24

13 1 4
                                        

Buba se detuvo con el Mustang delante de la puerta del garaje mientras ésta se abría lentamente, una vez el coche dentro del garaje bajó de este para estirar el cuello y los brazos, si la policía no lo detenía serían tantas horas de coche las que acabarían con él.

Grande no, fue gigantesca su sorpresa al ver que gran parte del salón principal de la casa estaba destrozado -oh no...- susurró temiéndose lo peor, corrió tan rápido como se lo permitieron sus piernas por toda la casa - ¡Blasko! - gritó entrando en la cocina, la cual al parecer había tenido que soportar un incendio o algo parecido. - ¡Bruno! - gritó ahora el nombre del más joven mientras corría por el comedor, viendo que casquillos de bala estaban tirados por el suelo de todo el lugar, los muebles por su parte estaban tirados por el suelo habiéndose convertido en coladores por tantos agujeros de bala. Finalmente se dirigió a su oficina deseando encontrar a alguno de ellos, pero esta estaba completamente vacía e intacta -no...- susurró horrorizado al no encontrar a sus compañeros, caminó con pasos torpes hasta su butaca y se sentó sobre ésta dejándose caer con peso de plomo, dejó caer su mochila y su escopeta al suelo sin muchas ganas. finalmente se giró sobre la butaca mirando hacia la ventana - ¿Que ha pasado aquí? - preguntó al aire totalmente destrozado mientras apoyaba la palma de su mano sobre sus ojos ahora llorosos.

Abrió la puerta en silencio, había podido sortear a los agentes que estaban por la zona con suma facilidad, los agentes de la ley de aquel país eran todos una panda de ineptos, pensó él con superioridad. Cambiando de tema. Lo vio allí sentado en su butaca, de espaldas a él, pero sabía que era Buba por la melena rizada que asomaba por sobre el respaldo de cuero, que estuviera en aquella situación le era favorable.

Se fue acercando con total silencio, digno de una pantera y una vez estuvo lo suficientemente cerca metió la mano en su chaqueta sacando su querido revolver para posarlo sobre la tela, justo en la parte en la que desde el otro lado estaría la cabeza de aquel negro, pero por alguna razón su dedo no se movía.

-Sé que estás ahí- dijo de repente Buba sorprendiéndolo -también sé que me estás apuntando con un arma- el rubio tragó pesado -lo que no sé es quién eres, así que si vas a hacerlo hazlo ya- el rubio apretó los dientes, ¿Que debía decir después de aquello? - ¿Y bien? - pensó tan rápido como su subconsciente le permitía, ¿Como aquel hombre le había hecho sentir tantas cosas con tan simples palabras? ¿Como aquel hombre había hecho que se quedase sin palabras? ¡¿Como Buba el Patrón lo había cambiado tanto en tan poco tiempo?!

-Lo siento Patrón- y finalmente disparó atravesando el sillón llegando la bala hasta la mesa, Bruno se quedó en aquella pose unos cuantos segundos hasta que por fin guardó el arma en la chaqueta de su esmoquin mientras empezaba a retirarse de la sala.

-Si te digo la verdad...- aquella voz lo alteró, Bruno dio media vuelta viendo como Buba hacia lo mismo sobre el sillón dejando ver que había inclinado la cabeza hacia un lado haciendo que la bala pasase justo por su lado -me hubiera gustado que hubieses sido otra persona la que apretase ese gatillo- continuó mientras rodeaba la mesa acercándose a él de forma amenazante - ¿Que ocurre Bruno? Si ese es tu verdadero nombre, claro...- dijo mientras empezaba a quitarse la chaqueta, mostrándose en camiseta de tirantes blanca. Finalmente, Bruno chocó con la puerta, había estado retrocediendo sin darse cuenta, Buba se detuvo a unos pocos centímetros de él y ahí el rubio cayó por primera vez en varias cosas; Buba lo superaba en altura por unas tres pulgadas haciéndolo imponente y también de la monstruosa aura que desprendía aquel al que llamaban El Patrón. Bruno en aquel momento lo comparó con estar frente a un enorme león que mostraba los dientes - ¿Algo que quieras decir antes de que te rompa todos los huesos del cuerpo? - preguntó Buba sacándose las gafas de sol y guardándolas en su bolsillo.

- ¿Bailamos? - aquella pregunta sorprendió al mayor, teniendo poco tiempo de reacción al ver como un puño se dirigía a su rostro, pudiendo detenerlo con una mano. Un quejido se escapó de la boca del italiano al sentir como Buba apretaba su puño.

Buba el Patrón. ReeditadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora