Buba el Patrón. Reeditado

10

Buba y Bruno ya habían salido de Barcelona, ya llevando varios kilómetros recorridos. Durante este tramo Bruno trató de distraerse mirando por la ventana o mirando cualquier cosa en el móvil. Pero el tiempo pasaba y pasaba, haciendo que algo no le cuadrase al rubio, hasta que Buba se detuvo abruptamente - ¿Por qué paramos? - preguntó viendo como el moreno se bajaba del coche.

-Tengo que poner gasolina- respondió cerrando la puerta.

- ¿Gasolina? - repitió mirando a su alrededor observando que estaban en una estación de servicio. Segundos más tarde Buba volvió a entrar en el vehículo -perdone Patrón, pero ¿Cuándo cree que vamos a llegar a la estación? - Buba miró confuso a Bruno al mismo tiempo que pisaba el acelerador.

- ¿Estación? - repitió sin quitarle la vista de encima.

-Eh... si, la estación de trenes, ya sabe, para ir a Granada- explicó nervioso.

-No vamos a tomar ningún tren, vamos a ir en coche- explicó Buba volviendo la vista a la carretera. Bruno se quedó varios segundos tratando de asimilar aquello.

- ¿Qué...? - pudo decir finalmente incrédulo.

-No pienso coger un tren, la policía puede descubrirme y no pienso montar un tiroteo en un lugar público- la voz de Buba era calmada, completamente al contrario que la del italiano.

-Perdone Patrón, con todo debido respeto... ¿Pero sabe que de Barcelona a Granada hay como nueve horas de trayecto en coche cierto? -explicó señalando hacia la carretera, al borde de la euforia. Buba no respondió, simplemente se dedicó a conducir el coche con la vista al frente, al ver que no recibiría respuesta el rubio se hundió en el asiento desolado.

- ¿Porque tanto alboroto por ir en coche? - preguntó el mulato al cabo de unos minutos que para el copiloto fueron eternos.

-No, por nada- rio nervioso -por cierto, ¿Tiene bolsitas o algo así en este coche? - preguntó empezando a sudar.

- ¿No me jodas que te mareas, tío? - preguntó Buba mirándolo incrédulo, este asintió avergonzado. El moreno soltó un suspiro resignado- está bien, cuando lo necesites dímelo y pararemos un momento, tío- respondió con calma.

-No se moleste Patrón- respondió nervioso.

-No es molestia, ni quiero que el viaje sea una mierda para ti, ni tampoco quiero que me bañes la tapicería con el desayuno de ayer, tío- aquellas palabras causaron que Bruno se confundiera, cuando vivía en Italia nunca nadie le dijo que "pararían" por él, aquello lo intrigó levemente.

Algunas horas y varias paraditas después, la noche empezó a caer sobre la carretera, haciendo que Buba decidiese parar en un Motel que encontraron de casualidad, bajándose primero este y después el italiano - ¿Cómo te encuentras? - preguntó el moreno apoyando los brazos en el capó del auto, segundos después Bruno estaba soltando todo lo de la hora de comer -ya veo que no muy bien- se auto respondió levemente asqueado.

Más tarde ambos llegaron al edificio, entrando primero al restaurante del motel para comer algo, idea que Bruno descartó por completo al no encontrarse en sus mejores días. Seguidamente fueron a pedir una habitación siendo Buba quien entró, ya que el rubio dijo que necesitaba un cigarro - ¿En qué puedo ayudarle? - preguntó la mujer que estaba de dependienta.

-Una habitación con dos camas- pidió el moreno sacando la tarjeta de crédito.

-Claro un momento- dijo tecleando algo en el ordenador -serán 30 euros la noche- explicó la mujer.

-Solo será por esta noche- explicó entregándole dos billetes a la mujer.

-De acuerdo, aquí tiene las llaves- dijo mostrando dicho objeto, Buba las tomó rápidamente y salió a buscar al rubio -perdone, ¿Nos hemos visto en alguna parte? - preguntó curiosa, el moreno se detuvo un instante.

-Viajo mucho, puede que me haya visto por aquí alguna vez- respondió mirándola por el rabillo del ojo.

-Oh... sí, eso puede ser- dijo la mujer extrañada y finalmente el moreno salió por la puerta.

El rubio estaba apoyado sobre una pilastra, secándose el sudor con un pañuelo -no me entrenaron para esto- se quejó fumando de su cigarro.

- ¿Entrenarte para qué? - de repente apareció el Patrón en el lugar.

-No, nada...Hablaba solo- se excusó con su típica sonrisa de no haber roto un plato, siendo la sonrisa lo que estaba roto a causa del malestar del joven.

-En fin, tenemos la habitación 22. El plan es este, nos acostamos temprano y nos levantamos temprano ¿Okey, tío? - Bruno asintió -bien, andando-.

Las cosas no parecían estar a favor del joven italiano, ahora que se encontraba mejor se arrepentía de no haber comido nada para cenar, tenía hambre - ¿Estará abierto aún el restaurante? - susurró para sí mismo sentándose sobre la cama, miró por la ventana y vio que así era. Fijándose en un cartel que ponía "Abierto las 24 horas" sonrió al ver que su suerte volvía a estar de su lado, pero antes de irse miró a la cama al lado de la suya viendo al moreno tumbado de espaldas a él -pst... Patrón... ¿Está despierto? - preguntó en voz baja, al no recibir respuesta una sonrisa felina se dibujó en sus labios, así que sin hacer ruido cogió la cartera de Buba y se fue al restaurante. Una vez allí cenó como era debido comiendo un poco de todo hasta que a media comida su teléfono sonó - ¿Diga? - preguntó confundido, no esperaba la llamada de nadie.

- ¡Soy yo, hombre! - se quejó Abraham.

- ¿Qué hace llamándome? Puede meterme en un lío ¿Sabe? - replicó bajando la voz y apartándose de todos lados.

-Dijiste que me llamarías cuando tuvieras algo ¿Dónde estás? - escupió ceñudo.

-En un restaurante en medio de la nada- explicó mirando por la ventana.

- ¿Qué quieres decir con eso? - preguntó confundido.

-Pues exactamente eso, Buba se ha empeñado en ir hasta Granada en coche- dijo jugueteando con el tenedor.

- ¿En coche? - repitió incrédulo - ¿Qué carreteras habéis tomado? - preguntó impaciente.

-No lo sé- respondió simplemente.

- ¡¿Como que no lo sabes?!- el rubio tuvo que apartar el oído del altavoz para no perder la oreja.

-Oye viejo, he tenido mis propios problemas, mañana salimos temprano, entonces trataré de fijarme- explicó recostándose sobre el respaldo de la silla -en fin, adiós- y colgó antes de darle tiempo a Abraham de decir nada -este va a ser un viaje muy... largo- susurró alargando sus palabras.