Capítulo 9

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9.Quiero estar contigo

Emma...

—Me gustaba mucho este lugar. Antes de conocerte venir aquí me parecía un lugar donde podía pensar, estar tranquilo, para meditar un poco, ahora que estoy aquí contigo... mmm puedo decirte que amo este lugar —nos encontrábamos sentados en el césped observando las luces que alumbraban la ciudad.

Recostada con la cabeza sobre sus piernas, su mano acariciando mi cabello. Disfrutaba estar de ese modo, sin preocupaciones, él y yo totalmente relajados.

—También me gusta estar aquí —sonreí, él causaba ese efecto en mí.

—Ya es tarde, ¿Quieres que te lleve a casa? — negué. En realidad, estaba agotada y el enorme bostezo que di lo demostraba —Estas cansada —no podía disimularlo.

—No quiero estar sola en casa— hice un leve puchero. Ya había estado sola en casa en otras ocasiones, lo que no quería era estar lejos de él.

—Bien entonces te llevaré a un lugar donde puedas descansar —no me importaba el lugar, siempre y cuando estuviese con él.

El trayecto no fue largo y tengo que admitir que no me sorprendí cuando llegamos al edificio donde él vivía —No piense mal, solo te eh traído para que descansemos —no había pensado mal, más bien estaba un poco nerviosa de conocer el lugar en el que vivía. Tomando mi mano, me guio hasta su departamento —Si quieres podemos irnos —pero yo me negué, estaba completamente segura de estar con él y solo íbamos a dormir.

Al entrar estaba muy oscuro, al encender la luz me sorprendió ver todo en orden. No es como si estuviese juzgando o algo por el estilo, pero para trabajar en un taller el lugar parecía algo caro. Una cocina bastante amplia con todo lo necesario, una barra con bancos bastante lindos, gire para ver la sala; consistía en dos sillones grandes con una pequeña mesa de centro, sobre un mueble de cristal se encontraba una pantalla conectada a una consola de juegos con dos bocinas. Mi atención se desvió al bonito librero lleno de libros; no alcanzaba a leer los títulos, me resultaba difícil de imaginar a Liam leyendo.

Poco a poco me fui acercando hasta quedar sentada en uno de los sillones —Aquí tienes —la voz Liam me trajo de vuelta a la realidad. Coloco un vaso de agua en mis manos, para después sentarse junto a mí.

—Es bonito —dije refiriéndome al departamento.

—Gracias —respondió levantando sus hombros, restándole importancia —Puedes quedarte en mi habitación —abrí los ojos como si hubiese visto un fantasma, acto del cual él se percató —Yo dormiría aquí —señaló el sillón, le sonreí con pena —Di que sí, así no estarás sola en esa enorme casa —no tenía miedo de quedarme en casa. Si tan solo supiera que lo que no quería era alejarme de él.

—Me eh quedado sola antes —respondí con seguridad.

—Bien, entonces te llevaré a tu casa, si eso quieres —era mi imaginación o estaba desilusionado.

—No eh dicho que no quisiera quedarme —sonreí.

Después de beber un poco, coloque el vaso de agua sobre la mesita.

—Iré por una sábana y una almohada para mí, vamos para mostrarte mi habitación —nos levantamos al mismo tiempo.

Estaba algo nerviosa de conocer la habitación de Liam, era algo tan íntimo. Me disculpo si pensamos de manera diferente, pero dejar entrar a tu cuarto a alguien más, es como dejarlo entrar a tu intimidad, a tu santuario, al lugar donde te puedes encerrar para huir de la realidad.

Al abrir la puerta mi vista recorrió el lugar, las paredes eran blancas del mismo tono que el resto del departamento, tenía una cómoda con varios cajones, la cama bastante amplia con dos muebles a los costados, un espejo enorme en una de las esquinas. Me llamó la atención ver todo perfectamente ordenado, contrario a Max quien en ocasiones solía ayudarlo a poner en orden su departamento.

Mil pedazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora