Estaba envuelto entre sus sabanas, no había salido con los chicos al final, estaba enfadado y avergonzado, había soñado con el estúpido musgo, el…estaba tocando su cuerpo de manera indecente, lo besaba y lo penetro -¡Deja de pensar en ello!- golpeo sus mejillas ¿Por qué tuvo un sueño así? Y es más ¡¿Por qué mierda se sentía avergonzado?! Parecía un virgen y el no era tal cosa, manoseaba y besaba a hermosas señoritas las cuales no dudaba en penetrar pero ahora su cara no dejaba de arder -¿Qué me pasa?- era la primera vez que sentía tal ardor en su cuerpo. Toco su estomago, sentía algo fuerte allí, como un retorcijón pero no era desagradable, lo contrario, le dejaba una agradable sensación.
Pasaron dos meses muy tranquilos, hacia su vida sin importarle lo que le dijera su abuelo, no iba a la escuela y actualmente se encontraba saliendo con una señorita dos años mayor que él, aprendió a manejar una motocicleta, claramente sin permiso ni registro pero el chico era temerario de por sí, la vida le parecía lo menos valiosa así que de perderla no le afectaría en lo más mínimo, la muerte le daría la felicidad que no tenia.
-Mierda- salió de una vieja casa luego de ver a varias señoritas pero su motocicleta no arrancaba, maldijo a lo bajo, hoy no tenia suerte, perdió su encendedor, una de las señoritas le rasguño la espalda y se molesto, no le gustaba ser herido durante el sexo si no lo autorizaba, estaba por llover y ahora su querida amiga de dos ruedas no arrancaba, se cruzo de brazos sobre ella pensando que hacer, llevarla los empujes lo haría ver como un idiota, además de que tal vez se cruzaba con alguien conocido y eso empeoraría las cosas -¿Qué hago?- chasqueo y decidió caminar, aunque la dejara sola nadie se atrevería a tocarla porque la mayoría sabia quien era el dueño, ya lo habían visto sobre ella, así que no tendría problema alguno, y lo más importante ¡Estaba en medio de la nada!
Hacia frio y solo tenía un suéter puesto, dejo salir un notorio vahó, los automóviles pasaban y la ruta se estaba haciendo menos transitada, no era seguro caminar por sus costados y sin previo aviso una motocicleta paro a su lado.
-Lo sabía, eras tú…Cejas de Sushi-
Fue un instante, al ver su cara recordó aquel sueño y sin esperarlo lanzo una patada -¡¿Qué mierda haces aquí bastardo?!- sus manos estaban rojas junto a su nariz, había estado caminando por veinte minutos.
El moreno cayó al suelo por la impresión –¡¿Qué mierda estás haciendo tu?!- se sacudió y levanto a su compañera de viaje, el rubio lo miro de reojo, chaqueta de cuero junto a una camiseta blanca, un Jean ajustado a su cuerpo y unos borceguís, ese hombre tenía estilo –maldición, eres tan arisco como la primera vez que te vi- acomodo sus cabellos al quitarse el pequeño casco -¿Qué haces aquí?- bufo y le dio la espalda, eso cabreo al contrario que lo sujeto del brazo y lo obligo a voltearse –cuando un mayor pregunta, respondes ¿entendido?-
Un boom y su rostro fue un chiste -¡¡¡Vete a la mierda!!!- todo lo reducía a golpes ya que era su única alternativa -¡¿Por qué te me acercas?!- como el ex-militar que era sabia como esquivar a estos jóvenes imprudente que solo gozaban de auto destruirse, si, había entrenado a varios así y para su fortuna se convirtieron en grandes soldados -¡Marimo de mierda!- le grito en la cara cuando el mayor le sujeto la pierna con una media sonrisa que hizo vibrar el cuerpo del más chico.
-Me llamo Roronoa Zoro ¿Tu?- Zoro…ese era su nombre, le quedaba perfecto, su presencia omnipotente y su gran fuerza le reforzaban ese nombre tan particular, por alguna razón no le salía hablarle con normalidad y en este momento solo tenia la idea clara de golpearlo, al ser liberado se mordió su uña hasta hacerla sangrar, estaba nervioso y odiaba admitirlo pero acongojado por semejante persona, ni Zeff podía provocar tal cosa –si no quieres decírmelo está bien, pero no deberías estar lejos de casa-
-Soy Vin-Vinsmoke Sanji- quería morirse, había tartamudeado como un imbécil -¡Y aunque te diga mi nombre muérete!- lo pateo en la entrepierna logrando derribar al mayor –tienes una buena motocicleta así que la tomo prestada- apenas subió sintió los brazos ajenos tomarlo con fuerza y arrastrarlo hacia atrás -¡Su-Suéltame!- Estaba sentado sobre Zoro, en sus piernas, como hacen las parejas, como cuando obligaba a las señoritas darles la espalda para así ellas cabalgaban y tenia buena vista de sus culos, suspiro harto de lo que sentía en su cuerpo –Zoro- el mayor hizo un sonido haciéndole entender que lo oía –eres un adulto ¿Qué quieres de mi actuando de esta manera? ¿Por qué me sigues?-
Aflojo el agarre y se recostó en el césped, el menor se alejo rápidamente de él –no te persigo, es solo el destino que hace que nos crucemos- sentía los ojos del rubio sobre el –bromeo, es solo coincidencia, estaba haciendo un entrenamiento con mis espadas-
-¿Eres un espadachín?- saco un cigarro pero recordó que no tenía su encendedor así que solo se limito a tenerlo en los labios.
