La Corona Del Rey

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Habían pasado 2 horas, Linz estaba sentado frente a una ventana que mostraba todo el vacío que dejó la explosión, ya no quedaba nada, la ciudad había sido destruida, sus amigos murieron, ya podía descansar aunque sea por un instante, no le importaba si alguno de los guardias le apuñalaba por la espalda.

- ¿por qué no me matas? - le preguntó al rey.

- porque aunque te mate volveré a verte de nuevo - respondió con una actitud seria, sin dejar escapar ni la más mínima expresión de su rostro.

- no creo que tenga el poder de volver de la muerte ¿o sí?

- sólo dedicate a mirar el desierto, ya falta poco.

Linz se confundía con las palabras del rey, creía comprender de qué algo inesperado lo iba a sorprender.

- yo sé quién eres, Linz - el rey se acomodo en su silla y cerró los ojos por un momento, luego los abrió y continuó - tú eres igual que ese Vomar ¿no es así?, tienes un arco, tus flechas siempre llegan en llamas, ¿esperas que piense que tú enciendes cada una de ellas?, por favor, no me tomes el pelo.

Linz entendió que ya no podía ocultar más las cosas, todo se había vuelto claro.

El rey siguió.

- he hablado con los superiores, sé perfectamente que vinieron a la tierra por venganza, les robaron sus tesoros, entre ellos un arco de fuego... No tienes por qué ocultarlo, sé que tú no eres de por aquí.

- lo hice, ellos destruyeron mi hogar, al igual que el de Vomar, sólo quiero que no sigan haciendo lo mismo.

- ¿te das cuenta de que ustedes hicieron que este planeta se vuelva un infierno?, me cuesta trabajo entender todo lo que sucede, pero no tengo que preocuparme, tengo nuevos aliados muy poderosos.

- no confiaría tanto en los superiores si fuera tú, ellos sólo te están usando.

- si me estuvieran usando no me habrían regalado el futuro.

El rostro de Linz cambió completamente, entonces comprendió que la guerra no había acabado, la ciudad no se había destruido, o al menos eso trataba de decirle el rey.

Parándose de su asiento y tomando la corona que llevaba en la cabeza, el rey dijo:

- nos volveremos a ver pronto, pero esta vez no voy a perder.

La corona desprendió un intenso brillo que salía por los vidrios de aquel refugio e iluminaba hasta lo más lejano de las montañas, todo era difuso, Linz estaba cegado por la luz, los guardias hacían sonidos que soltaban su molestia. La cabeza de cada uno ahí presente se agitaba de un lado a otro, ya no había sentido, no había imagen, parecía que desaparecían ante los rayos del sol, el silencio invadía la mente de cada uno, acompañado por un ligero dolor que convertía la nada misma en lo único que podía haber allí.

- ¿dónde estoy?, ¿qué pasa?, no puedo ver nada.

- mis ojos... pican.

- ¿quién dijo eso? - preguntó Linz.

- ¿qué nos está pasando?

- ya no siento mis heridas, yo tenía una espada atravesando mi pecho.

- muchachos, ¿son ustedes? - exclamó Linz mientras su vista se aclaraba poco a poco.

No pasó ni un minuto para que se escuchen sirenas dentro del palacio.

- hay que cancelar la misión, ¡todos vuelvan ahora!, no quiero morir de nuevo - decía Mocaly a través del comunicador.

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