Buba el Patrón. Reeditado

5

Buba daba vueltas por su oficina desde hacía ya varias horas, durante todo ese tiempo algo había estado descansando en su mano. Era un sobre ya abierto, pero con su contenido aún dentro. Buba se sentó en su sillón y se quitó las gafas tratando de concentrarse en aquella hoja ahora fuera de su sobre, leyó lentamente aquella carta quedando impactado al ver que ponía en ella. Rápidamente cogió el teléfono fijo que había sobre su mesa y marcó el número de su amigo.

Blasko despertó por un extraño sonido, al abrir los ojos vio que estaba tumbado en el suelo de su habitación con una botella de Vodka bajo su brazo, cabe destacar que en una posición un tanto extraña. Seguidamente se acercó hacia su cama, descubriendo que aquel sonido provenía de su teléfono. Lo cogió rápidamente al ver que se trataba del Patrón.

- ¿Da? - preguntó aún somnoliento rascándose la panza con la mano libre.

-Blasko, te necesito en mi despacho dentro de cinco minutos- sentenció.

-Blasko solo necesita dos- y tras aquello colgó. Él se encaminó hacia la puerta de su habitación, pero antes de salir volvió para buscar su botella y pegar un largo trago -Blasko no puede trabajar sin un traguito mañanero- y tras aquello sí que se fue de la habitación. Minutos después Blasko entró en la oficina del moreno ya con la botella vacía -dígame Patrón- se presentó delante de la mesa de su jefe. Buba lanzó el papel de entre sus manos para dejarlo caer sobre la mesa, Blasko se quedó mirando la carta durante unos segundos y, después miró a su jefe con cara de incredulidad -no joda que nos ha vuelto a llegar la factura del wifi- Buba miró a su amigo por encima de sus gafas, pero Blasko no entendió la indirecta -no problema Patrón- dijo crujiéndose los nudillos -Blasko se encargará de que esos desgraciados aprendan la lección- Buba dio un golpe en la mesa sorprendiendo al ruso.

-Coge el jodido papel y léelo, tío- ordenó empezando a perder la paciencia. Blasko tragó pesado y empezó a leer con calma aquella carta. Lo más curioso es que Blasko sabía leer.

- ¿Qué es esto Patrón? - preguntó el más pálido preocupado, una vez hubo terminado de leer la carta. Obviamente saltándose los párrafos más largos.

-Antonio D. Canelone- dice levantándose de la mesa -uno de nuestros mayores competidores alrededor de Europa, quiere unir fuerzas con nosotros- el moreno se acercó a su ventanal y miró por el con las manos en la espalda -quiere tener una quedada conmigo para hablar de negocios- un momentáneo silencio se creó en la sala.

-Y... ¿Que quiere hacer? - preguntó dudando el ruso.

-Blasko- llamó el Patrón captando la atención de su aliado -tenemos que ir a esa quedada o podríamos ser partícipes de una batalla de bandas- explicó mirándolo de reojo.

-Pero eso no es problema- respondió Blasko más relajado -no sería la primera vez que le pateamos el culo a uno de esos...- un potente golpe en la mesa asustó al ruso haciéndolo retroceder en su asiento.

- ¡Esto es serio Blasko, tío! - gritó el melenudo -tenemos que ir a la quedada para evitar una batalla de bandas que costará decenas de vidas y bajas civiles- explicó con seriedad -Blasko- dijo enderezándose y mostrándose más calmado - ¿Puedo confiar en ti para esto? - preguntó extendiendo su mano. Blasko por su parte mostró una sonrisa confiada.

-Siempre Patrón- respondió apretando con fuerza la mano de su amigo.

Buba aparcó el Mustang a un par de cuadras de su destino, en un callejón, para evitar llamar mucho la atención de miradas indiscretas. En ese momento el ruso se dispuso a bajar del coche, pero una mano lo detuvo sujetándole del brazo -espera Blasko- pidió con calma, Blasko miró expectante como su jefe sacaba algo de su mochila -no dejes que la encuentren- pidió serio mostrándole una pistola bastante diminuta. El ruso tomó con su mano el arma y la escondió en sus botas de nieve. Porque si, Blasko siempre llevaba botas de nieve.