Siempre había soñado con este día, en su cuarto anhelo que el tiempo pasara rápido para así poder salir, poder con sus ojos ver lo que le deparaba su presente, pero ahora que estaba junto a Zeff estaba nervioso, no dejaba de apretar sus manos inquieto, como esperaba el único familiar que tenia fue a buscarlo, noto que su abuelo no quería dirigirle la palabra, seguramente estaba molesto con el y lo comprendía pero le resultaba inquietante, aunque hace diez minutos le dio un traje que lo hacia lucir espectacular algo faltaba, así es, era la comunicación que jamás tuvieron y ahora que lo pensaba, esto era bastante normal en sus vidas, casi nunca le dirigía la palabra salvo para una pelea, luego de eso nunca entablaron una conversación normal.
En la banca miraban hacia el frente sin que ninguno de los dos quisiera romper la tensión, no podían siquiera mirarse, debían dejar el orgullo de lado y empezar de cero, eso lo sabían, pero era difícil.
Recordó con claridad los días a su lado, como su madre los miraba mientras ambos compartían su pasión por la comida, se aferraba a si pierna queriendo saber más y más, fue un niño condenadamente feliz haciendo aquello, nunca se quejo de su vida hasta que Sora partió, ahora que lo pensaba con claridad aunque fuera pequeño tenia que haber entendido que no solo él estaba sufriendo, el viejo también debió de llorar por su única hija, aun recordaba cuando se lo recrimino, las palabras como “viejo de mierda” estaban latentes pero nunca supo interpretar su actitud, lloraba a escondidas.
Ahora lo único que le quedaba era su preciado nieto, un nieto que no supo atesorarlo y decidió ignorarlo, cayo en lo más bajo y estaba aquí gracias a cierto peliverde que lo llevaba en los brazos protectores de su abuelo, si, siempre lo supo.
-Lindo día ¿no?- debía dejar de tener miedo a sus respuestas, ya tenia dieciocho, era casi un adulto -a mamá le gustaban esta clases de días ¿no?-
Zeff sonrió de lado -Si, nunca vi a una persona que se emocionara tanto, parecía una niña pequeña- era su preciosa hada, pero ahora era un ángel.
-Te agradezco por nunca abandonarme- apreto sus labios, costaba dejar ese maldito orgullo -por cuidarme y…tenerme paciencia, fui un desastre pero aun así estuviste ahí para mi… ¡Gracias!- era difícil y vergonzoso pero al oír la pequeña risilla del anciano todo se esfumo.
-Eres mi nieto-
La pequeña sonrisa del mayor fue contagiosa, lo imito y sintió un fuerte empuje en su interior -Viejo Zeff- confianza, aun tenia confianza en el, podría decírselo -te lo agradezco… por eso quiero decirte algo…- busco un cigarro pero recordó que estaba estrictamente prohibido, además que había llevado unos buenos meses sin tabaco -el…el Marimo me ayudo mucho…demasiado…me apoyo y molesto, por eso le regresare el favor, tal vez sea abrupto pero quiero visitarlo más seguido y mejorar nuestra relación- silencio, Zeff no dejaba de verlo demasiado fijo, como si estuviera expresando su desconcierto ante tales palabras -¡Nuestra relación como conocidos!- grito abochornado, el anciano seguramente estaba malinterpretando sus palabras, seguramente pensó que ellos eran algo más, eso era algo realmente imposible, por dios ¿Cómo podía siquiera pensarlo? Ellos no se veían como una…una pareja normal
Lo vio cabizbajo y con las orejas más rojas que nunca -eso es…- el pequeño que su hija le dio al parecer ya había elegido a la persona para que lo acompañara en su vida, Sanji estaba creciendo, ya miraba hacia adelante -algo maravilloso- no tenia más que desear su felicidad, amaba a su renacuajo.
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Termino con el ultimo botón y por fin había podido ponerse el traje, al verse en el espejo se apeno por su imagen, no era usual que vistiera asi pero hoy era un día especial, en unos minutos tendrá que salir hacia la casa del peliverde, este le pidió su compañía para el encuentro con el rubio, ya que no sabia como comportarse frente al chico.
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Vidas enlazadas
RomanceEl grupo suicida era reconocido como el más temido del ejercito, Zoro quien integraba uno de los cargos se retiro llevando una enorme carga. Sanji es un completo descarriado que solo mira su propio ombligo y no se preocupa por nadie. Ambos se cruzan...