Capítulo 3 - El principio de una guerra.

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¿Hasta qué punto una persona puede ser salvación, pero a la vez condena?

Mientras que sientes como la asfixia se apodera de tu razón, una mano aparece para liberarte. La misma mano que te sacará para guiarte hasta la perdición más tarde. La decisión está entre los centímetros que separan las yemas de vuestros dedos. Y entonces, dispuesta a perder el juicio, te alzas sobre tus talones. Y la agarras, con fuerza.

Algo así era lo que sentía al estar cerca de Kilian. Mi conciencia seguía advirtiéndome de que entrar en su juego acabaría pasándome factura de alguna forma. Era demasiado impredecible, nunca sabía cual sería su próximo movimiento, y temía que eso pudiera conmigo.

La siguiente semana pasó con más lentitud de la que me habría gustado. El incidente de la discoteca comenzó a pasar de boca en boca hasta que caminar por la universidad se convirtió en un murmullo constante. No me importó, ni siquiera presté atención a los comentarios que hacían otros estudiantes cuando pensaban que estaban solos. No quería entrar en el circo de cotilleos que montaban cada vez que alguien les daba algo con lo que entretenerse en sus pobres vidas.

No me percaté de que la clase había terminado hasta que el alboroto de los demás alumnos saliendo del aula me trajo de vuelta a la realidad. Recogí mis cosas con rapidez y caminé hacia la puerta dispuesta a marcharme a casa ya que mis clases habían terminado. Al otro lado de la misma, la figura de Kilian se mostraba apoyada sobre la pared. Se aclaró la garganta y posé mi mirada sobre su expresión, intentando descifrarla.

-Myers.- Era el único que me llamaba por mi apellido, al igual que a mi hermano.- Tenemos que hablar.

-Tengo prisa.- Espeté.

-Será solo un momento.- Suspiró intentando calmarse.- Es importante, y ya has acabado tus clases.

-¿Quieres quitarle el puesto a Adam?

Me miró con incredulidad y chasqueó su lengua mientras dirigía su mirada hacia otro lado. Parecía intentar reunir todas sus fuerzas para no empezar una guerra conmigo, como de costumbre. Si seguía así estaba segura de que quitarme a Kilian del medio iba a ser un paseo para mí. Su vista cayó sobre mis ojos con una expresión dura, que poco a poco se fue suavizando hasta quedar apaciguada. Volvió a tomar aire y se aseguró de que nadie podía escuchar nuestra conversación antes de volver a hablar.

-Es tu turno de comenzar tu parte del trato.

-¿Tengo que besarte también? -Fingí una falsa sonrisa que pronto cambié por un semblante serio.

-Era lo más eficaz.- Me repitió una vez más, al igual que lo hizo la noche de la fiesta.- Sino dime, ¿cuántas veces te ha molestado Adam a lo largo de esta semana?

Me quedé callada, pero sin apartar mi mirada de la suya.

-Ninguna.- Susurré lo suficientemente alto como para que llegara a escucharlo.

-De nada.- Me guiñó un ojo, consiguiendo que mis ganas de golpearle se fusionaran.- A lo que iba, mi abuela llegó hace un par de días. He intentado atrasar esto lo máximo posible pero me ha sido imposible. Está empeñada en conocer a mi novia lo antes posible.- Su tono de voz parecía más cansado de lo habitual.- Así que esta noche cenas en mi casa.

-¿Y qué le dirás a tus padres cuando me vean aparecer? Porque te recuerdo que me conocen. - Pregunté al recordar las reuniones del equipo de fútbol con las familias.

-No te preocupes por eso, mi padre lo sabe todo. Mi madre no, así que hazte la tonta con ella. Ya sabes lo que hay que hacer, hemos hablado de esto.

Suspiré recordando las diferentes conversaciones que habíamos mantenido durante la semana. Decidimos quedar algunos descansos entre clases para que los demás estudiantes nos vieran juntos, como una pareja real, aunque en realidad los aprovechábamos para montar la historia que contaríamos si alguien nos preguntaba por nuestra relación. A lo que le tuvimos que añadir unas normas que Zev creó cuando Kilian le explicó que era yo la chica que había aceptado su propuesta.

5 pasos para romper con un chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora