Tu voz

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Despertó tras un fuerte sonido, se quedo en cama viendo su escritorio, el cual estaba completamente garabateado, con sus dedos trato de contar los meses, las heridas habían sanado y sonrió al saber el tiempo, tres meses, había estado aquí tres meses, fue al baño y se miro al espejo, sus ojeras se habían ido y admitía que estar aquí sirvió, nuevamente se veía como una persona, aunque aun tenia ciertos momentos de depresión y culpa solo duraban eso, un día, no quiso hacer amistades aquí, ni siquiera con Chopper, aun temía.

-Sanji-

Hablando del rey de roma, el chico estaba detrás suyo y traía papeles en mano -eso es…- ni siquiera espero a que le respondiera, se lo arrebato de las manos y rápidamente lo abrió, eran las cartas de Zoro, siempre las esperaba con ansias, dos al mes recibía.

Cocinero, no eh sabido de ti en un tiempo así que espero que te encuentres bien, nos veremos pronto.

Pervertido, hoy abra un festival así que espero que veas los fuegos artificiales porque yo también lo hare.

Fuegos artificiales…se sonrojo ¿ambos viendo el cielo? Eso suena putamente romántico, pero no le molestaba, tembló emocionado, vería el cielo con el peliverde, aunque estuvieran lejos estarían conectados, olio las cartas, acero… dios, necesitaba verlo y sentir uno de sus abrazos.

-¿Sanji?-

-¿Puedes dejarme solo?- el chico asintió retirándose.

Se abrazo a si mismo asustado, deseo que Zoro estuviera aquí abrazándolo y por una fracción de segundos anhelo que sus labios…los labios de ese mugroso Marimo, su temblorosa mano toco sus labios, un beso…de amigos, eran amigos, un amistad demasiado fuerte, tan anhelante que…lo hacia excitar.

No era normal.

Era una asquerosidad.

Se estaba volviendo como aquellos adultos.

-Zoro- lo llamo, sentía deseo por aquel primer adulto que lo trato como una persona -Zoro…perdón- se lamentaba sentir esto por el hombre que lo había salvado.

-¿Qué pasa?- Kureha estaba alli mirándolo -¿quieres decirle algo a esta mujer?- negó varias veces -entonces sígueme- con desconfianza siguió cada paso de aquella anciana, no era usual salir de esta forma, generalmente habían algunas reuniones pero se reusaba a asistir -aquí- abrió una puerta y le dio un empujón haciéndolo adelantar.

El día estaba soleado y el jardín floreado, era realmente precioso y esta era la primera vez que lo veía, una fragancia deliciosa se coló por su nariz y pudo sentirlo, eran las flores que su madre tenia en aquel entonces en casa, admiro entusiasmado cada una, eran preciosas y las mariposas no estaban ausentes.

-Mamá- murmuro, por unos segundos se sintió en casa.

Doctorine observo satisfecha, esto era lo que quería ver, Sanji poco a poco volvía a apreciar su alrededor.

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Sintió el aroma de la comida, huevo frito…arroz…había más, babeante siguió el aroma y atrapo a la persona quien estaba realizando tan grandioso labor.

-Suéltame- aun estaba adormilado y se restregó contra el brazo, Smoker estaba incomodo por esta situación, el pecoso estaba guiado por su gula y no era consciente de su accionar -oye-

Pero a pesar de la molestia decidió seguir con lo suyo, ya eran casi las ocho, debía regresar a su despacho, los papeles no se harían por si mismos ¿Por qué aun se seguía haciendo cargo de este chico? Casi siempre se preguntaba lo mismo pero luego recordaba las razones.

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