Capítulo 19: La declaración de Laurie

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El invierno era famoso por el frío, pero esa vez había sido el mejor invierno del mundo. Las March lo habían pasado con su padre y John tenía novia. Y como el invierno había acabado, era el momento de Laurie.

—Y veintiuno —celebró Jo lanzando la pelota y encestando en el acto, Laurie bufó.

—Me has ganado ya seis veces —protestó él riéndose.

—Pues no pareces muy enfadado —señaló Jo con el balón bajo el brazo.

Laurie dejó de reír.

—Ya...

Jo lanzó a canasta y acertó.

—¿Dónde está tu competitividad, Laurie? —preguntó la chica recogiendo la pelota.

Laurie se encogió de hombros.

—Algo me preocupa —confesó.

Jo dejó la pelota y se acercó a él preocupada.

—¿Qué te ocurre, Laurie? —preguntó, nerviosa, Laurie suspiro.

—Tengo algo que decirte...

—Adelante.

—Me gustas, Jo.

Silencio.

—¿De qué hablas, Teddy? —preguntó Jo, confundida, era de la otra forma que le llamaba cuando iban más en serio.

—Hablo de lo que oyes, Jo, te quiero. —Laurie se acercó para besarla, pero ella lo rechazó haciéndole la cobra.

—Oye, Teddy, eres mi amigo, pero tú y yo haríamos una pareja horrible —dijo Jo retrocediendo, Laurie le seguía.

—Pero, Jo...

—Teddy, escucha lo que te digo, no es no, ¿vale? No me lo compliques más —suplicó la chica, nerviosa.

—¿Vas a hacerme esto? —Laurie se había dejado ir por la ira—. ¿Por qué me dabas esperanzas falsas?

Jo tragó saliva.

—Yo te trataba como un amigo —dijo ella, nerviosa.

—¿Por qué me haces esto? —Las lágrimas les resbalaban por las mejillas, Jo estaba temblando de pies a cabeza cada vez se alejaba más.

—No te quiero, Laurie, ya lo he intentado y no puedo —dijo Jo, el corazón de Laurie se rompió en el acto. Incluso intentándolo no funcionaba, eso no podía estar pasando. La ira y la tristeza eran los únicos que podían guiarlo.

—¡Pensaba que me querías! —gritó Laurie, se echó al suelo llorando—. Dices que no te enamorarás nunca, pero sí lo harás y yo tendré que verlo.

—Laurie, para —suplicó Jo con ganas de llorar también—. No podemos destrozar nuestra amistad por esto.

—Pues parece que sí quieres —sollozó Laurie—. No puedo aguantar este sufrimiento, Jo. Me haces daño. ¿Por qué me dabas esas esperanzas?

—Yo no quería darte esperanzas, lo siento, Teddy, solo yo... —Jo no podía dejar a Laurie llorar, pero tampoco podía herirse así misma de esa manera—. Tengo que irme —dijo después—. De verdad lo siento.

Y desapareció, mientras el dolor era la única compañía de Laurie, él solo quería llorar.

—¿Está John en casa? —preguntó el joven a su abuelo al llegar allí.

—No, ha ido a pasear con Meg —respondió él—. Pero estoy yo, ¿qué necesitas?

Laurie se dejó caer en unos de los sofás.

—Me acabo de declarar a una chica —confesó—. No sé si quiera si me ha friendzoneado o me ha rechazado o ambas cosas.

Su abuelo se sentó junto a él.

—Hace mucho que no hablamos —comentó el mayor, Laurie se sintió algo culpable por ello—. Vivimos en la misma casa, pero es como si no lo hiciéramos. Estaba esperando el día que hablarás conmigo.

—Podrías haberme llamado tú —dijo Laurie, que no quería pensar que tenía toda la culpa.

—Ya lo intenté, pero ya tenías planes con Jo, siempre tenías planes con Jo —contó el abuelo.

Laurie recordó todas las veces que su abuelo se había acercado y él le había dicho que estaba citado con Jo y que se vieran más tarde.

—No me hagas sentirme peor —suplicó Laurie con vergüenza.

—A lo que quiero llegar es que tal vez, ahora que Jo te ha rechazado...

—¡Yo no dije que era Jo!

Su abuelo levantó las cejas.

—Vale, continua —suspiró Laurie.

—Tal vez ha sido así, para que ahora puedas centrarte más en tus otros seres queridos —señaló el abuelo, Laurie rio sin poderlo evitar.

—¿Me estás hablando del karma? —preguntó él levantándose—. ¿Qué por no haber pasado tiempo contigo ahora Jo me ha rechazado?

Laurie no estaba para tonterías el dolor le consumía y no podía dejar que su abuelo le dañara aún más.

—No, es eso, Laurie, solo quiero que busques el lado positivo de las cosas —suplicó el abuelo—. Ahora que Beth está tan enferma, necesito ayuda.

—No sé por qué pensé que me consolarías, abuelo —lloriqueó—. Solo me pides cosas.

Al abuelo eso le dolió tanto que solo fue capaz de levantarse y decir:

—Como me tratas no está bien y como no hago nada por ti, ahora tampoco tendrás paga estos meses.

Laurie necesitaba consuelo, no gente que le regañara. Habló por un grupo de amigos sobre el comportamiento de su abuelo y su ira le obligó a decir que lo odiaba y cosas que nunca habría deseado decir. Hasta que saltó una notificación de un mensaje de Jo. Laurie lo leyó sin meterse en el chat, en la pantalla de inicio por una aplicación que tenía.

"Hola, Laurie, no quería hacerte daño, pero tampoco quería mentirte y hacerme daño a mí misma. Ruego que me perdones y que en este tiempo que estaré fuera te pienses si quieres retomar nuestra amistad. Y sí, voy a estar fuera. En mi colegio hay una actividad para ir a Nueva York de familia de acogida a cambio de que le dé unas clases a los niños. Por favor estaré alrededor de un mes, te ruego que me escribas y que me entiendas. Quería buscar la forma de pedirte perdón, pero creo que he hecho lo correcto al decirte que no y espero que algún día lo entiendas, sé que lo harás. Quiero volver a verte pronto, Jo."

Laurie terminó el mensaje con los ojos lagrimosos. Jo se iba, su abuelo le había regañado y castigado, sus amigos solo insultaban aún más a su abuelo haciendo reflexionar de sus errores, y John, ahora solo pasaba el rato con Meg e iba con él tan solo para darle clases.

Laurie estaba solo y cuando estás solo lo único que puedes hacer es llorar.

Mujercitas de Luisa May Alcott (Contemporáneo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora