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Maratón: 2/4

Agarré mi traje clásico para cuando quería salir sin ser reconocido por nadie, así mismo como un hombre de mayor edad. Me dicen que soy irreconocible así, y le saco provecho a eso. Pero mis padres no quieren que conduzja con este disfraz, ya que verían extraño que un hombre de la edad en la que me disfrazo conduzca, por lo que tendría que arriesgarme y usar el transporte público. A pesar de estar debajo de las ropas de un abuelo, me da miedo el hecho de que puedan descubrirme y que todo salga de control. Pero veo el lado positivo de eso viendo el hecho de que iré en bús después de años de no hacerlo. Siempre cuento con mi auto.
Salí al living y no había nadie, supongo que Hana está en la habitación de nuestros padres, y hablando de ellos, todavía no llegaron. Ignoré cosas negativas en mi cabeza, quizás salieron cuando estaba cerca en llegar.
Abro la puerta y respiro para prepararme al riesgo en el que me someteré. Pero veo necesario hablar con Mar.

Camino más de tres cuadras para esperar el autobús que me llevaría en la esquina de la casa de Mar, por lo que me dijo ella un día.
Subí en esta por fin después de unos 6 minutos esperando. No me tomaría más de 12 minuton el llegar. El interior del vehículo estaba medio vacío a como estoy acostumbrado a ver, tal vez porque se acerca la fecha navideña mañana.
Toqué el aviso de bajada al chofer y éste paró justo en donde me lo había aclarado Mar. Su casa se encuentra a unos 20 pies de la parada.

Me incomodo al estar al frente de su casa, en la puerta principal de ella. Estas calles no son tan concurridas, eso me agrada. Toco unas tres veces y me dedico a esperar mientras miraba los lados lleno de césped y flores en sus alrededores. Al ver que no hay respuesta, toco una tres veces más. La puerta finalmente se abre segundos después.

– Hol- – paré por un momento al ver que no era ella. Era una chica con lentes y cabello corto. Parecía universitaria; de la misma edad que la hermana de Mar– Perdón, ¿pero está Mar aquí?– le pregunté tratando de imitar la voz de un anciano.

– Eh, disculpe, ¿quién es?

– Oh, soy el tío-abuelo, vivo a tan solo unas cuadras de aquí, y la familia arregló en reunirnos en su casa a pasar la nochebuena.

– Si fuese su familia, hubiese sabido que ella se encuentra yendo hacia Daegu– alzó una ceja.

El corazón se me detuvo por un segundo, es como si dejase de bombear sangre y se secara cual flor en el desierto.
Esto no puede ser real... no...

– E-ella no me avisó sobre ese cambio de planes. Gracias de todas formas.

– No hay de qué– hace una corta reverencia.

Camino en sentido contrario de la parada, de la esquina de la cuadra. Miraba con la cabeza al suelo todos los chicles pegados en el suelo de hace mucho tiempo. No lo puedo asimilar aún. ¿En verdad se iría? ¿Al menos sé si volverá? ¿Esa chica compró su casa? ¿Será ella su vecina? Mi cabeza daba vueltas mientras más preguntas llegaban y repercutían dentro de ella.

Alcé mi cabeza nuevamente, mirando hacia adelante. Mi cabeza gira atrás mas no mi cuerpo. Observo la esquina, la parada de autobús.
¿Qué harás ahora?– mi subconsciente al parecer me hablaba en mi interior.

¿Te digo la verdad? No tengo idea, pero te darás una idea de lo que se me ocurre.

Lo sé perfectamente. Hazlo.

Sonrío. Mi cuerpo voltea completamente en 180 grados y me dedico a correr hasta la parada.

No llegarás a tiempo. Busca otra opción– mi subconsciente habló de nuevo.

¿Qué haré?

Mar

Faltaban tan sólo unos minutos para llegar a la estación de trenes que me llevaría hasta la cuidad en donde crecí. Miraba hacia mi derecha, veía los autos que pasaban al lado del transporte mientras pensaba en los chicos y que estarían haciendo en este momento, ¿organizar las cosas para navidad, quizá? ¿Jin les habrá dicho? No creo.
Subí la mirada para ver el hermoso cielo celeste con esas maravillosas nubes que les hacían compañía con el radiante sol que estaba en algún lado. Hoy brillaba mucho. No es un buen lugar para alguien que debería estar triste por no avisarles nada a sus más grandes ídolos musicales. Mucho menos una que rechazó su invitación. Pero por dentro pensaba en que hace muchos años no veía a la otra mitad de mi familia que se encontraba en mi país natal. Me emocionaba el hecho de poder visitarlo al fin y volver a respirar ese aire que de niña.
Pero...
Me dedico a tocar esa cadena mientras seguía perdida en el radiante cielo.

famous luv; kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora