismo! Él parece ser el chico perfecto para mí, pero quizá no lo sea realmente.

Yon levanta bruscamente la cabeza.

– ¿Qué?

– Tienes miedo– afirma ella.

– ¿Miedo de qué?

– Miedo de que no te ame. Tú sabes que lo amas, pero tienes miedo de que te rechace. Entonces, te niegas a admitir tus sentimientos.

Me quedo callada. Ella levanta del piso su zapato y se vuelve a acostar. Yo hago lo mismo. Los minutos pasan lentamente. Nuestras respiraciones se sincronizan, volviéndose más lentas.

Tengo miedo de que me rechacen...

Justo antes de dormirse, la chica confiesa en voz baja:

– Me haría rechazar cien veces, si fuera para que me amen una sola vez...

Me deja sola con estos sentimientos que me torturan. Me enrollo en mis sábanas, luego las aparto. Demasiado inquieta como para dormirme. Alcanzo y enciendo mi celular, y me pongo los auriculares en las orejas.
Durante las horas que siguen, el álbum del más grande compositor de jazz de todos los tiempos me conduce a un mundo donde, espero, a veces se refugie Taehyung.

The skies above are blue
My heart was wrapped up in clover
The night I looked at you

I found a dream, that I could speak to
A dream that I can call my own
I found a thrill to press my cheek to
A thrill that I have never known...

famous luv; kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora