Si me hubieran dicho que para tener la oportunidad de estar con la persona que he amado por tanto tiempo tendría que pasar por tanto estrés, ansiedad, desequilibrio emocional y tragedias, no lo habría creído.
A los 23 años logré egresar de la Academia Naval de los Estados Unidos y a pesar de que me costó años de entrenamiento, siempre supe que estaba en el lugar correcto, el lugar que siempre había deseado y el que me había ayudado a estar en donde estaba ahora.
Desde los 12 años encontré mi vocación, y fue en el cumpleaños de mi mejor amigo de la infancia. Hicieron varios juegos, pero en el último teníamos que dispararles a unas botellas y ganaba un premio si las derribaba todas, y en efecto, lo hice como golpe de suerte. Desde ese momento conocí la adrenalina que uno siente cuando tiene que tener perfecta puntería para lograr un objetivo.
Luego de eso, en la escuela llegaron los militares por un programa del gobierno para que nos compartieran experiencias sobre su trabajo y vida, y cuando entre todos ellos vi a una mujer portando el uniforme militar recuerdo muy bien que mi corazón se detuvo de tanto orgullo que sentí al verla, y por cuenta propia investigué sobre la Academia Naval y los requisitos que pedían para que alguien se integrara en ella, porque yo ya no me veía en otra parte más que ahí.
Comencé a decirles a mis padres sobre mis planes a futuro, pero para mis males, no apoyaron mi decisión, no hasta que cumplí 17 y no les quedó de otra más que aceptar que era buena para eso, porque en mis tiempos libres llevaba clases de arquería, pues creía que con eso iba a mejorar mi puntería y para complementar aquellas habilidades también llevé clases de defensa personal.
Cuando entré a presentar mi examen de admisión, debo confesar que no fui seleccionada y me frustré tanto que decidí intentarlo el próximo año, y tuve tanta dedicación que creí que esta vez lo lograría, y qué gran error porque no lo volví a pasar. Tuve una crisis de impacto y me deprimí por la frustración que sentía al ver que mis sueños estaban rotos, pero bastó llamar a un psicólogo por cuenta propia para conocer a la persona que le debo toda mi carrera ejercida.
Estuve un mes en depresión y no me hablaba con nadie, solamente con mis padres, pero les pedí espacio para que yo misma pudiera salir de la decepción y depresión, y cuando un día no soporté toda la frustración que tenía dentro de mí, tomé mis ahorros y busqué a un psicólogo con urgencia porque era la única persona que me iba a aconsejar de manera profesional y no para consolarme.
El doctor Erick Maslow fue quien me salvó de la depresión y le debo mi fortaleza mental gracias a sus consejos poderosos que me hicieron salir de ese hoyo llamado fracaso. Y para mi sorpresa, en la última terapia que tuve con él, me dijo que al finalizar me pondría un examen personal y de conocimiento como requisito para finalizar las terapias, por lo que accedí a contestar sin titubear porque pensé que yo lo estaría ayudando a él con algún estudio de caso o algo parecido.
Recuerdo claramente que me dijo que tenía que esperar los resultados y le tomó 30 minutos poder hacerlo y cuando lo hizo, me sonrió como si en mí hubiera visto a un familiar y me felicitó por mi desempeño. Yo me imaginé que eso se debía a que la terapia había sido un éxito y después de eso me fui a casa.
A los días, mi mamá estaba sirviendo la cena y yo la estaba ayudando para que cenáramos ella mi papá y yo. No habíamos empezado a comer cuando tocaron la puerta de mi casa y yo fui a abrirla. Dos hombres y mi psicólogo estaban parados y no supe a qué se debía. Me pidieron pasar y yo los hice entrar en medio de toda la confusión que comenzó a dispararse en mi cerebro.
Por suerte, mis padres sabían que estaba yendo a terapia y no se espantaron tanto, pero yo por dentro pensé que estaba en problemas y me temblaba todo el cuerpo porque seguía sin saber por qué ellos estaban aquí sin avisarme ante el motivo.
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Mi Protegida
RomanceDespués de la apasionante historia de Evant y Arianna en "Mi Guardaespaldas" llega "Mi Protegida", historia que gira en torno a Sarah y Maslow y puede ser leída de manera independiente. Sarah, de 29 años descubre estar profundamente enamorada del ag...