Capítulo 4- Órdenes, reuniones y peleas.

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Durante toda mi vida había crecido con mis propias reglas. Eso significaba que renunciaba a lo que la sociedad imponía para mí, saltándome las normas impuestas por la misma. Puede que necesitara otras veinte vidas para arreglar los problemas que causaba, pero si algo había aprendido es que de nada servía ser lo que los demás consideraban como buena. Yo no había nacido para poner la otra mejilla.

El ejemplo más claro de esto llevaba su nombre. Por primera vez en más de un año bajé mis defensas ante Kilian y la vida supo como darme la bofetada que necesitaba para aprender una vez más que no podía relajarme. Las personas como él se creían el rey del ajedrez, mientras que los demás eran míseros peones, usándolos a su antojo pero sobre todo a su favor. Pero yo no era un peón. Yo era quien movía las piezas , y estaba dispuesta a caer en su juego hasta hacerlo mío y ganar.

Estaba tan centrada en el libro que tenía entre manos que no me percaté de que alguien se había sentado en la silla de enfrente hasta que carraspeó su garganta. Elevé mi mirada encontrándome con el único rostro que conseguía enfadarme sin necesidad de pronunciar ni una sola letra. Lo ignoré y continué subrayando lo importante de aquel libro, aunque prácticamente estaba coloreando la hoja de color amarillo fosforescente.

-Myers.

No me molesté en volver a mirar. Señalé a mi izquierda el cartel en el que aparecía la palabra biblioteca escrita en grande, esperando que pillara la indirecta.

-¡Myers!

Aquello hizo que el resto de estudiantes que se encontraban en el lugar alzara su vista hacia nosotros. Más de uno hizo comentarios despectivos, e incluso la bibliotecaria tuvo que exigirnos silencio.

-¿Ves lo que has conseguido, idiota? -Gruñí en voz baja.

-Si me hicieras caso no pasaría.- Se defendió.- Que guapa estás hoy.- Su tono de voz se tiñó de ironía.- Las ojeras te hacen juego a la mala hostia que tienes.

Apreté mi bolígrafo con fuerza, intentando no hincarlo en su cuello.

-¿Sabes lo que te haría juego a ti? Un cerebro. Lástima que no lo tengas.- Me vi interrumpida por otro estudiante mandándome a callar.- Lárgate Kilian, ¿no tienes a otra persona a la que incordiar?

-Prefiero molestar a mi tierna novia.- Se tomó un tiempo, y viendo que no contestaba, continuó.- Venía a decirte algo.

-Pues suéltalo y déjame en paz de una vez.

-Esta tarde tenemos la reunión mensual de equipos de la ciudad. Nos obligan a quedar en el gimnasio de alguna universidad junto a los demás equipos para intentar crear una rivalidad sana. Muchos chicos van acompañados de sus novias así que tú te vienes conmigo.

Paré un segundo de subrayar para poder dirigir de nuevo mi mirada hacia él. Su semblante mostraba lo satisfecho que estaba ante sus palabras. Era la expresión triunfante que nunca se borraba de su rostro ya que siempre conseguía tenerlo todo bajo su control. Pero esta vez iba a ser distinto.

Era hora de comenzar con el primer paso.

-No.- Sentencié.

-¿Qué?

-¿Acaso de idiota también eres sordo? Te he dicho que no pienso ir a semejante mierda.

Sus ojos se abrieron con asombro ante la repugnancia que derrochaban mis palabras. Parecía que había conseguir dejarlo sin palabras, pero me equivocaba.

-Y yo te he dicho que sí.- Respondió con osadía.

-A ver si me entero.- Aparté mi libro con dureza para poder hincar ambos codos sobre la madera de la mesa y apoyar mi barbilla en mis puños cerrados.- ¿Tienes los suficientes huevos de intentar darme una orden?

5 pasos para romper con un chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora