Capítulo 24: Ya no importa Jo

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El viaje de vuelta fue el viaje más silencioso que Laurie había hecho con alguien, de hecho, estaba seguro de que con un desconocido hubiera tenido conversaciones mayores.

Cuando el avión aterrizó, ni Amy ni Laurie tenían a nadie que les recogiesen y eso significa ir juntos en el bus.

—Laurie, voy a llevar a mi tía —dijo ella—. Nos vemos.

O no, significaba ir solo en el autobús.

El camino se le hizo eterno y cuando llegó a su casa, saludó a su abuelo lo primero con un abrazo sincero.

—Siento mucho lo de Beth. —Laurie sin quererlo estaba llorando, apretó a su abuelo aún más a él—. Siento no haber estado junto a ti nunca.

—Laurie —lo llamó él, el joven se soltó—. No pasa nada. ¿Qué tal fue el viaje?

—Una montaña de emociones —respondió Laurie—. Lo de Beth fue un auténtico bajón, si yo tan solo...

Su abuelo le hizo un gesto de mano restándole importancia, entonces fue cuando Laurie comprendió que el mayor no quería hablar de ello, pero Laurie sí quería, tenía que hablarlo con alguien.

—¿Me cuentas cositas? —preguntó el abuelo.

Laurie relató los momentos de estudio, su olvido de la jornada de puertas abiertas (que el traidor de Brooke ya le había comentado) y sus salidas con Amy, aquellas encantadoras salidas con Amy. Donde el mundo se paraba para que no tuvieran otra cosa de la que preocuparse que no fuera el otro.

—Y me di contra una farola —rio Laurie—. Aún tengo una marca en la nariz, me sangraba a chorros.

Su abuelo hizo una mueca de asco.

—Por suerte, Amy tenía un pañuelo —prosiguió Laurie como si esa aventura hubiera sido una gran batalla—. Así que me limpié la sangre y hablamos. Hablamos de tanto...

El abuelo observaba a Laurie para que continuara, pero él no tenía prisa. Se quedó en silencio y reflexionó.

Flashback.

—¿Has hablado ya con Jo? —preguntó Amy como hacía día tras día.

—Ya te he dicho que no —respondió Laurie—. Y además creo que tenía razón—. Amy se sentó en el columpio y miró a Laurie con curiosidad—. Hablo en serio —aseveró Laurie—. Tal vez si hubiéramos peleado.

Amy se encogió de hombros, luego colocó sus manos en las cadenas del columpio y comenzó a columpiarse.

—¿Entonces ya no te gusta? —preguntó ella sin nada de tacto, Laurie hizo una mueca.

—Lo tolero mejor —contestó, sentándose en el columpio de al lado.

—Jo estaba muy ciega —comentó Amy, mientras se columpiaba con energía—. Quien no te acepte por como eres no te merece.

Laurie se quedó en silencio, columpiándose sin ganas y sin querer hablar del tema. Básicamente porque pensaba que era él quién no merecía a Jo y no a la inversa.

—Siento mucho el rechazo y...

—¿Podemos cambiar de tema? —Laurie no quería sonar borde.

—Claro, ¿de qué quieres hablar? —preguntó Amy, parando el columpio para ponerse a su altura.

—Antes de cambiar de tema, te suplico que no lo vuelvas a sacar —suplicó Laurie—. Es algo que olvido cuando estoy contigo y si me lo repites...

Amy asintió.

—Lo siento.

—No importa...

Amy volvió a columpiarse.

—¿Vas a cambiar el tema, Laurie? —preguntó Amy—. Quiero hablar contigo.

Laurie sonrió.

—¡A ver quién llega más alto! —gritó mientras se columpiaba con fuerza, Amy reía.

Esa risa...

Fin del Flashback

—¿Laurie? —preguntó su abuelo.

—Ahora lo entiendo, abuelo —saltó Laurie—. ¡Es Amy! Me preguntaba por Jo porque ella... ¡oh, dios, abuelo! ¡Discúlpame! ¡¡Tengo que llegar a tiempo!!

Laurie subió las escaleras a brincos, se peinó lo mejor que pudo, se lavó los dientes, sacó un poco de brillo a sus zapatos y esperó en la ventana hasta que Amy, cansada, cruzaba la calle.

—¡Luego te explico, abuelo! ¡Lo prometo! —dijo Laurie, agitado abriendo la puerta.

El mayor observó como su nieto se marchaba como un suspiro. Esperaba que hubiera otra oportunidad de una conversación mayor.

—¡Amy! —Laurie paró frente a ella que le miró asustada—. Ahora lo entiendo, siento no haberme dado cuenta antes yo...

Amy frunció el ceño sin entender. Laurie le sujetó una mano y se arrodilló eso a ella le inquietó un poco.

—Amy March, si así lo deseas, quiero que, a partir de este glorioso día, estemos unidos con el título de pareja —dijo Laurie.

Los ojos de Amy brillaron, pero cuando Laurie se fijó bien, no eran de felicidad, sino de tristeza.

—No —sollozó.

Laurie se levantó confuso. Amy había derramado una lágrima.

—Solo me quieres porque Jo te rechazó —dijo ella, nerviosa—. Siempre me toca ser la segundona en todo, pero en esto es pasarse.

Amy apartó a Laurie con el brazo y él se quedó en silencio. No podía soportar otro rechazo y menos podía soportar que Amy creyera que la trataba como si fuera un segundo plato.

—Pero ¿me quieres? —preguntó él.

Amy paró en seco, pero todavía dándole la espalda.

—Es eso lo que te importa, ¿verdad? Quieres gustarles a todas, pero Jo siempre será tu favorita.

—No desde que te conocí mejor —replicó Laurie con sinceridad—. Tú ahora eres la única y espero que me aceptes.

Amy se dio la vuelta.

—Me gustas, Laurie —sinceró—. Pero no sé en qué pensar.

—Entonces... —Laurie se acercó a ella y le dio ambas manos—. No pienses.

Y sin pensarlo, acabaron en un beso. Un beso que lo cambió todo para Laurie y que consiguió despejar su nublado cielo.

Mujercitas de Luisa May Alcott (Contemporáneo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora