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Un Bruno ya lleno entró en la habitación viendo que la luz estaba encendida, la de la lamparita de mesa para ser más precisos. Sentado sobre la cama con las manos apoyadas en las piernas estaba su negro acompañante, sudando y respirando de forma aparatosa - ¿Patrón? - llamó el rubio, haciendo que el susodicho se girase sobre sí mismo mirándolo como si no lo esperase a él, se sorprendió al ver que tenía los ojos húmedos - ¿Está llorando? - preguntó con una leve confusión, el moreno volvió a girarse mientras se limpiaba los ojos con el brazo.

-No, te lo habrás imaginado- respondió con la voz rota dándole la espalda. Bruno supo que algo andaba mal así que se acercó y se sentó lentamente a su lado.

- ¿Le ocurre algo Patrón? - preguntó con falsa preocupación.

-Ya te he dicho que nada- respondió casi a la defensiva.

-Oiga... sé que no debo meterme en sus asuntos, pero ¿Qué quiere que diga si me voy solo unos minutos y cuando vuelvo lo encuentro...? ¿Así? - Buba lo miró de reojo y apoyando la frente en sus palmas suspiró.

-Si te lo digo vas a reírte de mí- explicó frotándose los ojos con fuerza. Aquello no funcionaba, si quería sacarle información la compasión no funcionaria.

-Hay que tenerlos muy grandes para burlarse de Buba el Patrón- bromeó él causando una leve risa en el melenudo.

-Sí...- rio sorbiendo la nariz -puede que tengas razón...- un momentáneo silencio reinó en la habitación -he tenido una pesadilla- confesó al fin.

-Y...- Bruno se acercó un poco más a su compañero - ¿Puedo saber de qué trataba? - preguntó curioso, pero la sonrisa de Buba se esfumó.

-Son cosas...- sorbió nuevamente la nariz -que solo quiero olvidar- respondió él dejando nuevamente un silencio que esta vez fue más largo, dando la conversación por terminada, así que Bruno solo suspiró y volvió a su cama a acostarse para que al cabo de unos minutos Buba apagara la luz e hiciera lo mismo.

Ambos despertaron muy temprano, pasando por el restaurante del hotel a desayunar antes de irse. No hubo mucha conversación durante el trayecto, nuevamente algunas paradas inesperadas por parte de los mareos del italiano, pero poco más. Haciendo que llegasen a su destino cayendo la tarde.

-Bueno, ya estamos aquí- explicó Buba bajándose del coche -aún no hemos comido ¿Quieres comer algo, tío? - preguntó con algo de vacile en su voz a su acompañante, o a lo poco que quedaba de él.

-Por favor Patrón...- comentó en un susurro aguantándose una arcada -lo que menos quiero ahora es comer- dijo quejándose, encorvado.

-Si claro, para que luego te escapes a media noche a por algo de comer- bromeó burlón, causando un leve sonrojo de vergüenza en el rubio -vamos, tío, conozco un lugar que creo que te gustará- explicó bajándose del coche seguido por un resignado Bruno. Ambos dejaron la carretera atrás, adentrándose en la ciudad metiéndose poco a poco en los interiores de ésta -es aquí- explicó Buba deteniéndose. Frente a ellos había un local bastante viejo con un letrero de madera tallada en el que ponía "Bar/Restaurante El Frankfurt De Gabriel".

-Eh... Patrón, esto es una bocatería típica de pueblo- explicó Bruno leyendo en un pizarrón los menús.

-Sí, pasemos- dijo sin más entrando en el establecimiento. Se sentaron en una mesa donde los asientos eran bancos, igualmente de madera, y esperaron a que los atendieran, cosa que no tardó mucho ya que el local estaba vacío.

- ¿Qué se les ofrece? - preguntó un chico joven.

- ¿Cómo estás Samuel? - respondió el moreno apoyando los brazos en el respaldo de su banco.

Buba el Patrón. ReeditadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora