Cumpleaños

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Se detuvo abruptamente y pauso el cronometro, ya llevaba dos horas corriendo, era suficiente y bebió de su botella de agua la cual descarto a los minutos, su cuerpo agitado trataba de recuperar el aire perdido y miro el cielo, no importa los años que pasaran eso jamás cambiaria.

-Me pregunto si ese mocoso estará bien- recordó su cabello y se toco los labios con la punta de sus dedos, era suave, mierda, parecía un pervertido al pensar de esa manera ¿Por qué aun seguía en su cabeza siquiera? Se acuclillo y trato de no darle mas rollo al asunto, trato de no pensar en nada más.

“Zoro” se volteo sorprendido, juraría que había escuchado a Kuina, pensó en ir a visitar a Shanks más tarde, necesitaba hablar un poco con ese pelirrojo.

Una mano lo sujeto del hombro y se volteo lanzando un golpe certero con el claro objetivo de dañar -mierda Zoro-ya- había frenado el golpe con la palma de su mano -si hubiera sido otra persona habría muerto-

-Trafalgar- estaba sorprendido -¿Qué haces aquí?-

-Estoy de paso- movió el bolso en su hombro -tengo una deuda con el hospital de aquí, así que estaré de pasada, paso tiempo-

Lo miro de reojo, Trafalgar Law era su compañero, líder y Doctor del grupo, a pesar de haberse cubierto las espaldas por años no podía confiar del todo, era una persona misteriosa y con cero simpatía, luego de tantas misiones solo tenia la certeza de que jamás lo dañaría ni lo traicionaría, en parte eso era algo bueno.

-Si…- se fregó su nuca, era raro hablarse fuera de la línea de rangos -debo irme-

-¿No quieres ir a comer algo? Yo invito-

Miro su reloj, ya era de mediodía y no le caería mal comer comida gratis -esta bien-

El ojeroso sonrió gustoso, jamás lo diría, pero sentía cierta atracción morbosa hacia el peliverde, desde hace un par de años su interés nació y fue creciendo poco a poco hasta llegar a querer sobrepasarse pero…ese hombre era muy cauteloso y las veces que lo hizo casi termina muerto.

-¿Corriendo?-

-Si, quería mantener mi forma- ambos platicaron rompiendo el respeto de rango, comieron algo ligero o por lo menos lo intento -sigues comiendo lo mismo-

-Lo mismo te digo- apunto a los Onigiris -no has cambiado, tampoco el Sake- leyó sus notas llamando la atención del peliverde que por poco escupe la bebida -¡Oye!-

Golpeo la mesa -¡¿Por qué tienes eso aquí?!-

Entendía la incomodidad del moreno menor -sigo investigando- paso otra hoja -esto es el resultado de mis investigaciones-

-Querrás decir de tus experimentos-

-Tu sabes que fue por el bienestar de todos-

Cerro los ojos y comenzó a rememorar esos días, su cabeza empezaba a emitir los gritos de aquellas personas, esos niños, apretó la servilleta y sacudió ligeramente su cabeza, no podía con ello y repentinamente sintió la mano de Law sobre la suya.

-No pienses en ello idiota-

Con esa mano…se aparto y decidió irse, no podía soportar la presencia del Cirujano de la muerte, ese apodo se lo gano tras sus experimentos y no podía fingir que todo estaba bien, la culpa carcomía su corazón y agitaba su alma, fue cómplice de una atrocidad.

Cruzo la calle y escucho varias sirenas, fue golpeado repentinamente y menuda sorpresa fue ver al mocoso de ayer, se veía agitado y pudo notar que su cremallera estaba abierta ¿Qué estuvo haciendo? El sonrojo en su rostro por el frio fue un espectáculo de ver, tan frágil…rápidamente se quito su abrigo y lo cubrió para luego abrazarlo, mierda que estaba siendo impulsivo pero sentía que debía protegerlo de alguna forma, los policías de ayer lo saludaron al verlo y siguieron de largo, las manos de ese chico estaban aferrándose a su ropa, podía sentir su respiración agitada contra su cuerpo, cerro los ojos y con culpa gozo de ese momento, su cabeza había dejado de doler y todo pensamiento se esfumo, le trajo paz…

Su reacción chillona fue una sorpresa, era una nenaza que no sabia como controlarse, lo maldijo y le dio la espalda, vaya manera de agradecer su ayuda, suspiro y camino por un callejón al costado topándose con el basurero donde oculto a sus queridas compañeras.

Luego de otro cruce decidió guiarlo a su casa pero increíblemente se largo, era un chico interesante pero apenas lo perdió de vista arrojo varios objetos al suelo, se odiaba, estaba arrastrando consigo a un niño problemático, se sentía pésimo por ello.

-Kuina…te necesito- murmuro, extrañaba a su amiga de la infancia, su hermana de corazón, su gran amor…

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Sirvió la siguiente orden y varias jóvenes lo llamaron pero se desanimaron al ver su anillo -cielos ¿estas casado?-

-Lo lamento señoritas pero es así, soy muy feliz-

Una de ellas fue muy curiosa y no puedo evitar querer saber más -¿Cuándo se conocieron? ¿hace cuanto están juntos? ¿La amas como el primer día?-

-Oye, no le preguntes tan de repente- hablo una de sus amigas pero al pelirrojo no pareció importarle

-Nos conocíamos de adolecentes pero nos juntamos cuando ambos éramos bastante adultos, estamos hace…- hizo un conteo con sus dedos -diez años y si, lo amo demasiado- todas gritaron de la emoción sin percatarse que se había referido como EL a su pareja -si me disculpan-

¿Por qué era un simple mesero? Bueno, ya no quería relacionarse con la medicina aunque a veces ayudaba con sus conocimientos, prefería servir y dar felicidad a las personas que oír gritos y ver sangre, ya no podría tolerar aquello como antes, pensar que un tiempo fue un terrible doctor que hizo sacrificios, estaba casi a la altura de Trafalgar Law y eso lo aterro, Mihawk fue su ancla y lo salvo de convertirse en algo peor a lo que fue, sonrió de lado y tomo el siguiente pedido, solo quería hacer feliz a las personas.

Vio una cabellera negra y suspiro, era ella de nuevo, dejo la carta y le sonrió -¿Cómo estas?-

-Shanks-san, me encuentro bien ¿tu?-

-Podría estar mejor- era sincero

Señalo un par de platillos y espero, repaso el pedido y se sorprendió por un plato fuerte, desde la cocina la espió y noto un pequeño detalle, llevaba una pañoleta, una colorida pañoleta rodearle el cuello, era inusual, generalmente Robin vestía de negro o azul, no era una mujer alegre, todo lo contrario.

Oyó la campanada de ingreso y noto al gran sujeto, era demasiado llamativo y jodida sorpresa fue verlo sentarse con Robin ¡¿podría ser esto una cita?! Se escondió y sin evitarlo se alegro, esa mujer no era mala, solo que la vida no le sonrió mucho pero ahora podría ser una chance, sin pensarlo mucho luego de veinte minutos tomo el pedido y unas flores.

-Perdón la tardanza, aquí tienen- tomo las flores de la bandeja -para ti, de parte del caballero-

-Pero yo—piso el pie del hombre y le hizo una seña -es-espero que te gusten muñeca-

Tomo las flores y las observo, nadie nunca le había dado flores, siempre pensó que era algo estúpido pero le daba una linda sensación a su cuerpo y abruptamente se puso nerviosa -gracias- susurro, Shanks se inclino para luego retirarse, dio unos brinquitos tras entrar a la cocina, estaba feliz por ella.

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No podía quitárselo de la cabeza, no podía olvidarlo, no podía olvidar su voz, su mirada, su cuerpo…se recargo en la pared viendo como los chicos entre risas bebían y disfrutaban de las chicas, algunas estaban ya demasiado drogadas como para detenerse, frunció el ceño dándose cuenta de lo incomodo que era visualmente, estaba en medio de un descontrol.

El pañuelo de aquella vez estaba en su mano, sin pensarlo lo llevo a su nariz y disfruto del aroma, sentía que se estaba yendo hacia otro lado, uno más seguro donde solo estaba él y Zoro, uno al lado del otro, disfrutando de la presencia mutua.

-Sanji- lo llamo la pelirrosa arrojándose abruptamente sobre sus piernas rompiendo la burbuja donde se encontraba -ven- le apretó las mejillas con sus manos y lo beso, no era considerada, solo salía con el porque era un mocoso con un gran apetito sexual y la satisfacía en ciertos puntos, podía sentir el aro en su lengua y frunció el ceño, se sentía ahogado, pesado y con un sentimiento que provocaba repulsión, no pudo evitar recordar a Zoro, era tosco y bruto, pero solo tenia unas preciosas perforaciones en su oreja haciéndole lucir tan varonil, rebelde, quería verlo…quería estar a su lado, era su cumpleaños y esto no era lo que quería. Aun no podía describir lo que sentía pero era notorio que aunque lo negara lo necesitaba, la bajo de su regazo de un empujón -¡¿Qué hiciste?!-

Se limpio los labios y apretó los dientes, era una mujer, una de sus preferidas pero aun así no tenia el permiso de tocarlo -¡No me beses sin mi autorización!-

Ni siquiera le respondió, solo asestó una bofetada -¡Estúpido! ¡¿Quién te crees?!-

Calmo su respiración y agacho la mirada, si…estaba siendo injusto con ella pero estaba cansado, hoy lo estaba, le dio la espalda marchándose e ignorando su griterío, Bonney era hermosa pero problemática.

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Admiro la fotografía de aquel día, Kuina se veía hermosa, perfecta y junto a Saga, odiaba admitirlo, pero se veían tan felices y perfectos que se alegro de haber sacado la fotografía.

¿Por qué Saga y no yo? Por un corto lapso esa pregunta paso por su cabeza, pero con el poco tiempo que conoció a aquel moreno se dio cuenta de lo agradable que era, se comprendían y no podía odiarlo, era un gran amigo y le deseaba lo mejor junto a su primer amor aunque su corazón le doliera.

“-Zoro ¿tu amas a Kuina?- se atraganto con el bocadillo y empezó a toser -oi, oi ¿estas bien?-

-¡¿a que viene eso?!- su pecho no dejaba de golpear velozmente y el sudor comenzó a brotar de su piel.

Palmeo su espalda y se rio -¿Por qué te pusiste nervioso? Es tu hermana mayor ¿no?- se calmo y asintió -debes amarla mucho como para haber aceptado a un sujeto como yo-

-¿Por qué lo dices? Tu…eres un buen sujeto-

Se enterneció, Zoro era un hombre duro pero tratándose de Kuina era demasiado blando, era todo un hermanito protector -gracias-

Simpático y un gran compañero de combate, a pesar de todo eran unidos.”

Salió de la casa sin quererse sumergir mas en otros recuerdos, todo era muy pesado y doloroso, si volvía atrás con sus recuerdos se quebraría más de lo que estaba, si volvía a recordar su desgarrada alma se rompería en su totalidad.

-¡Espera!- una pelirrosa estaba peleando con un sujeto encapuchado -¡me trataste como basura alli! ¡¿Cómo te atreves?!- una bofetada directa, eso dolía, lo sabia claramente, recibió un sinfín de cachetadas de Kuina cuando se comporto como un imbécil -¡mírame a los ojos!- lo zamarreaba y volvía a cachetear, la sexta bofetada le hizo gotear la nariz y no soporto más ver aquello.

-Detente- su simple presencia hizo que la mujer quisiera retroceder pero estaba sujeta del brazo -¿Por qué lo tratas así?-

-¡¿Quién eres?! ¡No te metas! ¡Es mi novio!-

-¿Acaso no lo amas? No lo golpees-

Apretó los dientes -¡Solo sirve para coger, es un mocoso!- se soltó alejándose de ambos -¡muérete niño de mamá!- fue su ultimo grito.

Con el reverso de su mano trato de detener el goteo de su nariz, esa mujer golpeaba fuerte, no para nada la eligió como su novia pero eso ahora había terminado para siempre, la vida siempre le fue dura y perdió toda voluntad, se rindió fácilmente, era un cobarde que no encontraba razón de vivir.

-¿Sanji?- su capucha se removió ligeramente y si el sol dio de lleno en sus ojos cegándolo -estas sangrando-

Con la manga de su campera cubrió su nariz -Ma-Marimo- su día empezaba a brillar justo en este momento, sus mejillas se tornaron carmín y quiso retroceder pero la mano en su mejilla lo tenia atrapado, los nervios hicieron nuevamente lo suyo -¡suel-sueltame!- toco su pecho con la intención de alejarlo pero se quedo inmóvil.

La mirada de Zoro reflejaba tanto que no podía describirlo, vio su imagen en esos ojos y simplemente se rindió, como siempre -maldita mujer, vamos-

Como un niño perdido se dejo llevar, ahora más que nada necesitaba un descanso, este no estaba siendo un feliz cumpleaños, sonrió ligeramente al ver que su mano nuevamente estaba entrelazada con la del mayor, se sentía cálido , se sentía protegido, estando con Zoro sentía que todo temor se esfumaba y se abría un camino que desconocía, nuevamente estaba en esta penosa casa de mierda.

El peliverde detuvo su sangrado y le dio hielo para sus mejillas, las sentía demasiado caliente y dudaba que fuera por los golpes recibidos pero el mayor era atento y lo cuidaba como si fuera algo precioso pero se estaba haciendo muchas ideas erróneas.

-tienes pésimo gusto con las mujeres- estaba pasando un algodón en su labio inferior, este no dejaba de sangrar -termine- guardo el botiquín y se dirigió a la cocina.

Se recostó en el respaldo y estiro su delgado cuerpo, tenia sueño, hambre, estaba mareado por el alcohol, vio al peliverde acercarse y sintió el paño frio en su rostro mientras sujetaba la bolsa de hielo -sabes…- Zoro siguió con lo suyo escuchándolo, ya por su aliento supo que estuvo bebiendo -hoy es mi cumpleaños-

Sonrió ligeramente -eeeh, con que tu cumpleaños-

-Marimo…¿mi regalo?- se relajaba aun más y cerro los ojos, el peliverde sintió su respiración apaciguada y supo que se había dormido, lucia tan pequeño ante sus ojos y brillaba tanto, era un niño, se aproximo y sin pensarlo mucho deposito sus labios en la frente caliente del más joven, Sanji no dejaba de sorprenderlo, era cálido y suave

-Feliz cumpleaños- susurro y tomo asiento a su lado, definitivamente cuidaría a este chico.

Vidas enlazadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora