No volvió a verlo, paso un mes y lo único que tenia sobre él era su chaqueta de cuero, aun desprendía ese olor tan particular y lo hacía ver como una colegiala, aun estaba confundido ¿Qué era la sensación que tenia cada vez que lo recordaba? ¿Por qué se descontrolaba al verlo? ¿Celos por la clase de persona que era? No, el no era así, se enorgullecía de si mismo y lo demostraba a cada momento, cada persona era un mundo y el era su propio universo, por lo que sería al revés, todos sentían celos de él; seguía pensando con un cigarro en boca mientras el resto tenia sexo en grupo con algunas chicas, últimamente estaba aburrido y aunque no quería que nadie lo supiera, estaba leyendo libros de cocina, se los robaba de alguna librería y los mantenía consigo, aprendió varias recetas pero todavía no las había puesto en práctica, tal vez si fuera a la casa del musgo, negó fuertemente, no iría a su casa, no estaba desesperado, ya se lo cruzaría en algún momento.
Salió de la casona por ahí y oyó un grito, lo siguió hasta ver que una joven forcejeaba con un sujeto que sin dudarlo le encesto una patada, aquella jovencita era rubia y noto su ligero vientre, en ese momento su cabeza se lleno de recuerdos de su madre y él como ella seguramente lo protegía, como lo hizo aquella chica al cubrirse el vientre, la ira broto de si y sin dudarlo más le encesto una patada, pero no fue el único, Zoro estaba a su lado haciendo lo mismo. El sujeto quedo tendido en el suelo, ayudaron a la joven madre quien aun lloraba y se tocaba el vientre mientras su labio inferior sangraba, una punzada dio en su pecho y con un gesto que nació del corazón le entrego su pañuelo, el peliverde quien hablaba por teléfono vio aquel gesto y sonrió de lado.
-Ya llame a la policía, estará bien- apoyo su mano en el hombro de la jovencita, eso en cierto modo molesto al rubio quien tosió y les dio la espalda -¡Cuidado!-
Apenas pudo pensar, lo único que pudo hacer fue interceptar el ataque con su mano.
“-¡Amo cocinar!-“
Apretó los dientes y se maldijo por todo, se culpo por lo que estaba sucediendo y se dio cuenta de lo débil que era ante esas miradas, apretó la herida y vio como el peliverde hábilmente lo detenía contra el suelo y todo terminaba, fue un esfuerzo en vano el ataque e intentar huir, estaba ante un ex-militar, el resultado era obvio.
Suspiro y admiro en silencio a ese hombre, su pecho no dejaba de punzar, su corazón estaba corriendo una carrera a muerte hacia la nada, afrontando un fin patéticamente obvio pero que negaba rotundamente, la sangre no dejo de brotar y se pregunto el porque de su preocupacion,no hace mucho había cortado su antebrazo en un intento de dañarse pero ¿Por qué temblaba? ¿se preocupada por su vida o la de los otros? Sonrió de lado y comprendió que era un total imbécil, ignoro los gritos del Marimo y se alejo, no quería verse más patético de lo que era.
-Sanji- sintió las manos del mayor aferrarse a su cuerpo y se contrajo, no podía soportar el hecho de que lo toque pero tampoco soportaba el hecho de no verlo de estar alejado de él, susurro algo intangible y se dejo hacer por esas manos -vamos, la policía esta llegando- oír lo que esperaba fue un consuelo, sintió pena por la joven madre pero estaria bien, durante el camino no dijeron ni una sola palabra, solo podía sentir la lluvia y que el frio hacia estragos en sus manos las cuales se lucían al aire libre, pero una aferrada a la dura mano del peliverde, hubiera deseado que ese momento fuera eterno y disfrutar de esa pequeña calidez, ni siquiera noto que habían llegado a la casa del musgo y ahora estaba a punto de entrar, se altero por aquello y retrocedió -¿Qué pasa?-
-¡Suéltame! ¡me iré a casa!-
-¡Estas herido así que no!- fue firme y no pudo refutar nada más, no quería que dijera que era un mocoso -siéntate aquí-
Nuevamente estaba aquí, admiro en silencio la fría casa y luego observo los movimientos del contrario, buscaba en los cajones y maldecía a lo bajo, quiso burlarse y molestarlo de alguna forma pero solo ladeo la cabeza y sonrió, sus latidos comenzaron a apaciguarse y a tornarse gustosos ¿podían sentirse así de cómodos?
No duro mucho, los nervios volvieron a atacarlo al verlo quitarse la ropa superior, su cuerpo estaba jodidamente trabajado digno de envidiar, los latidos se desbocaron y miro hacia un costado, no entendía su vergüenza, el…ya no era virgen, el bum constante de su corazón no se detenía, la mano que apretaba su pantalón temblaba y sin pensarlo volvió a mirarlo, abrió la boca sin pronunciar nada, Zoro estaba cerca, demasiado, sujetaba su mano limpiándola, la atendía con cuidado, el filo del cuchillo había hecho un camino en su palma, un gran tajo de admirar.
-Dolerá-
No pudo decir nada, apretó los dientes y se inclino hacia el frente apretando el hombro de Roronoa, dolía como la mierda y no pudo evitar aferrarse a el, fue un simple impulso, quiso retirar su mano herida pero la fuerza hacia su muñeca se lo impedía.
-¡Desgraciado!- dio un puñetazo en su pecho y sacudió la cabeza, lo limpiaba aunque lo estaba atacando con su mano libre -¡Suéltame Marimo mierdoso!- el puño se abrió y sus uñas se clavaron en el pecho sintiendo la aspereza en la piel, entreabrió los ojos y bajo su palma se lucia la gran cicatriz, ahogo el siguiente grito y volvió a cerrar los ojos junto a su puño, rasguñándolo.
Paso a paso, limpio y desinfecto la herida, la venda se enredaba en la palma y termino, la mano del rubio seguía sobre su pecho y vio como este lo miraba mientras jadeaba con pequeñas lagrimillas a punto de deslizarse por su rostro -no dolió ¿verdad?- dijo en tono burlón y espero la reacción del cejudo, espero cualquier cosa menos que su mano de deslizara con delicadeza en una porción de la cicatriz, su cuerpo tembló y trago duro, afilo su mirada y no tardo en preguntar -¿que?-
Negó suavemente y suspiro, esa cicatriz era una historia que quería saber pero no quería entrometerse más de lo que estaba en la vida de este sujeto -increíble- susurro inconscientemente, nadie podía sobrevivir a tremenda herida pero este hombre era la prueba viva de que era posible -maldito marimo-
-Ve a ducharte, yo lo hare después- su mano fue envuelta en un plástico y recibió en mano la toalla
-Dúchate tu primero, es tu casa-
-Mejor hagámoslo juntos-
Lo tomo de sorpresa y estábamos hablando de un mocoso de diecisiete años que se masturbaba y tenia sexo sin control, tratando de procesar esas palabras, sus labios temblaron y su rostro fue un poema digno de burla -¡¿Qué mierda dices?!- brinco lejos del sillón y se tapo la boca.
-¿Qué te pasa?- estaba harto de ese comportamiento -vamos- lo sujeto se la muñeca forzándolo a seguirlo al baño.
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Bebía café mientras esperaba, tenia la virtud de la paciencia al igual que el hombre frente a ella.
-¿Como has estado?-
Los afilados ojos del hombre observaron a la mujer la cual se mostraba totalmente calmada, bebió de la copa y cuidadosamente hablo -ah pasado tiempo, Nico Robin-
-Si, un año ¿verdad?- dejo la taza y ambas miradas chocaron, hostiles como siempre se mostraron ante el otro -me sorprendió saber que estabas en la ciudad-
El pelinegro bufo -eso digo yo, jamás has venido por estos lados ¿Qué te trae aquí?-
-Eso lo sabes- sonrió y el ex militar comprendió -dejemos los rodeos ¿si? El tema aquí es Roronoa Zoro-
El pelinegro entrelazo los dedos y cruzo las piernas -¿Qué asuntos tienes con el?-
-Los superiores me llamaron- eso fue un botón de alarma -me pidieron regresar, cosa que no me molestaría, la vida es aburrida y monótona en la ciudad, no encontré nada en estos años-
Nico Robin fue mano derecha en el ejercito, aparte de encargarse de los papeles y asistencia a sus superiores tenia el importante trabajado de eliminar cualquier traba en su camino, enemigos o personas que estorbaran e impidieran el éxito de una misión. No tardo en ganarse a los superiores y llegar a sus objetivos llenándose las manos de sangre.
Bebió de su copa y recordó la clase de persona que era esa morena, no debía de bajar la guardia -¿y?- entendía a donde iba esa ridícula charla y no estaba de humor.
-Cuando abandone el ejercito me propuse encontrar la felicidad, pero no pude encontrar nada que me diera una razón para no regresar, por eso…- su móvil sonó y lo atendió pidiendo disculpas, al verla alejarse analizo la situación y era obvio que no le era favorable estar alli sentado, esa mujer era astuta y como la víbora que era lo único que buscaba era asfixiar hasta tener la respuesta deseada -perdón por la--
-¡Mihi!- sin inmutarse se puso de pie y recibió el abrazo del pelirrojo, pero por dentro deseaba que Shanks nunca hubiera llegado al restaurant -no sabia que vendrías-
-Akagami, hoy no tenias turno ¿Qué haces aquí?-
Sonrió y apretó su mano -me llamaron para cubrir a un compañero, pero ahora me dijeron que ya se siente mejor-
-Vaya, Shanks-san- el pelirrojo sonrió y apretó la mano de la morena -paso tiempo ¿Cómo has estado? Que coincidencia- era obvio que esta mujer planeo todo desde el principio -¿quieres sentarte?-
-No quiere- fue tajante y protector, el pelirrojo quedo detrás de su cuerpo -nos retiramos- dejo el dinero sobre la mesa y su mirada advertía que no debía de seguir.
Tomo asiento viendo a la pareja -entiendo, pero…- le dio un sorbo al café -es una pena si algo llegara a pasarle a Shanks-san- miro por la ventana, la lluvia no se detenida -últimamente es peligroso estar solo por la calle, podrían cortarle el cuello en un segundo- clavo su mirada en los ojos del pelinegro -¿no?-
Era una amenaza más que clara, pero estaba tratando de intimidar a un soldado de elite que no dudaría en matarla si era con fin de proteger.
-No te preocupes Robin- hablo Akagami apartando a Mihawk -aunque no lo creas soy fuerte así que…- miro a la mujer con tal intensidad que una gota de sudor se deslizo por la curva de su cuello y su garganta se seco -no me subestimes mocosa- la charla finalizo en ese instante, no tenia nada más que decirle a esa mujer de la cual conocía su verdadera naturaleza -la casa invita-
Apretó los labios y se retiro, salió con tal prisa que choco abruptamente con un gran sujeto que la derribo dejándola empapada.
-¿Estas bien Muñeca?- su gran mano se extendió y la estrella azul se lucio en su brazo.
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El rubio se dejaba secar su cabellera y a la vez refunfuñaba, Zoro era brusco y además fue muy demandante en que se de una ducha, para su suerte el peliverde recibió una llamada y tuvo que desistir en bañarse juntos, pero ahora lo tenia a sus espaldas secándole el cabello, mierda, ya no era un mocoso de nueve años -listo-
No agradeció nada y lo único que hizo fue verlo meterse a la ducha mientras el aguardaba, olio las prendas que llevaba, olía a Zoro, acero y pino, cerro los ojos centrándose y se sumergió en extrañas sensaciones, su pecho se hinchaba y su corazón no paraba de galopar, su estomago retorcia y su cuerpo recibía suave descargas que en parte lo excitaban, esto era más fuerte que hacerlo con una señorita, era más fuerte que fumar, mucho más fuerte que cualquier otra cosa que pudiera perturbarlo.
-Maldición- susurro para alejarse de las prendas y entreabrir los ojos -¿Qué mierda es esto?- sus manos temblaron, tenia miedo pero era realmente satisfactorio, se rasco la mejilla y curioso como el joven que era camino por la casa, no tardo en encontrar la penosa cocina del mayor, todo estaba lleno de polvo y telarañas, había una bolsa de compras, escarbo un poco en ella encontrando fideos instantáneos y además de café ¿en que pensaba ese sujeto? Decidido hizo manos a la obra y no tardo en encontrar varios artículos útiles para la cocina.
Sus duchas no duraban más de diez minutos y con una toalla diminuta en la cintura salió en búsqueda de la ropa que estaba en el bolso más no pudo siquiera llegar a él cuando sintió un delicioso aroma ¿comida? Avanzo despacio hacia la cocina y vaya sorpresa de ver al rubio jugueteando con las ollas y la vieja cafetera -huele bien- hablo apoyándose en su hombro y sorprendiendo al blondo -¿Qué es?-
Sanji parpadeo y se auto controlo, el cucharon en su mano temblaba pero suspiro fuertemente -estofado, ten- le dio un café -no te quejes por el sabor, es lo que había-
Se dio la vuelta para ver al mayor y menuda sorpresa era verlo con solo una toalla, su rostro era una cereza y nuevamente su sueño hacia presencia en cuestión de segundos -¡¡¡vístete de una puta vez!!!- le lanzo todo lo que tenia cerca y así logro echar al peliverde de su propia cocina. Se tapo el rostro y maldijo todo esto ¿Por qué se ponía nervioso con Zoro?Me encanta lo nenaza que es Sanji,todo un mocoso 😍😍
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Vidas enlazadas
RomanceEl grupo suicida era reconocido como el más temido del ejercito, Zoro quien integraba uno de los cargos se retiro llevando una enorme carga. Sanji es un completo descarriado que solo mira su propio ombligo y no se preocupa por nadie. Ambos se cruzan...