Fumaba su tercer cigarrillo mientras observaba la lucha de los más jóvenes, quien ganara tendría la oportunidad de entrar al grupo, la reputación del grupo dependía de cada integrante y más que nada del líder, abrazo su pierna viendo bastante satisfecho el potencial de aquel chico, tenia destreza y energía.
Solo quedo ese chico con sus puños ensangrentados -estas adentro- hablo a lo bajo mientras los otros festejaban por tener otro miembro -debo irme- extendió su mano recibiendo un spray para disuadir el olor a cigarro -mantengan todo limpio y hagan escándalo como siempre-
Camino hasta llegar a la entrada de su escuela, un grupo de chicos salió entregándole su mochila -Sanji ¿hasta cuándo faltaras a clase? no soy tu sirviente- hablo el narizón obviamente molesto.
-Gracias Usopp, te debo una- el moreno era un amigo de la infancia que hasta ahora toleraba su comportamiento
Apenas llego a su casa, el viejo lo increpo y lo golpeo, sabía que el olor a cigarro no se borraría tan rápidamente y aun así no podía detenerse, no podía dejar de lado su vicio y obedecer a su abuelo, no podía ser la clase de chico que deseaba, no podía disculparse porque no lo sentía realmente de corazón, no quería cambiar, no lo deseaba.
-Voy a mi cuarto-
-¡No te atrevas a escaparte!- sabía que no obedecería pero quería por lo menos intentarlo, tapo su rostro con su derecha, Sanji era un completo rebelde, no podía controlarlo y aunque se lo pidiera de buena manera no obedecía, solo hacia lo contrario, no tenía en cuenta que lo preocupaba y hería, ya estaba viejo y no podía luchar emocionalmente con un adolecente.
Cuando su madre falleció a sus 13, su mundo se vino abajo, en esos días era un chico feliz, completamente normal, obedecía y amaba a su madre y abuelo, pero apenas ella partió sintió que ya no valía la pena ser bueno y perfecto, comenzó con su vestuario, le siguieron las peleas, las ausencias a clases y luego la distribución de hierbas y armas blancas, estaba completamente descontrolado, se había descarriado sin duda del camino que estaba forjando su madre. Su abuelo pasó a segundo plano apenas las hierbas tocaron su vida, se estaba arruinando, lo sabía pero no le interesaba.
Salió por la ventana, el grupo lo esperaba en la esquina, hoy había fiesta en la casona abandonada, mujeres y sexo era algo habitual en su vida, con diecisiete años ya conocía todo lo inmoral en lo sexual.
Oscureció rápidamente, el frio hacia lo suyo pero ellos estaban enloquecidos, habían traído sustancias extrañas haciendo que la mayoría quedara completamente enloquecido, se reían y cogían con las mujeres que allí habían, solo eran un grupo de mocosos que no respetaba a nadie.
No paraba de besar a aquella chica mientras apretaba sus glúteos y empujaba su erección contra ella, podía sentir el calor abrazador y el como ella deseaba que le hiciera cualquier cosa, ante algunas miradas lujuriosas se levanto la remera para que el rubio viera e hiciera lo que quisiera con sus pechos, eran grandes y sus pezones ya erectos gritaban lo excitada que estaba.
-Sanji-san, por favor- apretó la cabeza contra sus pechos pidiéndole que lo haga, que la besara y mordiera -hazlo- pidió, atrayéndolo a su boca para volver a besarlo, bajo la cremallera y levanto su pollera para que todo fuera más sencillo y rápido, corrió su ropa interior y apenas sintió la erección del chico empezó a descender.
-¡La policía!- grito uno que recibió un disparo en el abdomen y apenas podía mantenerse de pie -¡Líder!-
Todos rápidamente se pusieron de pie y comenzaron a correr como pudieron, Sanji en cambio se oculto con la joven mientras embestía su cuerpo, las curvas de esa mujercita era algo que no podía dejar pasar, pudo oler su pureza, su inocencia, amaba eso de las mujeres como ella, por eso no podía dejarla ir, no se estaba cuidando por lo que había posibilidades de un embarazo, pero en ese momento todo era tan turbio y nebuloso para sus deseos que no les importaba nada, ella apretaba sus cabellos mientras mordía su lóbulo, su entrada sangraba pero era una de las mejores experiencias que estaba teniendo, un grito ahogado y un gruñido fue lo último que pudieron expresar, habían terminado contra esa pared.
-Sanji-san…- jadeo varias veces -policías-
Varias armas apuntaban al rubio quien sonreía, bajo a la jovencita al suelo y levanto las manos, fin del juego.
Zeff estaba realmente perturbado por los cargos que Sanji tendría encima si llegaba a delinquir una vez más, sexo en vía pública bajo efectos de las drogas era lo último en su lista negra, apretó su pecho sintiendo una pinchazo, ya no podía con Sanji, lo amaba pero estaba tornando todo tan difícil, salieron de la policía y tomaron un taxi, apenas llegaron a la casa Vinsmoke subió las escaleras y cerró la puerta, no tardo en salir por la ventana y volver a la casona, encendió hierba y comenzó a tocarse la entrepierna, esa señorita…era virgen y pura, aaah, los chicos habían hecho bien en traerla y dársela. Inhalo el polvo que quedo escondido bajo una roca y no tardo en llegar el efecto, sus ojos miraban hacia arriba y dibujaba con su dedo en el aire, empezaba a dejar de oír todo y se centraba en lo que hacían sus manos, podía ver sus manos de niño, las cuales siempre se habían aferrado a su madre, todo era una mierda, la vida era una mierda, no se arrepentía de lo que estaba haciendo ya que no tenía a nadie, el viejo era un estorbo y si muriera realmente le haría feliz.
Comenzó a reírse mientras apretaba su rostro, las respuestas no llegaban a su vida, nadie podía decirle con claridad nada, se reía mientras sus lágrimas se deslizaban ¿Por qué siquiera seguía vivo? Tomo su navaja y comenzó a trazar una línea en su brazo, profundo y sin dudas, si vivir era esto entonces no lo deseaba, morir era su única liberación aunque lo único que buscaba en estos momentos era tentar al destino.
-Detente- una firme mano morena apretaba su muñeca con fuerza -no hagas eso niño- ambos de cuclillas se miraron, un extraño cabeza de musgo le forzó a soltar su navaja aunque su plan fallo no estaba molesto –¿en que diablos estas pensando niñato?- mancho su mano con sangre tratando de detener el sangrado -¿acaso no quieres vivir o que?-
Sonrió de lado y se acerco a los labios contrarios -Dame una razón Onii-san- el contrario lo abrazo con fuerza impidiéndole cualquier movimiento, pero como estaba ido no reaccionaba como era debido -cuando me sueltes, te matare- ambos ya de pie seguían en la misma posición.
-Dudo que puedas hacerlo-
-Soy fuerte- amenazo y luego levanto su cabeza hasta que sus labios tuvieron contacto con el mentón del mayor –Onii-san ¿tendrías sexo conmigo? Generalmente siempre se lo hago a las señoritas pero…contigo haría una excepción-
Miro hacia abajo y lo único que encontró fue la soncorrona sonrisa de un mocoso –no sabes lo que dices ¿Qué pensaría tu madre si te viera así?-
Eso fue el colmo, apretó los dientes y su mirada se torno oscura -¡No hables de mi madre pedazo de mierda!- hizo lujo de su fuerza, demostrándole al peliverde que esto no era un juego, pero maldecía al no poder liberarse, ese maldito era fuerte y sus brazos no cedían -¡Te matare, juro que lo hare!- mordió su hombro oyendo un quejido del contrario que sin perder tiempo dio un golpe seco en su estomago, jadeo al sentir que le faltaba el aire -maldito- los adultos era crueles y mentirosos, ya no podía creer en ellos.
-Eres un niño asustado- aflojo su agarre mientras con una de sus manos tocaba la cabellera ajena, este niño estaba asustado y solo.
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Vidas enlazadas
RomanceEl grupo suicida era reconocido como el más temido del ejercito, Zoro quien integraba uno de los cargos se retiro llevando una enorme carga. Sanji es un completo descarriado que solo mira su propio ombligo y no se preocupa por nadie. Ambos se cruzan...