Sintió algo presionar contra su frente y sonrió ligeramente, no era un sueño, era un sensación demasiado cómoda, sintió un cosquilleo en su mano y apretó, era duro y cálido, le transmitía seguridad y se sentía demasiado cómodo.
Cuando era pequeño dormía así de tranquilo en el regazo de su madre, ella lo mimaba y lo alentaba a que los sueños podían hacerse realidad, siempre creyó en sus palabras, creía en ella, la amaba como un hijo amaba a su madre, un día el llego el día en que la perdió y fue como perderse a si mismo, no encontró consuelo y luego cuando conoció a aquel que se decía su padre pareció meterse en un túnel sin fin.
Todo se descontrolo y se vio a si mismo manchado en semen, no recordaba bien como ese sujeto termino medio muerto en el suelo, solo sabia que huyo y se oculto en su casa con su abuelo, nunca lo dijo, nunca lo diría, era vergonzoso
“Sálvenme”
-Mamá- murmuro captando la atención del peliverde, este sin pensarlo acaricio la mejilla y trato de que aquel gesto doloroso se desvaneciera -mamá- murmuro de nuevo siguiendo aquella caricia.
-Tranquilo, aquí estoy- sonrió de lado y suspiro aliviado al verlo relajarse, Sanji era un niño, no era pequeño pero sabia que debía de protegerlo de alguna forma.
Oyó la puerta y cubrió al cocinero con su chaqueta antes de partir hacia ella, menuda sorpresa se llevo al ver a esa mujer, sus alarmas se dispararon y preparo la mano ante cualquier movimiento.
-Zoro, paso tiempo ¿tienes un momento?-
Frunció el ceño -¿Qué haces aquí? Vete- ella sonrió como siempre lo hacia, sin decir nada entro a la casa y se saco los zapatos pero la mano del moreno la detuvo -¿no escuchaste?- apretó con fuerza y Robin no iba a dejar que un mocoso de esa altura venga a lastimarla de esa forma.
-¿Marimo?- Sanji adormilado veía a ambos -¿Qué mierda hacen?-
Soltó a esa mujer y oculto su incomodidad, ella en cambio se sorprendió de ver a alguien en la casa, no era usual que este hombre tuviera contacto con personas…por así decirlo normales, ya que el no era alguien con el que se podía ligar -Que sorpresa, lamento las molestias- hizo una pequeña reverencia -buenas noches, soy Robin ¿tu eres?-
No quería hablarle pero…su abuelo le había enseñado a ser cortes -Sanji-
-Vaya, Sanji-kun, encantada- se paro frente a él y aprecio lo niño que era, un jovencito delgado y rubio, suponía que debía tener entre dieciséis y dieciocho años, analizo su postura y la forma en como la miraba, parecía curioso por su persona pero a la vez era precavido, no quería acercársele, era como…desconfiado.
-Un-Un gusto- miro al peliverde quien estaba detrás de esa mujer, no tenia expresión de buenos amigos pero esa señorita no parecía querer lastimarlos, era una mujer bastante madura, era hermosa y se veía como si estuviera alerta -¿estas bien?- entreabrió los labios, no comprendió a que vino esa pregunta, miro los ojos de aquel mocoso, eran de un azul precioso y su curiosidad aumento -¿quiere café?-
La sujeto del brazo y la arrastro hacia atrás -no quiere- la pelinegra soltó un quejido y el rubio por instinto lanzo un golpe directo al hombre frente a él logrando que soltara a esa señorita -¡¿Qué mierda haces?!-
-Suéltala, no eres hombre si haces eso-
De pronto fue como un flash, era como tener a Saga frente a sus ojos y con eso trajo el recuerdo de su accionar en aquel entonces, apretó el puño y salió por la puerta, necesitaba un poco de aire.
-¿Marimo?- miro a esa mujer la cual tenia unos encantadores ojos -siéntese-
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Hizo un movimiento con la espalda y realizo un corte limpio, suspiro y la gota de sudor cayo de su mentón, aun recordaba cuando estaba en el frente, sin duda alguna mataba y torturaba, dejo un largo camino de sangre del cual no se sentía orgulloso.
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Vidas enlazadas
RomanceEl grupo suicida era reconocido como el más temido del ejercito, Zoro quien integraba uno de los cargos se retiro llevando una enorme carga. Sanji es un completo descarriado que solo mira su propio ombligo y no se preocupa por nadie. Ambos se cruzan...