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En el Presente

Varios días habían pasado ya desde el momento en que Bruno había llegado a los brazos de BubaStreet, y muy al contrario de cómo Buba y Blasko creían, las cosas no habían cambiado demasiado. Por comodidad y para complacer a Antonio D. Canelone, Bruno se había instalado en el chalet de Buba, trabajando como agente y también como cocinero, y uno muy bueno por cierto.

-Bien, el desayuno está listo- explicó Bruno saliendo de la cocina con una bandeja llena de derivados platillos y bebidas varias. Buba optó por tomar una taza de café solo, mientras Blasko se decantó por devorar todo lo que le entrase en el cuerpo y, finalmente, Bruno se quitó el delantal dejándolo a un lado y empezó a comer un par de tostadas con aceite de oliva y un poco de orégano mientras disfrutaba de un cigarro.

-Hoy no llevas el traje por lo que veo, tío- habló el Patrón mirándolo por encima de las gafas.

-Si... no es buena idea cocinar con traje, las manchas de café no salen fácil- explicó con falso melodrama.

- ¿Y las de sangre sí? - escupió Blasko junto con un poco de comida, Bruno chasqueó los dedos para seguidamente señalarle con un guiño de ojo.

-La sangre sale con agua oxigenada- seguidamente siguieron comiendo en silencio.

Una vez todos hubieron terminado, Buba se levantó el primero para irse a su oficina con la excusa de que tenía algunos asuntos que arreglar, dejando solos al italiano y al ruso recogiendo la mesa -Blasko, ¿Puedo decirte algo? - preguntó el rubio poniendo los vasos en la bandeja que usaba para recoger los platos y demás.

-No...- gruñó este comiéndose algunas migas de croissant de encima de la mesa.

- ¿Has pensado en ponerte a dieta? - preguntó curioso, Blasko enmudeció ante aquellas palabras.

- ¿Qué insinúas italiano? - preguntó ceñudo poniendo ambas manos sobre la mesa.

-Bueno, supongo que los dos vemos que comes mucho, quizás demasiado- el ruso trató de calmarse y pensar en aquellas palabras, miró hacia abajo y se estiró un michelín apenado.

- ¿Tú crees? - preguntó jugueteando con su panza. En ese momento sonó el teléfono de Blasko sacándolo de su trance - ¿Da? - preguntó sin dejar de mirarse el estómago -eh... si, estaremos ahí en un momento...-dijo con pena -no a Blasko no le sucede nada, adiós- y tras decir aquello colgó -era el Patrón, nos quiere en su oficina ya- explicó guardando el teléfono.

-Dicho y hecho- respondió limpiándose las manos con un trapo.

Un minuto más tarde, ambos ya estaban delante de la puerta de su jefe, Blasko llamó y un "adelante" les indicó que podían pasar, una vez dentro encontraron a Buba sentado en su sillón detrás de su mesa.

-Díganos Patrón- habló Bruno con calma, entonces se fijó que un ligero color blanco descansaba en la nariz del melenudo, este se lo indicó limpiándose la nariz con el dedo, haciendo que Buba se sobresaltase levemente y se pasase la manga para limpiarse.

-Os he llamado para informaros de algo, me iré un par de días- explicó levantándose de la silla y acercándose a un armario.

- ¿Dónde va Patrón? - preguntó Blasko curioso.

-A Granada- respondió buscando algo en un cajón -tengo un trato con unos clientes de Iraq- explicó sacando una escopeta del cajón y cerrándolo seguidamente -es un asunto serio- terminó de explicar yéndose a otra parte de la habitación.

-Y tan serio que debe de ser si se lleva a la señorita Rose- explicó Blasko sonriente, aunque Bruno estaba confundido.

-Disculpadme, pero, ¿Quién es Rose? - un montón de plomo pasó entre Blasko y Bruno dejando a ambos estupefactos, Buba los estaba apuntando con la escopeta con cara de pocos amigos. Acto seguido recargó el arma y se acercó a Bruno con esta apoyada en el hombro.

Buba el Patrón. ReeditadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora