GUERRA

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Cruda y frío era el amanecer, su color naranja comenzaba a desplegarse sobre la vida, la luz era levemente opacada por las fieras nubes cargadas de odio que suponía el ruso descargaron su furia más tarde. Rusmiet bebía sobre el techo de su casa, el aire frío y salvaje alborotaba las plumas en sus blancas y pulcras alas.faltaba poco para que empezará todo, no tenía prisa... Pero no quería tardar.

Bajó a su casa y se alistó, entró al baño y el agua fría de la regadera le empapó la piel blanca tirando los restos de polvo que el viento impregnó en la blanca, suave, y joven piel. Estuvo listo muy rápido, con su uniforme puesto, las botas ajustadas,preparando cuchillos y navajas en los compartimentos del pantalón mientras que igual acomodaba el cinturón y sacaba de una caja fuerte empotrada en la pared una pistola la cuál guardó. Bajó listo, no tenía una expresión muy amigable; Kaeba dormía en su hamaca hasta que el ruso abrió el paquete de comida y rellenó su plato. El gato se acercó a su dueño y lo miró, podía sentir el enojo en su dueño.

- se un buen chico y cuida la casa ¿Está bien?...y no seas brusco con tu amiga, es más pequeña que tú - acarició la cabeza del casi serval y el felino ronroneó con las caricias. Tomó esas pastillas otra vez.

Tocaron el claxon y Rusmiet salió listo, pudo ver a su comandante esperándolo fuera de la camioneta con firmeza. Se acercó y se dieron los buenos días.

- señor, su madre ha enviado esta caja, dijo que es un regalo para usted - Méndez, como muchos lo conocían, mostró una caja en la batea de la camioneta, había una caja con algunas palabras talladas de manera hermosa

"_ en nombre de tu abuelo, te regalo esto, yaokiski au eztli astecatl (guerrero con sangre azteca)_" .

El ruso abrió la caja y vió un macuahuitl negro, con las hojas de obsidiana reluciendo con la naranja luz del amanecer. Rusmiet tomó el arma, era poco pesada y bastante práctica de manejar. Hizo unas pruebas y sonrió al pensar en lo que podrían hacerle a alguien esas piedras...

El arma venía con un arnés para colocarlo en la espalda de su portador; Rusmiet lo tomó y lo acomodó en su espalda, guardó el arma en la caja y la acomodaron en la batea.

- ¿listos? - los soldados que viajaban atrás asintieron y los dos que iban dentro de la cabina hicieron lo mismo. El comandante subió de copiloto y Rusmiet antes de subir, pudo ver a lo lejos la gran sombra... Con algo que lo hacía ver más grande e imponente, con dos extensiones que le daban altura a muchas cosas...

Subió a la camioneta y habló por la radio.

- quiero a todas las unidades en movimiento directo al punto de ataque - el ruso cortó su transmisión y recibió afirmativas de los escuadrones.

- los cazas ya salieron, están preparando la formación rumbo al objetivo - Rusmiet recibió el informe con gusto.

- vamos por esas perras - gruñó con determinación.

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La gente de la ciudad veía pasar los escuadrones directo a la zona de ataque, el humo de viejas construcciones que habían sido quemadas le daba un aspecto lúgubre a la ciudad, y pronto se tornaría peor...

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Alnia estaba terminando de acomodar su pelotón de refuerzo, no sonreía, y esa mirada cruel y despiadada como la que su abuelo tenía era muy visible a esa hora de la mañana. Tenía la misma postura, sus brazos detrás de su espalda, erguida e implacable a no ser que el ruso con el que le había tocado sufrir llegara arrastrándose a ella.

- Alnia, tenemos todo listo ¿Salimos ya? - preguntó Berlín un tanto angustiado, no quería volver a vivir todo eso que vivió, y mucho menos tener que enfrentarse nuevamente contra Moscú, pero la capital alemana no estaba consciente al 100 por ciento de que ahora, no era en contra de los rusos, era de su lado.

Con La Sangre De Leyendas. [RUSMEX] Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora