Meg fue a abrir la puerta para que Marmee no se levantara, era el momento perfecto para John. La siguió por el pasillo y cuando Meg abrió la puerta del jardín para su tía, John supo que tenía que apresurarse para hablar con ella.
—Meg, tengo algo que decirte —informó John, ella lo miró asustada.
—No quiero saberlo —dijo—. No sé si es lo que creo.
John tenía que darse prisa.
—Meg, te quiero —urgió, Meg dejó escapar una mueca de preocupación—. Te quiero desde que te lleve a tu casa en brazos porque te habías torcido el tobillo—. Meg rio, John se acercó a ella y la sujetó de las manos, pero ella se soltó—. No quiero asustarte, solo quiero decirte que te quiero y no volveré a tocar tus manos si no lo deseas.
—No quiero... —musitó Meg.
—Solo quería expresar lo que sentía y saber si tú sentías lo mismo —confesó John, esperaba una declaración más romántica, pero los nervios le consumían.
—No... no es lo mismo... —Meg retrocedía bastante asustada de John, a él eso le apenaba y sentía como su corazón se le encogía.
El timbre sonó, Meg abrió la puerta al momento para dar lugar a la tía March, John quería huir, pero no estaba bien irse cuando alguien acababa de entrar sin saludarla primero. Estaba claro, John la saludaría y huiría de allí, probablemente no vería a Meg en la vida, eso deseaba.
—¿Quién es este muchacho? —preguntó la tía de Meg con menosprecio.
—John Brooke. Un amigo de mis padres —respondió ella, a John eso le rompió el corazón, después de todo, ¿para Meg solo era el amigo de sus padres?
—Ya veo, ¿y tú por qué estás sonrojada? —preguntó la tía, Meg tragó saliva—. ¿Tiene que ver?
John bajó la cabeza. Solo quería irse, esperaba que eso no durara demasiado.
—¿Te estaba pidiendo algo relacionado con amor?
Meg miró a John, nerviosa, sin saber responder la pregunta de su tía. John si tenía respuesta.
—Sí, bueno, solo le pedía que fuera mi novia —reconoció él.
—¿Y has aceptado? —Meg volvió a quedarse en silencio y John respondió en su lugar de nuevo,
—No, no lo ha hecho —respondió con voz entrecortada.
—Me alegro, porque Brooke no es un apellido muy destacado —dijo la tía—. Y ya sabes que, si no es una pareja rica, no hay ni una sola moneda de herencia.
—¡Me da igual tu herencia, tía! —exclamó Meg—. Seré pareja de quien quiera y nadie va a impedir la unión de John y yo porque...
John se quedó en silencio mirando a Meg, ella estaba sorprendida, le devolvió la mirada y dijo.
—...porque nos queremos.
John sintió algo dentro de él, quería llorar de felicidad.
—Nos queremos —repitió Meg—. ¡Nos queremos! —dijeron a la vez.
La tía March rodó los ojos.
—Quien avisa no es traidor —dijo—. Olvida mi fortuna.
Y se alejó, yendo al salón.
—John, que la tía March o Jo no vayan a aceptar nuestra relación no es motivo para que te sientas mal —dijo Meg, nerviosa, John sonreía.
—No me siento mal.
—A mis padres les gustas mucho —aseveró Meg sin ser capaz de mirar a John por la vergüenza que había pasado por los comentarios de su tía.
—Solo necesito saber una cosa —dijo John—. Mírame.
Meg obedeció.
—¿Tú quieres? —preguntó John con seriedad, ella se mordió el labio como hacía cuando pensaba.
—Yo quiero... —Meg levantó la mirada para mirar a John—. Quiero darte un beso.
A John le sorprendió esa respuesta.
—Yo también a ti —reconoció.
Ambos se acercaron, estaban a pocos centímetros, pero ninguno era capaz de dar el primer paso.
—Yo no sé como se hace —confesó Meg, avergonzada.
—Ya ni yo —reconoció John también, nervioso.
Meg lo observó, de verdad quería besarle.
—Supongo que solo hay que dejarse llevar —opinó ella, John asintió.
De nuevo se acercaron, Meg apoyó las manos en el pecho de John y él rodeó con los brazos a la chica por la cintura. Cerraron los ojos y ocurrió.
John podía ver fuegos artificiales y sentía su corazón latir como si quisiera salir del pecho, Meg había movido sus manos hasta su cuello para empujarle más hacia ella. Fue un beso sincero rápido y no demasiado empalagoso, pero fue lo suficiente para hacer el mejor momento de sus vidas con un solo beso y el peor para Jo.
Ella había soltado el plato que se rompió en el suelo y había tirado la tarta. Miraba boquiabierta a la pareja sin dar crédito a lo que veía.
—¿Cómo me haces esto? —preguntó Jo.
Meg sujetó de la mano a John.
—Te presento a tu cuñado.
—Traidora —gritó Jo y subió las escaleras con rapidez.
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Mujercitas de Luisa May Alcott (Contemporáneo)
FanficEl único lugar donde Laurie quería pasar era frente a la ventana, esperando algún día conocer a sus vecinas del frente que parecían disponer de una vida tan perfecta... O no tan perfecta, descubrirá después cuando logré conocerlas. Historia de las M...