-Uno de los mejores- escucho el quejido del menor por la fría brisa -bien- ya de pie se puso frente a él y le paso su chaqueta sobre los hombros –hace frio, no andes tan ligero- revolvió sus cabellos –se que eres fuerte pero no presumas de esa manera- lo dijo de una manera tan adulta que el cosquilleo en su estomago apareció -¿quieres que vea tu motocicleta?- asintió sin decir nada y lo guio hasta donde estaba, regresaron aquellos veinte minutos –es bastante buena, veamos…- se arremango y comenzó a probarla, en verdad no arrancaba, su cabeza no era buena funcionando así que más que nada actuaba, fue simple instinto –tiene taponado el orificio de aireación- un algodón con alcohol y escucho el arranque de su compañera –menos mal no le hice caso a mi cabeza- se rio de sí mismo.
El no se veía como el resto de los adultos, lucia distinto -toma- le tendió su chaqueta, no quería deberle nada, no quería tener relación alguna con él, quería que se alejara de su vista lo más pronto posible pero… –aun te debo un favor, así que…-
-No necesitas deberme nada, el solo saber que pude ayudar de alguna manera me hace sentir satisfecho-
Genial, Zoro simplemente era genial, durante su vida los adultos siempre le dijeron que los favores se pagan con favores aunque no quisieras, que es la manera correcta de ser considerado y una buena persona –Aun me desagradas pero…si te parece bien puedo darte de comer-
Una fuerte carcajada de parte del moreno lo avergonzó, no le debía el favor, pero sentía que debía compensarlo por su buena acción -¿me invitaras?-
-Ni que mierda, apenas tengo dinero, ten- lo lanzo tan rápido que el espadachín casi lo deja caer –no es lo mejor pero al menos tu estomago dejara de rugir-
-¿Acaso lo hiciste tu?- pregunto burlón, pero al no recibir respuesta y el que calla otorga –eeeh, increíble, eres cocinero-
Apretó los dientes partiendo el cigarrillo -¡No lo soy, ni siquiera sabe bien, solo es basura y tu eres basura, así que te lo doy!- se cruzo de brazos y se mostro a la defensiva, era como todo mocoso inmaduro -¡Comételo y vete!-
Onigiris, sin que el cejudo lo supiera había hecho uno de los platos preferidos del peliverde, mordió y lo saboreo, maldición, hubo una explosión en su boca y no pudo callarse -¡Están buenos joder!- se comió el segundo en un parpadeo –faltaría un buen Sake- pequeños cosquilleos atacaron sus nervios enviando señales a su cuerpo, era una sensación que recordaba que sintió solo en su niñez, orgullo, estaba orgulloso y no está de más decir que feliz, hace mucho tiempo no tocaba la cocina y pensó que no volvería a ser como cuando era un mocoso, toco su pecho el cual se estaba llenando de una fuerte calidez y suspiro como si un peso hubiera salido –no me molestaría que me alimentes a diario- hablo en broma pero Sanji murmuro algo.
-¿En verdad crees que esta bueno?-
-Tanto que me casaría contigo- ¡Era un simple idiota! Apretó sus puños ¿Por qué le decía eso? Miro de costado, no podía soportar la vergüenza -toma- lo volvió a cubrir con su chaqueta –si nos volvemos a ver, ven a visitarme a mi casa-
El miedo de no volverlo a ver fue más fuerte y se sujeto a su camiseta tomando por sorpresa al moreno, su cabeza maquino rápidamente haciéndole entender que estaba haciendo una tremenda estupidez, parecía una mocosa enamorada -¡Aléjate!- con su fuerza lo arrojo lejos, esos cambios de actitud lo estaban matando -¡Muérete pervertido!-
-¡Mira quién es el pervertido!- se sacudió rápidamente y tomo su casco –regresa a casa de una vez, no me preocupes- tomo sus Katanas pasando la cinta por su pecho y subió a la motocicleta -¡¿Entendiste?!- grito apenas arranco.
Sus mejillas aun estaban rojas y su mirada delataba su lamento –no te vayas- susurro apretando la chaqueta sobre sus hombros, era la primera vez que necesitaba de alguien luego de la muerte de su madre, esa persona aunque sea un hombre despertaba un cosquilleo y una ligera felicidad que sentía al abrazarla a ella, verla en el hospital fue tan doloroso que hubiera dado parte de su vida por hacerla estar mejor -estúpido- se acuclillo, el olor del espadachín penetraba su nariz –Zoro…¿Qué me estás haciendo?-ESTA HISTORIA ES UNA DE LAS QUE MÁS ME GUSTA Y AUNQUE NO TENGA MUCHO LLAMATIVO LA ADORO,GRACIAS POR LEER.
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Vidas enlazadas
RomanceEl grupo suicida era reconocido como el más temido del ejercito, Zoro quien integraba uno de los cargos se retiro llevando una enorme carga. Sanji es un completo descarriado que solo mira su propio ombligo y no se preocupa por nadie. Ambos se cruzan...